CIUDAD DEL VATICANO, jueves 14 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Publicamos a continuación las intervenciones pronunciadas hoy jueves por la mañana, en la sexta Congregación general de la Asamblea Especial para Oriente Medio del Sínodo de los obispos.
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– Mons. William Hanna SHOMALI, Obispo titular de Lidda, Obispo auxiliar de Jerusalén de los Latinos (JERUSALÉN)
La Iglesia respira con dos pulmones, escribía Juan Pablo II: las Iglesias Orientales y la Iglesia Católica Latina. Estas dos tradiciones se reencontraron felizmente en Oriente.
La Iglesia latina de Oriente no es occidental, aunque abarque a muchos de occidentales. Un cristiano árabe que pertenece a esta iglesia se siente totalmente oriental y totalmente de rito latino. La mayor parte de los libros litúrgicos de la liturgia latina han sido traducidos en árabe.
Los cantos litúrgicos pasaron de la fase de imitación y de préstamo a la fase de creatividad. En la primera fase, nuestros antepasados le pedían prestado al canto gregoriano, a los repertorios de cantos europeos y a la liturgia siro maronita. En la segunda fase hemos pasado a la creatividad. Nuestros músicos, conociendo la índole de la liturgia latina como la precisión, la concisión y la claridad, han compuesto unos cantos de gran valor. Ellos han unido la tradición gregoriana a la música oriental como en el canto de los salmos.
Mediante la liturgia latina, nuestros fieles se sienten unidos a la gran Iglesia que utiliza este rito a escala mundial. Cuando viajan o emigran, se insertan con facilidad en los países y las parroquias que los acogen. Los peregrinos que visitan Tierra Santa participan a nuestra liturgia dominical reconocen su propia liturgia y participan con alegría y sin dificultad.
Esta liturgia es para nosotros el lugar por excelencia de la catequesis y la santificación. En el período reciente, nos alegramos por la beatificación de dos religiosas palestinas: una de ellas carmelita y la otra es la fundadora de las hermanas del Rosario.
A pesar de lo que se ha realizado en materia litúrgica, es aún necesario un trabajo grande y sabio de inculturación, sobre todo en lo que concierne al sacramento del matrimonio y a los ritos de bautismo y los funerales. Esta inculturación debería respetar la índole latina y la cultura oriental.
Anhelamos vivamente la unificación de la fiesta de Pascua con las Iglesias Ortodoxas. Esto implica también la unificación del período de cuaresma y, porqué no, también el modo de vivir la abstinencia y el ayuno. Ya que el ayuno es un valor respetado tanto en el Islam como en el judaísmo, sería deseable que los católicos de ritos orientales y los latinos unifiquen también su manera de ayunar. Esto sería una señal positiva para los cristianos e, igualmente, para los no cristianos.
La misión de evangelización y de santificación pasa por la liturgia. La liturgia latina en Oriente Medio tiene un papel que debe jugar en el respeto total de las liturgias orientales, también ellas tienen un gran mérito en la catequización y la santificación de sus fieles.
[Texto original: francés]
– Mons. Cyrille Salim BUSTROS, S.M.S.P., Arzobispo de Newton de los Greco-Melquitas (ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA)
Los musulmanes repiten a quienes les quieran entender: “El Islam es la religión de la tolerancia”. Basan este eslogan en la famosa frase del Corán: “Ninguna coacción en materia de religión”. Por un lado, y en principio, la afirmación de la tolerancia está clara en el Corán. Pero por otro lado, y de hecho, las leyes de todos los países árabes, salvo Líbano donde está permitido cambiar de religión, amenazan de muerte al musulmán que se convierta a otra religión. Nosotros nos preguntamos aquí: ¿dónde está la tolerancia? ¿Cómo se puede conciliar el principio claro de tolerancia en el Corán con la amenaza de muerte que pende como la espada de Damocles sobre la cabeza del muslmán que se atreva a pensar en cambiar de religión?
Esta ley de la amenaza de muerte está basad, dicen, en un supuesto hadith del profeta Mahoma que decía: “A cualquiera de vosotros que abjure de su religión, matadlo”.
¿Cómo se puede salir de este callejón sin salida? El único camino, creo, es el diálogo con los musulmanes sabios para llegar a la necesidad de interpretar las leyes musulmanas en su contexto histórico, y de enseñar que este hadith, o no viene del profeta, sino de un Khalife que, en tiempos de las conquistas muslmanas, inventó este hadith para proteger a la sociedad musulmana o, si proviene del profeta, habría que interpretarlo en su contexto histórico. Y el principio de tolerancia fijado claramente por el Corán debe pasar por encima de cualquier ley establecida ….. razones históricas.
La sociedad musulmana hoy no tiene nada que temer del paso de algunos musulmanes al Cristianismo. El principio primero de todas las sociedades es la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley. El respeto de la conciencia de cada individuo es la señal del reconocimiento de la dignidad de la persona humana.
El siglo XXI ha empezado desgraciadamente por ser el siglo del conflicto de civilizaciones. Es nuestro deber, Cristianos y Musulmanes, trabajar juntos para transformarlo en siglo de la cooperación entre las civilizaciones para la promoción de los derechos del hombre y la paz universal en todo el mundo.
[Texto original: francés]
– Ignace Youssif III YOUNAN, Patriarca de Antioquía de los Sirios (LÍBANO)
La palabra Verdad en árabe “haqq”significa también Derecho (lo que es debido). ¿No es acaso una coincidencia muy significativa que haya una relación tan estrecha entre “Verdad” y “Justicia”?
