CIUDAD DEL VATICANO, jueves 7 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- La actual crisis de fe plantea a la Iglesia un «desafío comunicativo» «muy empeñativo», reconoce Benedicto XVI.
Este desafío consiste en «ayudar al hombre contemporáneo a orientarse a Cristo, único Salvador, y a mantener encendida en el mundo la llama de la esperanza para vivir dignamente el hoy y construir adecuadamente el futuro».
El Papa compartió esta inquietud con los 230 participantes, procedentes de 85 países, en el congreso mundial de la prensa católica, a quienes recibió en audiencia al concluir este evento convocado por el Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales.
«Los cristianos no pueden ignorar la crisis de fe que ha llegado a la sociedad. O simplemente, confiar en que el patrimonio de los valores transmitido a lo largo de siglos pasados pueda seguir inspirando y plasmando el futuro de la familia humana», aseguró el obispo de Roma.
«Parece evidente que el desafío comunicativo es, para la Iglesia y para cuantos comparten su misión, muy comprometido. Los cristianos no pueden ignorar la crisis de fe que ha llegado a la sociedad», aseguró en la Sala Clementina del Palacio Apostólico Vaticano.
«La idea de vivir ‘como si Dios no existiese’ se ha demostrado deletérea –añadió el Papa–: el mundo necesita más bien vivir ‘como si Dios existiese’, aunque no tenga la fuerza de creer, o de lo contrario éste produce sólo un ‘humanismo inhumano'».
En este contexto, «La búsqueda de la verdad debe ser perseguida por los periodistas católicos con mente y corazón apasionados, pero también con la profesionalidad de operadores competentes y dotados de medios adecuados y eficaces».
En su análisis del desafío comunicativo que se plantea a la Iglesia, el pontífice constató que ante todo está «es el riesgo de la indiferencia hacia la verdad».
» De hecho, las nuevas tecnologías, junto a los progresos que conllevan, pueden hacer intercambiable lo verdadero y lo falso, pueden inducir a confundir lo real con lo virtual».
«Además, la grabación de un acontecimiento, alegre o triste, puede ser consumida como espectáculo y no como ocasión de reflexión».
«La búsqueda de los caminos para una auténtica promoción del hombre pasa entonces a segundo plano, porque el acontecimiento es presentado principalmente para suscitar emociones».
Para el Papa, «estos aspectos suenan como campana de alarma: invitan a considerar el peligro de que lo virtual aleje de la realidad y no estimule a la búsqueda de lo verdadero, de la verdad».
En las palabras de saludo que dirigió durante la audiencia al Papa, el arzobispo Claudio Maria Celli, presidente del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales, reconoció que para los periodistas católicos «no faltan dificultades, tensiones en el trabajo cotidiano».
«En un contexto de ‘dictadura del relativismo’, en una ‘época de pasiones tristes’, donde es problemático encontrar una respuesta a la profunda búsqueda de infinito, de un sentido de la vida, tenemos necesidad de su magisterio», añadió dirigiéndose al pontífice.