CIUDAD DEL VATICANO, viernes 18 de diciembre de 2009 (ZENIT.org).- El Papa pidió manifestar el misterio de Belén como el árbol de Navidad “que da testimonio de la verdadera Luz que viene a este mundo”.
Lo hizo en un discurso que pronunció este viernes al recibir en audiencia a los participantes en la Peregrinación de Bélgica llegados a Roma para el don del árbol de Navidad de la Plaza de San Pedro, que este año ha sido ofrecido por la región belga de la Valonia.
“En el bosque, los árboles están cerca unos de los otros y cada uno de ellos contribuye a hacer del bosque un lugar sombrío, oscuro a veces”, explicó.
“Y he aquí que, escogido de entre una multitud, el árbol majestuoso que ofrecéis hoy está iluminado y cubierto de decoraciones brillantes que son como tantos frutos maravillosos”, continuó.
“Dejando su ropa oscura por una explosión brillante, ha sido transfigurado, convirtiéndose en portador de una luz que no es la suya sino que da testimonio de la verdadera Luz que viene a este mundo”, añadió.
Benedicto XVI comparó el destino de ese árbol con el de los pastores, que, “velando en las tinieblas de la noche, son iluminados por el mensaje de los ángeles”.
“La suerte de este árbol también es comparable a la nuestra, nosotros que estamos llamados a dar buenos frutos para manifestar que el mundo ha sido verdaderamente visitado y rescatado por el Señor”, afirmó.
Para el Papa, el árbol de Navidad levantado desde el nacimiento junto al obelisco central de la Plaza de San Pedro, “manifiesta, a su manera, la presencia del gran misterio presente en el lugar sencillo y pobre de Belén”.
“A los habitantes de Roma, a todos los peregrinos, a todos los que irán a la Plaza de San Pedro a través de las imágenes de las televisiones del mundo entero, les proclama el advenimiento del Hijo de Dios”, dijo.
Y añadió: “A través suyo, son el sol de vuestra tierra y la fe de las comunidades cristianas de vuestra Región los que saludan al Niño-Dios, Él que ha venido a hacer nuevas todas las cosas y a llamar a todas las criaturas, desde las más humildes hasta las más elevadas, a entrar en el misterio de la Redención y asociarse a ella”.
El abeto está decorado de blanco y oro, los colores del Vaticano, y se ilumina este viernes.Es un árbol centenario de treinta metros de altura, siete metros de diámetro y 2,65 metros de circunferencia, que pesa catorce toneladas.
Procede del bosque de las Ardenas, situado en una frondosa zona natural especialmente protegida; iba a ser talado, con otros del mismo bosque, para permitir el crecimiento de otros árboles y plantas cercanas.
Su madera se utilizará también para realizar unas esculturas que se venderán para recaudar dinero para los pobres.
La tradición de colocar el árbol de Navidad y el Nacimiento en la plaza de San Pedro se remonta al año 1982.
Fue Juan Pablo II quien sugirió que se colocara la representación del misterio de Belén, siguiendo el espíritu del Nacimiento realizado por san Francisco de Asís en 1223.
Desde hace 27 años, diferentes regiones de Italia y de Europa se turnan para ofrecer el árbol que acoge a los miles de peregrinos que llegan a la plaza de San Pedro entre Navidad y el día de Reyes.