Desde hace dos mil años y, en particular, durante los últimos 14 siglos, los cristianos han pasado a ser minoría en sus propios países, han sido duramente puestos a prueba en su testimonio de fe, llegando hasta el martirio.
Nuestro Salvador amado, antes de su última ofrenda, defendía la Verdad, sinónimo de derecho inalienable de la persona a la libertad, prodigando su Salvación para todos, incluso para aquellos que se oponían a su mensaje de amor inefable y universal.
Nuestra salvación es adherir valientemente a su mensaje y proclamar, sin temor alguno, la Verdad en la verdadera caridad.
Nuestros fieles, que en la atormentada región de Oriente Medio tienen derecho a esperar, esperan mucho de este Sínodo. Debemos darles las razones de su fe, inseparable de la Esperanza en nuestro Salvador amado, que nos conforta: “no temas pequeño rebaño”.
Y viviendo así la fe de un solo corazón y de una sola alma, sabremos dar testimonio juntos y con el valor de Áquel que dijo “Yo soy la verdad y la vida”. Solamente la Verdad nos hará libres.
“En el laicismo y en el fundamentalismo se pierde la posibilidad de un diálogo fecundo y de una provechosa colaboración entre la razón y la fe religiosa” (Veritas in Caritate 56).
[Texto original: francés]
– Mons. Thomas Christopher COLLINS, Arzobispo de Toronto (CANADÁ)
Tanto en tiempos antiguos como modernos, los cristianos de Oriente Medio sufrieron tribulaciones, pues son una minoría vulnerable. Un situación como esta no da una razón natural para la esperanza.
Los primeros cristianos fueron sostenidos en su lucha y, al final, florecieron porque la esperanza fue nutrida por la visión de la fe que encontramos en el Apocalipsis y por la amorosa comunión que se halla en San Pablo, mediante la cual los cristianos de las nuevas comunidades asistieron a los cristianos de Jerusalén, tierra natal de la fe de todos ellos, como Oriente Medio lo es para nosotros.
Estas dos fuentes de esperanza y vida necesitan
ser exploradas en la situación actual.
[Texto original: inglés]
– Mons. Claudio Maria CELLI, Arzobispo titular de Civitanova, Presidente del Pontificio Consejo de las Comunicaciones Sociales (CIUDAD DEL VATICANO)
-Como oportunamente subrayan el Instrumentum laboris (N.67) y la Relatio (p. 12), los medios de comunicación, los tradicionales y los nuevos, ofrecen una gran ocasión para la evangelización y la difusión de los valores del Evangelio. Sobre todo entre los jóvenes, que quizá no frecuentan la Iglesia con asiduidad y en cambio usan cada vez más estos medios y comunican entre sí a través de las redes.
-Deseo destacar, sin embargo, que estamos hablando no sólo de instrumentos, sino de una verdadera cultura creada por una complejidad comunicativa jamás vista hasta ahora en la historia.
-Hablo a partir de un ejemplo. Las Iglesias que viven en oriente tienen una tradición iconográfica secular, una admirable capacidad para crear un lenguaje mediante las imágenes. Éstas no son sólo el fruto de una espiritualidad sino que la refuerzan, y generan también una cultura, una escuela de vida y de pensamiento que forman parte de la identidad comunitaria de tantas Iglesias locales y de la sociedad.
-La cultura actual proviene de nuevos lenguajes y procesos de pensamiento a los que, a la vez, nutre. Penetra en las mentalidades, en el modo de entender, de aprender, en los temas sobre cuales se dialoga. No podemos, por tanto, responder a los desafíos de hoy y de mañana con las soluciones de ayer. No podemos seguir hablando en nuestras categorías a una población cada vez más alejada de éstas. Por amor de nuestros pueblos, debemos hacer una conversión pastoral, aprender de nuevo cómo escuchar y comunicar, lo que no quiere decir ir detrás de la última tecnología sino entender las categorías del otro y usarlas.
-Esta cultura “digital” está marcada por la inmediatez, la secuencia veloz de las imágenes, la música, el texto breve y conciso. La forma oral también ha cambiado, y la sola palabra no basta. El libro, la imprenta no desaparecerán y tampoco el pequeño boletín parroquial, pero esto no basta.
-La cultura digital está presente también en las diferentes naciones de Oriente Medio y en las Iglesias locales a través de la TV, la radio, el cine, los sitios web y las redes sociales. Todo este espacio mediático incide en la vida cotidiana; configura los valores, las elecciones, las opiniones o las preguntas, la agenda del pensamiento de las personas, también de los cristianos … a veces con una fuerza mucho más incisiva que la de los catecismos, del sacerdote en las homilías, del Obispo mismo. No acaso el Santo Padre nos ha invitado a estar presentes, a ejercitar una diakonia de esta cultura ofreciéndole el mensaje de Cristo en los lenguajes de hoy, digitales o impresos, presenciales y virtuales, anunciando la Misericordia de Dios, la escucha del otro, el amor a los enemigos, la acogida y el respeto de cada ser humano, en particular de los débiles. Diakonia, servicio a las personas en su cultura.
