La Santa Sede pide un compromiso decidido contra las armas nucleares

Intervención de monseñor Mamberti en el Consejo de Seguridad de la ONU

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NUEVA YORK, miércoles 30 de septiembre de 2009 (ZENIT.org).- La Santa Sede exhorta a los Estados a “adoptar decisiones y compromisos claros y decididos y a luchar por un desarme nuclear progresivo y concertado”.

Así lo expresó monseñor Dominique Mamberti, secretario para las Relaciones con los Estados, en su intervención en Nueva York en la 6191ª sesión del Consejo de Seguridad, sobre el tema “El desarme y la no proliferación nuclear”.

Según monseñor Mamberti, es necesario ante todo reconocer que el acercamiento del Consejo d Seguridad a la cuestión de las armas de destrucción masiva, “incluyendo los objetivos para prevenir la proliferación de estas armas, ha sido relativo sobre todo a países o casos específicos”.

El Consejo “ha actuado firmemente contra los programas nucleares de algunos Estados, y ha sido eficaz en su respuesta preventiva a las amenazas de los actores no miembros”, reconoció.

Sin embargo, “no se han alcanzado resultados a la hora de formular planos para la creación de un sistema para la regulación de los armamentos, en particular de las armas nucleares y de su proliferación, como elemento necesario para mantener la paz y la seguridad internacionales y crear un ambiente favorable para asegurar el progreso humano”

Actualmente, el Consejo “tiene otra gran oportunidad de garantizar a todos los Estados que no poseen armas nucleares que no se convertirán en objeto de uso o amenaza de estas armas”.

De la misma forma, anima al Consejo de Seguridad a “dar una guía concreta sobre cuestiones relativas al desarme nuclear y al proceso de no proliferación”.

Es necesario “aprovechar el momento actual para convertirse en un valiente apoyo para la causa de un mundo más libre de las armas nucleares, y para asumir un papel de liderazgo promoviendo el apoyo a tratados multilaterales para el control de armas nucleares y los actuales esfuerzos para el desarme nuclear”.

“Las armas nucleares agreden a la vida del planeta, al propio planeta, y haciendo esto agreden el proceso del desarrollo”, denunció el prelado. En su naturaleza “no sólo son perniciosas, sino también completamente engañosas”.

Pasar página” a la Guerra Fría

Considerando que la disuasión nuclear pertenece a la Guerra Fría, ya no es justificable a día de hoy, la Santa Sede “sostiene fuertemente la necesidad de redirigir esas doctrinas militares que siguen contando con las armas nucleares como medio de seguridad y de defensa o incluso como medida de poder”, lo que impide “un auténtico desarme nuclear”.

Para monseñor Mamberti, abandonar estas doctrinas significaría “bloquear los test nucleares” y afrontar seriamente las cuestiones relativas a las armas nucleares estratégicas, a las tácticas y a los medios para entregar estas armas”.

En este contexto, adquiere una relevancia decisiva la entrada en vigor del Tratado sobre la Prohibición Global de los Experimentos Nucleares (CTBT). “La prohibición universal de los test inhibiría el desarrollo de las armas nucleares, contribuyendo al desarme nuclear y evitando ulteriores daños al medio ambiente”.

A propósito de esto, añadió, es fundamental “detener la producción y la transferencia del material para la fisión nuclear a las armas”.

Si la era de la Guerra Fría ha provocado “una carrera de armamento nuclear cuyo vencedor era el Estado con los arsenales nucleares más grandes y potentes”, el mundo de hoy “requiere un liderazgo valiente para reducir estos arsenales a cero”.

Para que los Estados puedan alcanzar este objetivo, añadió el prelado, deben poder contar con “confianza y la seguridad”.

“Las zonas libres de armas nucleares son el mejor ejemplo de confianza y afirmación que la paz y la seguridad son posibles aún sin poseer armas nucleares”.

“El desarme y el desarrollo están interconectados y se complementan”, concluyó. Por esto es necesario promover “el progreso de la cultura de la paz y alcanzar los objetivos del desarrollo para el beneficio duradero de cada individuo de la familia humana y para las generaciones futuras, en un mundo libre de armas nucleares.

[Por Roberta Sciamplicotti, traducción de Inma Álvarez]

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ZENIT Staff

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