LA HABANA, domingo, 8 de noviembre de 2009 (ZENIT.org).- El presidente del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales ha explicado en Cuba que para la Iglesia la comunicación es «algo esencial de su ser y de su quehacer».
«Para la Iglesia la comunicación no es un fenómeno externo o episódico», aclaró, pues «la comunicación responde a la imagen y semejanza con el Creador, y su ejercicio suscita una mayor comunión entre las personas».
En una conferencia ofrecida en la noche del pasado viernes en la iglesia Santa Catalina de Siena de La Habana, el arzobispo Claudio Maria Celli aclaró que «tanto la comunicación interna como la comunicación externa hacia la sociedad están en el ‘código genético’ de la Iglesia , pues ella es un misterio de comunión».
Acceso «normal» a los medios para la Iglesia en Cuba
Su intervención, abierta al público sobre «Iglesia, comunicación y cultura digital», afrontó la situación de la Iglesia que peregrina en Cuba para invitarla a prepararse para la llegada de la conectividad y el acceso a los diferentes medios de comunicación.
Monseñor Celli reveló que poco antes había mantenido un encuentro con las autoridades cubanas en el que manifestó su «deseo de que a la Iglesia cubana se le permita un acceso más normal a los medios de comunicación, pues eso toca muy de cerca la misión de la Iglesia».
Esta presencia comunicativa de la Iglesia, subrayó, sería muy apreciada por el pueblo cubano, que es creyente en su mayoría, y también fuera de Cuba.
Ahora bien, a pesar de las dificultades, el arzobispo reconoció que la Iglesia en Cuba ha logrado sacar adelante proyectos de comunicación, en particular, las revistas diocesanas «Espacio Laical», «Palabra Nueva», «Vitral», «Cocuyo».
«A Dios rogando y con el mazo dando», afirmó al mencionar el impacto positivo de estas publicaciones.
Entre estos esfuerzos comunicativos de la Iglesia en Cuba mencionó la Red Informática de la Iglesia en Cuba, que forma parte de la RIIAL (Red Informática de la Iglesia en América Latina), y que funciona desde mediados de los años noventa promovida por la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba, con la ayuda de la Nunciatura Apostólica.
Esta red ha realizado un trabajo decisivo en la formación de una red interdiocesana de comunicación, involucrando a agentes de pastoral, e introduciendo los medios informáticos en obispados y comunidades.
Mencionó también el trabajo de SIGNIS, la organización católica de comunicación, «que en la isla tiene una larga tradición. Existe mucha creatividad y talento en Cuba, que ha ganado reconocimiento y autoridad en los diferentes jurados internacionales».
Sin temor
Tras constatar el impulso que ha dado la Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, celebrada en el santuario brasileño de Aparecida (mayo de 2007), cuya «Misión Continental» se está extendiendo gracias también a los nuevos medios de comunicación, lanzó un llamamiento a la Iglesia en Cuba a no tener miedo.
El prelado reconoció las dificultades que tiene la Iglesia en Cuba para incorporarse a estos «nuevo areópagos», «pero es necesario estar preparados; tenemos que ser cada vez más conscientes de que ‘la evangelización misma de la cultura moderna depende en gran parte de la influencia de esos medios'», afirmó citando a Juan Pablo II.
Invitó, por ejemplo a que los documentos que se producen en los episcopados, se condensen en formatos de audiovisuales breves, webs, micromensajes o posters digitales.
«El contexto cubano no permite aun esto, pero mirando hacia el futuro sin temor, soy consciente de que mucho podrán hacer, para ello es necesario estar preparados».
El arzobispo aclaró que no basta usar los medios para difundir el mensaje, sino que es necesario integrar el mensaje mismo a la nueva cultura digital.
Lo ilustró recurriendo a la narración popular en América Latina que habla de un hombre que iba con su arpa de aldea en aldea. Una noche lo asaltaron y dejaron medio muerto. Al día siguiente lo encontraron y preguntaron qué había pasado. Contestó: «me han robado el arpa, me han quitado la cabalgadura, pero no me han podido sacar la música del corazón».
«El secreto no es tener la más moderna de las tecnologías, el secreto está en la música que se tiene en el corazón», señaló monseñor Celli.
«¡Pongámonos a la escucha de Jesús, para que la multiplicación de las antenas, signo del progreso tecnológico, sea signo de la comunicación del hombre y del servicio integral a toda la humanidad!», exhortó.
Formación, «diaconía» y colaboración
El prelado sintetizó su propuesta en estas tres conclusiones:
–En primer lugar, monseñor Celli alentó a seguir impulsando a todos los niveles la formación en la comunicación, especialmente entre los agentes de pastoral, para que «esta cultura no sea ajena a la Iglesia, sino que ella pueda hacer presente el rostro de Cristo también en este nuevo territorio».
–En segundo lugar, exhortó a prestar una «diaconía de la cultura», un servicio permanente de animación evangélica a esta cultura digital, para darle sentido y humanidad. «¡Convoquemos a los creativos, artistas y jóvenes católicos! Una formación adecuada puede ser un semillero de vocaciones para ser misioneros en esta cultura comunicativa».
–Por último, invitó a «abandonar el aislamiento en que tantas veces se trabaja, incluso con la mejor voluntad, pero ignorando las demás iniciativas católicas. Una articulación y mutuo conocimiento, con servicios comunes a todos (trabajo en red), no quita visibilidad a cada iniciativa, sino que le da una visibilidad corporativa».