-Esto es posible también en el diálogo con los no creyentes, con tantas personas que buscan a Dios, abriendo -como nos ha invitado el Papa Benedicto- uno “patios de los gentiles”, es decir unos espacios de diálogo y de escucha para aquellos que tienen preguntas y están a la búsqueda. Los medios de comunicación sorprenden al mundo con la cantidad de libros, películas, sitios web, etc, relativos a la cuestión religiosa, la búsqueda de lo trascendente y de una espiritualidad, la búsqueda de la justicia y la paz. La Iglesia debe escuchar, caminar con esta humildad y ofrecer el tesoro precioso del Evangelio. Pero debe tratar de hacerlo en las categorías usadas actualmente.
-Como indica la Relatio, por lo tanto, es necesaria una formación de los agentes de pastoral. Ciertamente de los laicos y, en particular, de los periodistas pero no sólo de ellos. Urge la formación de los seminaristas, no tanto en la tecnología, que saben usar mejor que nosotros, sino en la comunicación, la comunión en esta cultura en rápido desarrollo. Sin los sacerdotes -y luego los obispos- que comprendan la cultura de hoy día, habrá todavía una diferencia que no favorece la transmisión de la fe a los jóvenes en la Iglesia. No basta construir unos sitios web, es necesaria una presencia que logre crear vínculos de comunicación auténtica, que abra “lugares” de encuentro para el testimonio de la fe y del respeto del otro. Obviamente, esto no significa descuidar el encuentro personal y la vida comunitaria presencial, no se trata de acciones alternativas. Las dos ya son indispensables para la extensión del Reino de Dios.
[Texto original: italiano]
– Mons. Robert Joseph SHAHEEN, Obispo de Our Lady of Lebanon of Los Angeles de los Maronitas (ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA)
Es definitivamente un signo de los tiempos reunir este Sínodo para discutir sobre la Iglesia Católica en Oriente Medio: Comunión y Testigo.
Reflexionando sobre el asunto de la Emigración, tal como se evidencia en el Documento de Trabajo del Sínodo, observo que nuestros fieles están divididos en grupos según el vínculo que tienen con sus propias raíces:
– mucha gente emigró a los EEUU de finales del siglo XIX a principios del XX. Hemos perdido a muchas personas debido a la falta de pastores
– un grupo numeroso emigró debido a la inestabilidad de los últimos cuarenta y cinco años: el conflicto palestino-israelí, la guerra civil en Líbano, la guerra en Iraq, …
– desgraciadamente, hay un grupo que corta sus vínculos totalmente con Oriente Medio
– hay otro grupo que no tiene ningún vínculo de sangre con Oriente Medio, pero se siente atraído por las liturgias orientales y su belleza.
Partiendo de esta realidad, sugiero algunas ideas y proyectos para su consideración:
– los esfuerzos cabildeos no deben restringirse a nuestros fieles de las iglesias orientales; recibirían más apoyo y, seguramente, un mayor impacto si la Iglesia Católico Romana uniera sus fuerzas
– sería beneficioso trabajar junto a las Iglesias Ortodoxas y Protestantes en el extranjero con el fin de encontrar medios de apoyo para nuestros hermanos y hermanas en Oriente Medio
– sería una gran iniciativa tener, anualmente, un Fin de Semana de Conciencia Mundial en todas las Iglesias sobre los cristianos en Oriente Medio
– mucha de nuestra gente sostiene a sus familiares. Sería benéfico crear algún tipo de fondo de ayuda para la creación de trabajos y oportunidades.
Espero que este Sínodo dé buenos frutos, que agraden a nuestro amado Dios. Nos comprometemos a rezar más y a trabajar más duro por el bien de la Cristiandad en Oriente Medio.
[Texto original: inglés]
– Mons. Jean TEYROUZ, Obispo titular de Melitene de los Armenios, Obispo de Curia de Cilicia de los Armenios (LÍBANO)
1. “La Iglesia católica tiene en gran aprecio las instituciones… de las Iglesias orientales. Pues en todas ellas, preclaras por su venerable antigüedad, brilla aquella tradición de los padres, que arranca desde los Apóstoles, la cual constituye una parte de lo divinamente revelado y del patrimonio indiviso de la Iglesia universal” (Proemio del Decreto sobre las Iglesias Orientales). “Una tradición así debe ser atribuida a la Divina Providencia”.
2. En el primer puesto de estas Iglesias figuran las Iglesias Patriarcales. La Iglesia de Occidente ha bebido de su tesoro litúrgico, espiritual, jurídico y dogmático (DOE nº 14). La institución patriarcal es la forma tradicional de gobierno entre las Iglesias Orientales (EO nº 11). Los Patriarcas con sus sínodos constituyen la última apelación para cualquier clase de asuntos de su patriarcado (EO. nº 9). Esperamos que se desarrolle este patrimonio global para conservar la plenitud de la tra
dición cristiana ( DOE nº 15).
3. Hay quien dice emigración, hay quien dice diáspora. Algunas Iglesias Orientales tienen diásporas que cuentan con muchos más fieles que en su propio territorio. El Papa Juan Pablo II pidió que se mantuvieran e intensificaran las relaciones entre las comunidades católicas de la diáspora y los diferentes patriarcas. En efecto, una comunidad local no puede vivir fuera de su centro de unidad (cfr. Una esperanza nueva… nº 89). En la misma Exhortación, el Papa habla de las “raíces históricas que forman parte de la identidad nacional” (cfr. nº 1) y pone de relieve su “carácter profético” (cfr. nº 21).
