CIUDAD DEL VATICANO, martes 15 de diciembre de 20096 (ZENIT.org).- La promoción de la paz en el mundo y el respeto del medio ambiente están íntimamente relacionados. Así lo afirma el Papa Benedicto XVI en su mensaje para la próxima Jornada Mundial de la Paz, titulado “Si quieres la paz, protege la creación”.
La Santa Sede hizo público hoy el mensaje del Papa para la Jornada de este año, que como es tradición, tiene lugar cada 1 de enero. Siempre en esta fecha, desde Pablo VI, cada papa ha dedicado una reflexión sobre cuestiones de actualidad relativas a la paz en el mundo.
El mensaje de este año está dedicado a la cuestión del medio ambiente, y el propio Benedicto XVI explica que el motivo de haber elegido este tema es que la salvaguarda del medio ambiente “se ha hecho hoy esencial para la convivencia pacífica de la humanidad”.
Entre las muchas amenazas contra la paz, “no son menos preocupantes los peligros causados por el descuido, e incluso por el abuso que se hace de la tierra y de los bienes naturales que Dios nos ha dado”, afirma el Papa.
El Papa recordó que ya en 1990, su predecesor Juan Pablo II habló de “crisis ecológica”, haciendo notar “la urgente necesidad moral de una nueva solidaridad”.
“Este llamamiento se hace hoy todavía más apremiante ante las crecientes manifestaciones de una crisis, que sería irresponsable no tomar en seria consideración”, subrayó el Papa.
Entre ellas citó el cambio climático, la desertificación, el deterioro y la pérdida de productividad de amplias zonas agrícolas, la contaminación de los ríos y de las capas acuíferas, la pérdida de la biodiversidad, el aumento de sucesos naturales extremos, la deforestación de las áreas ecuatoriales y tropicales.
También se refirió a los conflictos causados por el acceso a los recursos, así como al “creciente fenómeno de los llamados ‘prófugos ambientales’, personas que deben abandonar el ambiente en que viven –y con frecuencia también sus bienes– a causa de su deterioro”.
“Todas éstas son cuestiones que tienen una repercusión profunda en el ejercicio de los derechos humanos como, por ejemplo, el derecho a la vida, a la alimentación, a la salud y al desarrollo”, afirma.
Deber moral
El cuidado del medio ambiente supone un deber de carácter ético hacia los pobres, que son quienes sufren mayormente las consecuencias de la degradación del medio ambiente, y las futuras generaciones.
“No se puede valorar la crisis ecológica separándola de las cuestiones ligadas a ella, ya que está estrechamente vinculada al concepto mismo de desarrollo y a la visión del hombre y su relación con sus semejantes y la creación”, afirma el Papa.
Es necesario, por tanto, “hacer una revisión profunda y con visión de futuro del modelo de desarrollo, reflexionando además sobre el sentido de la economía y su finalidad, para corregir sus disfunciones y distorsiones”.
“Lo exige el estado de salud ecológica del planeta; lo requiere también, y sobre todo, la crisis cultural y moral del hombre, cuyos síntomas son patentes desde hace tiempo en todas las partes del mundo”.
La raíz de la crisis es que “el ser humano se ha dejado dominar por el egoísmo, perdiendo el sentido del mandato de Dios, y en su relación con la creación se ha comportado como explotador, queriendo ejercer sobre ella un dominio absoluto”.
“Cuando el hombre, en vez de desempeñar su papel de colaborador de Dios, lo suplanta, termina provocando la rebelión de la naturaleza, más bien tiranizada que gobernada por él”, advirtió.
Por un lado, existe una responsabilidad hacia los países más pobres, que “sufren crecientes dificultades a causa de la negligencia o el rechazo por parte de tantos a ejercer un gobierno responsable respecto al medio ambiente”.
Por otro, se corre el riesgo de hipotecar el futuro de las próximas generaciones, pues “el ritmo actual de explotación pone en serio peligro la disponibilidad de algunos recursos naturales, no sólo para la presente generación, sino sobre todo para las futuras”.
“El deterioro ambiental es frecuentemente el resultado de la falta de proyectos políticos de altas miras o de la búsqueda de intereses económicos miopes, que se transforman lamentablemente en una seria amenaza para la creación”.
“Los costes que se derivan de la utilización de los recursos ambientales comunes no pueden dejarse a cargo de las generaciones futuras”, subraya Benedicto XVI.
La crisis ecológica “muestra la urgencia de una solidaridad que se proyecte en el espacio y el tiempo. En efecto, entre las causas de la crisis ecológica actual, es importante reconocer la responsabilidad histórica de los países industrializados”.
“No obstante, tampoco los países menos industrializados, particularmente aquellos emergentes, están eximidos de la propia responsabilidad respecto a la creación, porque el deber de adoptar gradualmente medidas y políticas ambientales eficaces incumbe a todos”, afirma el Papa.