Fallece en el terremoto el arzobispo de Haití; los misioneros se movilizan

La Iglesia está sufriendo terribles pérdidas

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ROMA, miércoles, 13 enero 2010 (ZENIT.org).- El obispo de Puerto Príncipe, monseñor Joseph Serge-Miot, ha fallecido en el violento terremoto que flageló este martes la capital de Haití y su cuerpo ha sido encontrado en los escombros del arzobispado, según han confirmado en Roma fuentes misioneras.

El vicario general de la arquidiócesis, monseñor Benoît Seguiranno, al cierre de esta edición se encontraba desaparecido, ha añadido la agencia Missionary International Service News Agency (MISNA), citando a los misioneros de la Sociedad de Santiago presentes en Haití desde hace cuarenta años.

Monseñor Miot, de 63 años, era arzobispo desde hace dos años y había sido coadjutor de esa arquidiócesis durante más de diez. Fue consagrado obispo en 1997 por monseñor Christophe Pierre, entonces nuncio apostólico en Haití, actual representante papal en México.

Testimonio de misioneros

«Estamos por los suelos» («Nou atè nèt», en creole), ha explicado en un mensaje de correo electrónico enviado a MISNA el padre André Siohan, de los misioneros de Santiago.

«He estado en el centro de la ciudad esta mañana para visitar a las comunidades religiosas amigas: la zona está totalmente devastada y hay miles de víctimas. Es terrible. Todos nosotros estamos bien, pero no tenemos noticias de algunos de nuestros seminaristas. Alguno ha quedado herido, quizá alguno haya muerto. Rezad por nosotros», pide el misionero que logra comunicar a través de un sistema por satélite.

El hermano de esa institución religiosa, el padre Pierre Le Beller, informa a MISNA que «bajo tiendas de campaña instaladas en el jardín de nuestra casa dañada por el terremoto, se encuentran en este momento nuestros hermanos, algunos seminaristas, amigos y vecinos del barrio de Pacot. Tenemos miedo de que haya un numero altísimo de heridos: la verdadera emergencia será atenderles», dice Le Beller, subrayando que ya, en tiempos normales, los hospitales sufren muchas limitaciones en el país más pobre de esa zona del Caribe.

«Los testimonios son aterradores, se escuchan los gritos y el llanto de los heridos, nos preguntamos cuántos habrán quedado bajo los escombros… Nos dicen que la catedral se ha derrumbado, al igual que el palacio nacional y el de la ONU, un edificio de cinco pisos».

El padre Le Beller revela que también ha quedado destruido el Centro Cáritas, en el barrio de San Antonio, una institución de ayuda, acogida y reintegración para muchachos de la calle, que él mismo había creado y al que se había dedicado con todas sus energías. Gracias a Dios, añade, por ahora, parece que todos los jóvenes del centro están vivos.

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ZENIT Staff

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