4. Las Iglesias Ortodoxas gozan de varios poderes en todos los asuntos de su patriarcado. Desde una perspectiva ecuménica no concederle a las Iglesias Orientales Católicas más poderes jurisdiccionales supone un obstáculo y se corre el riesgo de que desaparezcan un día. No planificar el futuro significa fracasar. La vida tiene su manera de castigar a los retardatarios. En cambio, el hecho de que estas mismas Iglesias tengan más jurisdicción ¿no es un estímulo que favorece la unidad de las Iglesias?
En conclusión, ¿no sería conveniente que la Iglesia Católica concediese más poderes jurisdiccionales a los patriarcas de las Iglesias sui iuris por el bien de todas las Iglesias Católicas y Ortodoxas?
[Texto original: francés]
– César ESSAYAN, O.F.M. Conv., Consejero de la Delegación General de Oriente y Tierra Santa de la Orden de los Hermanos Menores Conventuales (LÍBANO)
La Palabra de Dios, tan amada por nuestro Padre San Francisco, es el lugar del encuentro cara a cara con Cristo. Es allí, en la meditación y la contemplación donde yo me reúno con Aquél que es “mi Señor y mi Dios”, Aquél que se me revela y que al mismo tiempo me revela a mí mismo y me invita a convertirme en el “hombre nuevo” del que nos habla san Pablo en sus cartas. Se trata de entrar en comunión con Dios Creador y Salvador.
Lamentablemente nuestros cristianos conocemos mal a Cristo y su Evangelio. Se utilizan con frecuencia palabras impropias para hablar de Dios, y concepciones impregnadas de otras creencias.
Los ejemplos son muchos y todos convergen en una sola idea: tenemos falsas imágenes de Dios. Es pues prioritario volver a la Palabra de Dios, porque toda nuestra vida depende, lo queramos o no, de nuestra concepción de Dios.
Y si Dios es relación y comunión en Sí mismo, nuestras divisiones se convierten con frecuencia en fuente de dudas y sufrimientos, y los fieles no pueden sino alejarse de una Iglesia que rechaza en su seno el perdón, la reconciliación y la comunión.
¿No es tiempo de caminar juntos por el bien del pueblo de Dios que nos ha sido confiado? ¿Qué nos cuesta coordinar nuestros esfuerzos” ¿No es posible también crear iniciativas comunes con nuestros hermanos ortodoxos? Como, por ejemplo, unas jornadas ecuménicas “medio-orientales” para los jóvenes según el modelo de las Jornadas Mundiales de la Juventud. Sólo cuando ellos se sientan Iglesia rodeados y animados por los Pastores podrán ser los testigos que Dios espera.
No se trata de hablar de nuestros cristianos sino de nosotros mismos: ¿hasta qué punto estamos dispuestos a correr el riesgo del Evangelio que nos invita a amar a nuestros enemigos (que con frecuencia son nuestros hermanos), el riesgo de la Reconciliación y la Comunión anticipadas con nuestros hermanos ortodoxos y los de las Iglesias reformadas?
“No tengan miedo” nos repite Cristo y con Él también este Sínodo “porque yo estaré con ustedes hasta el fin de los tiempos”.
[Texto original: francés]
– Mons. Rabban AL-QAS, Obispo de Amadia de los Caldeos (IRAQ)
La antigua y gloriosa Iglesia Sirio- Caldea fue, desde los primeros siglos y hasta que se estableció la Umma Islámica, una gran evangelizadora. Nuestro vivo deseo es que los cristianos se fortifiquen, para así ser testigos de la resurrección del Señor. Su testimonio y presencia también será un servicio para los no cristianos.
Por esto, hoy necesitamos re-evangelizar a nuestros cristianos y, sobretodo, a aquellos que ya no participan a la vida de la Iglesia.
Las estadísticas, independientemente de la calidad de la fe, demuestran una participación en la Misa dominical de un máximo del 20%. Muchos jóvenes ya no participan, o participan ocasionalmente en los sacramentos. Este nos parece un signo que nos llama a la movilización, antes de que sea tarde.
Hay que volver a un anuncio explícito en los modos en los que el Señor muestra válidos para los tiempos de hoy, seguido necesariamente de una formación permanente.
Para que se renueve la fe de los cristianos, para que su vida y gozo sean contagiosos, necesitamos que nuestras comunidades den los signos de fe ya indicados por Jesús: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado, por esto sabréis que sois mis discípulos”. Este amor puede manifestarse, de manera concreta, mediante una nueva evangelización que cree comunidades a nivel de hombre, unidas no solo por la etnia, sino sobre todo por la Palabra escuchada y acogida.
El ataque que llega de occidente y del influjo musulmán contra la familia, la posibilidad de divorcio y de la emigración, la difusión de los anticonceptivos, la legalización del aborto, la planificación familiar o control de la natalidad, la difusión y el negocio de la pornografía, todo ello lleva a una nueva visión de la familia. Aquí disminuyen también las familias numerosas y predomina la visión laicista donde el hombre es quien planifica todo.
Un aspecto importante, escasamente tratado en el documento es la misión en la Iglesia de las nuevas realidades eclesiales. Después del Concilio, asistimos a un florecer de carismas, fruto del Espíritu Santo, como reconocido por la Iglesia.
