CIUDAD DEL VATICANO, jueves 7 de enero de 2010 (ZENIT.org).- “La Iglesia católica en Turquía está esperando el reconocimiento jurídico civil”, que “la ayudaría a disfrutar de una plena libertad religiosa y a realizar una todavía mayor contribución a la sociedad”.
Lo afirmó este jueves Benedicto XVI en su discurso al nuevo embajador de Turquía ante la Santa Sede, Kenan Gürsoy, recibido en el Vaticano para presentar sus Cartas credenciales.
El Papa explicó que “los católicos en Turquía aprecian la libertad de culto que está garantizada por la Constitución, y les complace poder contribuir al bienestar de sus conciudadanos, especialmente a través de la participación en actividades caritativas y en la asistencia sanitaria”.
“Para que esos dignos esfuerzos puedan florecer, estoy seguro de que el Gobierno continuará haciendo lo que pueda para ver que ellos reciben cualquier apoyo que pueden necesitar”, añadió.
En su discurso al nuevo embajador, Benedicto XVI también indicó que reza fervientemente para que el diálogo con los musulmanes “conduzca a una mayor confianza entre individuos, comunidades y gentes, especialmente en las zonas de conflicto de Oriente Medio”.
En este sentido, destacó que “como Estado democrático secular que atraviesa la frontera entre Europa y Asia, Turquía está bien situada para actuar como puente entre el Islam y Occidente, y para realizar una significativa contribución a los esfuerzos por llevar paz y estabilidad a Oriente Medio”.
Mostró el aprecio de la Santa Sede por “las numerosas iniciativas que Turquía ha llevado a cabo ya en este sentido”.
Y aseguró que la Santa Sede “está dispuesta a apoyar los esfuerzos adicionales para acabar con los largos conflictos de la región”.
El Santo Padre señaló que “como la historia ha mostrado tan a menudo, las disputas territoriales y las rivalidades étnicas sólo pueden resolverse de manera satisfactoria cuando las aspiraciones legítimas de cada parte son debidamente tenidas en cuenta; y las injusticias del pasado, reconocidas y, cuando es posible, reparadas”.
También destacó “la alta prioridad que la Santa Sede concede a la búsqueda de soluciones justas y duraderas para todos los conflictos de la región, y su disposición a poner sus recursos diplomáticos al servicio de la paz y la reconciliación”.
Benedicto XVI recordó su visita a Turquía en el año 2006 y especialmente uno de sus aspectos más destacados: su encuentro con el Patriarca Bartolomé I en el Fanar.
Reiteró su agradecimiento por la “cálida acogida” que recibió en el primer país eminentemente islámico (donde el 98% de la población es musulmana) que visitaba como Papa.
“Estuve contento de poder expresar mi estima a los musulmanes y reiterar el compromiso de la Iglesia católica para llevar adelante el diálogo interreligioso en un espíritu de respeto mutuo y amistad, dando testimonio común de la fe firme en Dios que caracteriza a cristianos y musulmanes, y tratando de conocernos mejor mutuamente para fortalecer los lazos de afecto entre nosotros”, dijo.
También destacó el aprecio de los cristianos por los esfuerzos para facilitar las peregrinaciones y las celebraciones litúrgicas en los lugares relacionados con san Pablo (entre los que Turquía ocupa un lugar destacado) en el bimilenario del nacimiento del apóstol.
El Santo Padre ya había expresado la petición de que Turquía reconozca jurídicamente a la Iglesia, el pasado mes de febrero al recibir a los obispos del país en visita “ad limina”.
En aquel momento, Benedicto XVI recordó que “le corresponde al Estado garantizar con eficacia a todos los ciudadanos y a todas las comunidades religiosas la libertad de culto y la libertad religiosa, siendo inaceptable toda violencia contra los creyentes, cualquiera que sea su religión».
Turquía fue cuna de algunas de las primeras comunidades cristianas más florecientes, acogió durante un tiempo a san Juan y a la Virgen María, según la tradición, lo cual facilitó que surgieran allí numerosos padres de la Iglesia.
Actualmente, en los lugares o incluso templos que custodian estas memorias, en ocasiones, a la comunidad cristiana no se le permite celebrar el culto.