[Texto original: italiano]
– Mons. Edgard MADI, Obispo de Nossa Senhora do Líbano em São Paulo de los Maronitas (BRASIL)
Cuando hablamos de monjes, Occidente mira a Oriente. El periódico italiano La Repubblica publicó un artículo el 26 de noviembre del año pasado, 2009, sobre un hermano colombiano, Darío Escobar, que ha vivido los últimos nueve años la vida monástica maronita en el Convento de Nuestra Señora de Houqa, en el Valle Canoubine en Líbano, vinculado a la congregación libanesa local.
El mundo necesita testigos.
La Iglesia Maronita conmemora este año el 1600 aniversario de la muerte de San Marón, monje y patrono de su Iglesia. Sugiero vivificar la vida monástica, la vida religiosa y monástica de nuestras Iglesias Católicas Orientales, como la de las Iglesias Ortodoxas. Esta vida renueva la Iglesia y constituye un testimonio. Infunde confianza a los cristianos orientales allí donde éstos forman parte de Oriente y promueve vocaciones, no sólo de Oriente Medio, sino también de la diáspora.
La existencia de personas religiosas y monjes mantiene a los cristianos en su tierra natal y renueva la expansión de los cristianos orientales en el mundo, recuperando sus raíces que son raíces espirituales orientales.
Sugiero que se forme un comité para profundizar este tema y para hacer que el Valle Canoubine en Líbano no sea sólo una fase de la historia ascética, sino también una parte del presente. Esto puede llevarse a cabo mediante la fundación de una nueva congregación patriarcal o dando espacio en este valle a todos las congregaciones católicas para que vivan en “comunión y testimonio”. Así seremos como María, que eligió la mejor parte.
[Texto original: árabe]
– Mons. Georges BOU-JAOUDÉ, C.M., Arzobispo de Trípoli del Líbano de los Maronitas (LÍBANO)
El Instrumentum Laboris apenas hace alusión al papel de los laicos en la Iglesia y su relación con el clero y l
os obispos.
En la Iglesia Maronita los laicos han participado siempre en la vida de la Iglesia por medio de las cofradías marianas.
Asimismo los laicos se han encargado siempre de la administración de los bienes y de las propiedades de la Iglesia; además, subdiáconos ordenados ayudan en las relaciones con la autoridad civil.
Nuevos movimientos han nacido en Occidente inspirados en estas bases. Algunos de ellos se han inculturado en las Iglesias orientales, y otros todavía no.
Las Jornadas Mundiales de la Juventud han originado varios grupos y asociaciones de jóvenes en las diócesis.
En 1997 tuvo lugar un congreso de laicos en Líbano, convocado por el Presidente del Pontificio Consejo para los Laicos. Otro se está preparando actualmente por decisión de los Patriarcas Católicos de Oriente.
[Texto original: francés]
– Mons. Camillo BALLIN, M.C.C.J., Obispo titular de Arna, Vicario Apostólico de Kuwait (KUWAIT)
En la tradición musulmana, el Golfo es la tierra sagrada del profeta del Islam, Mahoma, y ninguna otra religión debería existir en ella. ¿Cómo podemos vivir esta afirmación con la realidad de nuestras Iglesias en el Golfo, donde hay aproximadamente tres millones de católicos? Provienen en especial de los países de Asia y de otros. La realidad de su presencia, que no puede ocultarse, cuestiona la afirmación musulmana. Nuestra asistencia a estos fieles no puede limitarse únicamente a la celebración de la misa del domingo, o incluso cotidiana, y a nuestras homilías.
Necesitamos recuperar el aspecto misionero de la Iglesia. En efecto, una Iglesia sin espíritu misionero y que se encierra en sí misma, en sus propias devociones y tradiciones, está destinada a una vida que no es la vida “en abundancia” deseada por el Señor. En esto, las congregaciones misioneras latinas juegan un papel muy importante.
Urge acoger los carismas, las nuevas realidades eclesiales reconocidas por la Santa Sede, incluso si son juzgadas aptas únicamente para la Iglesia latina y poco, o nada, para las orientales.
Es importante formar a los cristianos de nuestras Iglesias en un espíritu verdaderamente católico y universal, capaz de romper el yugo del provincialismo (también religioso), del nacionalismo (etnocentrismo) y del racismo (latente).
Quiero asegurar a Vuestras Beatitudes los Patriarcas y a todos nuestros hermanos obispos que en el Golfo estamos intentando hacer todo lo que está en nuestro poder, y que si Uds. estuvieran allí no podrían hacer nada más.
Pedimos a nuestros hermanos musulmanes que nos concedan los espacios necesarios para rezar de forma conveniente.
[Texto original: francés]
– Mons. Sylvester Carmel MAGRO, O.F.M., Obispo titular de Salde, Administrador Apostólico del Vicariato Apostólico de Benghazi (LIBIA)
Los frailes franciscanos menores llegaron a Libia en 1628 para dar asistencia a muchos cristianos esclavos que fueron capturados durante las batallas y que han permanecido allí desde entonces. Actualmente, la presencia franciscana se manifiesta con dos Vicariatos Apostólicos: uno en Trípoli y otro en Bengasi.
Nuestras dos iglesias catedrales son el centro de un intenso ministerio pastoral y humanitario que alcanza a miles de cristianos que vienen a vivir y a establecerse aquí durante muchos años.
Los primeros inmigrantes que llegaron a Libia, en 1975, provenían de Kurdistán. La iglesia tuvo un papel decisivo en la asistencia a muchas familias cristianas kurdas, que en algunos casos volvieron a emigrar y se asentaron en otros países.
Durante los años 90, el país abrió sus puertas para recibir inmigrantes provenientes de Oriente Medio. Miles de cristianos de Siria, Líbano, Palestina e Iraq, de hecho, llegaron y se establecieron tanto en las regiones de Trípoli come de Bengasi y, junto con sus familias, llevaron una vida normal e industriosa.
Estos inmigrantes cristianos hallaron consuelo en la Iglesia católica en Libia, gracias también a la presencia de varias religiosas llegadas de su tierra natal. Se organizaron en parroquias personales según la lengua de cada grupo. Si bien pertenecían a otros ritos, se adaptaron completamente al rito Latino propio de nuestra iglesia.
Aunque estos inmigrantes encontraron en Libia un verdadero refugio de paz y seguridad, por lo que estarán eternamente agradecidos, sus sueños están puestos en la esperanza de “una tierra prometida” para lo cual esperan y rezan.
De hecho, poco a poco, durante los diez últimos años, muchos de los inmigrantes originarios de Oriente Medio han abandonado Libia tras haber encontrado una segunda patria en la que establecerse permanentemente junto con sus familias.
La iglesia de Libia está agradecida por haber sido instrumento de la Divina Providencia en el cuidado pastoral de estos hermanos en su momento de necesidad.
[Texto original: inglés]
– Mons. Georges Nicolas HADDAD, S.M.S.P., Arzobispo de Bāniyās, Cesarea de Filipo, Paneade de los Greco-Melquitas (LÍBANO)
El edificio libanés se construye alrededor del artículo 9 de la constitución de 1926, que estipula que la libertad de conciencia es absoluta. Rindiendo homenaje al Más Alto, el Estado respeta todas las confesiones, y garantiza y protege su libre ejercicio, con la condición de que no atente contra el orden público. Garantiza, igualmente, a las poblaciones, independientemente del rito al que pertenezcan, el respeto por su estatuto personal y sus intereses religiosos.
Líbano es, sin duda, uno de esos escasos países donde el pluralismo comunitario no está acompañado todavía por el predominio de una comunidad sobre las otras. Mantener el equilibrio es uno de los cometidos más delicados.
El “sistema libanés” ofrece un ejemplo significativo de libertad de religión y de conciencia, digno de ser protegido. Sólo queda la aplicación material, que necesita aclarar varios puntos y, sobre todo, evolucionar en el respeto de los derechos humanos:
– a pesar de la claridad del artículo 9 de la Constitución, la libertad de religión y de conciencia, queda como patrimonio de las 18 comunidades históricamente reconocidas por la decisión 60 LR de 1936 (12 cristianas, 4 musulmanas, una drusa y una judía). Toda persona que no forme parte de una de éstas es excluida de todo derecho en el ejercicio de sus libertades.
– Todo intento marcado por el proselitismo por parte de una u otra de las comunidades puede poner en movimiento reacciones extremistas, y a veces violentas.
– Toda conversión es percibida como una profunda ofensa hacia la comunidad de origen del converso y constituye la total ruptura social del converso con sus allegados.
– El diálogo intercomunitario es poco frecuente y consiste a veces en un simple contacto formal y ocasional.
En efecto, después del Vaticano II, la Iglesia intenta hallar una matriz reguladora entre la Verdad de la Palabra y los valores de la libertad. Los medios utilizados en este sentido siguen siendo las acciones llevadas a cabo por las Instituciones de la Iglesia de Líbano, sobre todo las educativas y las acciones sociales y humanitarias.
La educación y la ayuda del prójimo son la piedra angular de toda consolidación de la libertad de religión y de conciencia.
Valorizar y reforzar estos dos parámetros: estos son los desafíos a los que deben enfrentarse nuestras Iglesias, pues todo diálogo y toda libertad existen si lo intelectual no prevalece sobre lo básico y lo reflejo; la libertad de religión y de conciencia sólo pueden proliferar en un medio instruido y sin grandes diferencias sociales y económicas.
[Texto original: francés]
– Mons. Fares MAAKAROUN, S.M.S.P., Arzobispo de Nossa Senhora do Paraíso em São Paulo de los Greco-Melquitas (BRASIL)
Si leemos los signos de los tiempos a la
luz de la Palabra de Dios, veremos que la Salvación es volver a lo que nuestra Iglesia era en sus inicios: “la multitud de los creyentes tenían un solo corazón y sola una alma” (Hch 4,32). Esto significa que los creyentes vivían en un amor pleno y en una verdadera comunión, cumpliendo la Voluntad del Maestro Divino: Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial. (cfr. Mt 5,48, Lc 6,36).
Cada persona, en la Iglesia primitiva, anhelaba ser un miembro vivo del cuerpo sacramental de Cristo, interactuando con todos, ser santos y estar listo a sacrificar todo para alcanzar la santidad total.
Hoy, todos los esfuerzos para construir la paz en el mundo, para sembrar la tranquilidad en el corazón humano, para poner fin a todas las opresiones, a todos los conflictos entre religiones y entre naciones y entre todo ser humano y su hermano….todo esto parece tropezar con un muro impenetrable que nos impide alcanzar estos objetivos… y esto difundirá la angustia y el temor en los corazones de muchas personas y en la raza humana…
Nuestro Señor y nuestro Dios nos dice: “no temas, pequeño rebaño” (Lc 12,32). Yo estoy con ustedes todos los días y por siempre, las puertas del infierno no podrán impedir que alcance la perfección y la santidad.
Nuestro Señor y nuestro Dios está siempre con nosotros y con Él seremos victoriosos, por encima de todo, gracias al amor. Sabiendo que el amor hiere, que el amor mata… Pero el amor hace renacer y sólo el amor puede conquistar todo. Sí, realmente el amor es la llave de la Salvación. Pero no existe amor verdadero sin una verdadera santidad. Seamos santos porque nuestro Padre celeste es Santo. La santidad es la solución. Sí, el amor santificado es la solución.
[Texto original: árabe]
– Mons. Francis Némé BAÏSSARI, Obispo titular de Arado, Obispo auxiliar y Sincelo para Joubbé (LÍBANO)
Oriente Medio fue en gran parte cristiano. Cristo había dejado un mensaje. El cristianismo ha sido perseguido. Con el concilio de Nicea empezó la larga serie de excomuniones: Ario, Nestorio, Eutiques, Focio. La ruptura se consumó en el 1054. El legado del Papa excomulgó al patriarca Miguel Cerulario y éste excomulga al Papa. El Cristianismo está sacudido por las invasiones de los persas, los árabes, los mongoles, los otomanos. Los combatientes del Islam parten a la conquista del mundo. Siria entera será suya. Después conquistaron Egipto. El yugo del Imperio bizantino había sido tan pesado que los invasores fueron recibidos muchas veces con alivio. Para financiar la “Jihad”, los cristianos estaban sometidos a un impuesto, la “jizya”, cuyo peso elevado empujó a millares de ellos a optar por la religión del conquistador.
En efecto, la situación real varía según las épocas y las personalidades de los gobernantes. El daño había sido hecho, aunque los cristianos y los musulmanes siguieron trabajando para salvaguardar la tolerancia y la democracia amenazadas.
Juan Pablo II dijo: “En los umbrales del tercer milenio, el Cristianismo está todavía firmemente arraigado en Oriente Medio”.
[Texto original: francés]
– Mons. Francesco COCCOPALMERIO, Arzobispo titular de Celiana, Presidente del Pontificio Consejo para los Textos Legislativos (CIUDAD DEL VATICANO)
Por motivos de oficio tengo que hablarles sobre el derecho canónico oriental y por tanto también sobre el Código de Cánones de las Iglesias Orientales. Y lo hago con mucho gusto, tras la estela del reciente Congreso (8-9 de octubre) que ha conmemorado los veinte años transcurridos desde la publicación de dicho Código. El Congreso ha registrado la presencia de 400 participantes y por este motivo ha dado visibilidad, y sobre todo honor, no sólo al derecho canónico oriental, sino también, y de forma especial, a las venerables Iglesias de Oriente, todas representadas allí.
II. Ahora querría llamar Su atención sobre algunos elementos provenientes del Código oriental y de los que el Instrumentum Laboris, aunque no cite nunca cánones del Código, se hace perfectamente eco. En referencia al título del presente Sínodo: “comunión y testimonio”, encuentro en el Código oriental una serie de normas que pretenden promover la unidad entre las Iglesias sui iuris y también con las Iglesias no católicas. Pongo algunos ejemplos.
1) En la misma nación o región, a juicio de la Sede Apostólica, se pueden constituir asambleas de Jerarcas de diversas Iglesias sui iuris, incluidos los latinos, también con la participación de Jerarcas de las Iglesias no católicas. Estas asambleas tienen la finalidad de favorecer el intercambio de prudencia y experiencia, así como la confrontación entre las opiniones pastorales. Todo esto lleva a la unión de las fuerzas por el bien común de las Iglesias (cfr. can. 202; 322 CCEO – 447-459 CIC).
2) Se puede formular un proyecto común para la formación de clérigos, o también erigir un seminario mayor para las distintas Iglesias sui iuris de la misma región o nación, o incluso admitir en los seminarios mayores o menores alumnos de otras Iglesias sui iuris, siempre que en cada caso se observen las tradiciones del propio rito. (can. 330 §2; 332 §2; 333; 343 CCEO – 242, 237 CIC).
3) Para una acción pastoral unitaria el Obispo eparquial puede invitar a participar en la asamblea
eparquial a fieles pertenecientes a otras Iglesias sui iuris (también en el consejo pastoral – can. 273 §3 CCEO – 512 §2 CIC) o, como observadores, a fieles pertenecientes a Iglesias y comunidades no católicas (can. 238 §§2, 3 CCEO – 463 §§2, 3 CIC).
4) Para un servicio de solicitud pastoral hacia todos los fieles, se pide al Obispo eparquial que acoja también bajo su atento cuidado a quienes pertenecen a otra Iglesia sui iuris que no tienen una jerarquía suya; se le pide en concreto que se ocupe, en estrecha relación con la autoridad superior de esa Iglesia, de erigir parroquias personales, o de la asistencia espiritual por parte de un presbítero o de un párroco o de un sincelo (can. 192 §1; 193; 246; 280 §1; 916 §5 CCEO – 383, 518 CIC).
5) En las relaciones interconfesionales (ecuménicas) se solicita a toda la Iglesia, es decir, a todos los fieles, de modo especial a los Pastores, a que se comprometan en la unidad de los cristianos (can. 902, 903 CCEO), para ello se pide en concreto que en la catequesis católica se presente una recta imagen de las demás Iglesias y Comunidades eclesiales (can. 625 CCEO). Cada una de las Iglesias sui iuris debe promover unas iniciativas ecuménicas en el diálogo abierto, confiado y mediante unas iniciativas comunes con los demás cristianos (can. 904, 905 CCEO). Incluso, si es conveniente y útil, se pueden publicar las Sagradas Escrituras en colaboración con otros cristianos (can. 655 §1 CCEO – 825 §2 CIC). Se deben favorecer además con prudencia el diálogo y la cooperación con los no cristianos y hay que intentar poner a su disposición las Sagradas Escrituras con notas apropiadas (can. 592 §2; 655 §2 CCEO – 787 §1 CIC).
II. Otros argumentos, de actual importancia, que se han tocado en varios números tanto del Instrumentum Laboris como de la Relación anterior a la discusión, son, por ejemplo, los siguientes.
1) Cada una de la Iglesias, y en ellas todos los fieles, deben promover la justicia social (can. 25 §2 CCEO – 222 §2 CIC) y trabajar por la solución de los problemas sociales a la luz del Evangelio (can. 601 CCEO); los predicadores de la Palabra de Dios están obligados a instruir sobre la dignidad humana y sobre los derechos fundamentales, sobre el sentido de la justicia y la paz y sobre el deber de aplicarlas en nuestro mundo (can. 616 §2 CCEO – 768 §2 CIC).
2) Los fieles tienen que esforzarse para que el derecho a la libertad religiosa y el derecho a la libertad de educación sean reconocidos por la sociedad civil (can. 627 §3; 586
CCEO – 793, 748 §2 CIC) y deben trabajar para que la educación se extienda a todos los hombres (can. 630 §1 CCEO); las escuelas católicas y las universidades católicas deben cuidar la formación integral de la persona humana para que los alumnos aprecien los valores, humanos y morales , a la luz de la fe , y así puedan cultivar la justicia, la responsabilidad social y la fraternal convivencia (can. 629; 634 §§1, 3; 641 CCEO – 795 CIC).
3) A los laicos les corresponde conocer el patrimonio de su Iglesia para favorecer la unidad de acción entre los laicos de las distintas Iglesias sui iuris por el bien común de la sociedad (can. 405 CCEO) y ser testigos de Cristo a la hora de tratar las cosas temporales, también en la vida político-social proponiendo las leyes justas en la sociedad (can. 401 CCEO – 225 §2 CIC).
4) Para anunciar el Evangelio en el mundo la Iglesia debe reivindicar su derecho a usar los instrumentos de la comunicación social; los fieles especializados en la comunicación social tienen la obligación de colaborar, apoyar y favorecer esta misión de la Iglesia (can. 651; 652 §1 CCEO – 761, 822 §§2, 3 CIC). El derecho particular de cada una de las Iglesias sui iuris puede establecer unas normas sobre el uso de los medios de comunicación social (can. 653 CCEO – 831 §2 CIC).
[Texto original: italiano]
– Mons. Paul Nabil EL-SAYAH, Arzobispo de Haifa y Tierra Santa de los Maronitas, Exarca Patriarcal de Antioquía de los Maronitas (ISRAEL)
La cuestión ecuménica en Oriente Medio en general, y en Tierra Santa en particular, se ha convertido en uno de los desafíos más importantes para la Iglesia a todos los niveles. Tenemos 13 Iglesias principales en Jerusalén, con sus tradiciones y legados bien delineados respecto a otras partes del mundo, y sus fronteras físicas y psicológicas claramente definidas. El escándalo de nuestras divisiones son difundidas, a menudo, en directo, especialmente cuando ocurren en el Santo Sepulcro un Viernes Santo o en la Iglesia de la Natividad la mañana de Navidad, mientras los medios de comunicación observan.
En concordancia con los objetivos del Sínodo, explicaré este tema en tres puntos:
1) Nuestra identidad como Cristianos nos faltará siempre a que menos nos esforcemos realmente en hacer avanzar en el proyecto ecuménico.
2) La comunión en el seno de cada una de nuestras Iglesias y entre ellas es un requisito previo para reunir nuestras Iglesias hermanas, al igual que otras comunidades cristianas, cultivando así, un espíritu auténticamente ecuménico.
3)El testimonio no puede realmente llevarse a cabo si nuestras Iglesias no están juntas y no trabajan juntas. Alcanzar el desafío ecuménico no es para nosotros una opción, sino más bien una necesidad imperiosa.
A manera de conclusión hago tres sugerencias:
1) Deseo exhortar a nuestras Iglesias para que den los pasos necesarios para salvar al Consejo de las Iglesias de Oriente Medio, ya que parece estar al borde del colapso. Es el único amparo bajo el cual nuestras Iglesias pueden reunirse. Esto sería una gran pérdida para la causa ecuménica.
2)Dar al proyecto ecuménico una mayor importancia a nivel local, según las circunstancias de cada una de las parroquias o comunidades diocesanas.
3) Las instituciones y organizaciones son importantes, pero a menos que cultivemos el espíritu ecuménico en y entre nuestros pueblos, como se ha descrito anteriormente, las instituciones y organizaciones desaparecerán por completo.
La formación ecuménica, a todos los niveles, es una obligación, especialmente en los seminarios y centros de formación.
Para concluir, estoy plenamente convencido que uno de los criterios con los que será medido el éxito o fracaso de éste sínodo, será la capacidad de alcanzar el reto ecuménico. Estar juntos y trabajar juntos como Iglesias es una condición vital para lograr una presencia cristiana efectiva en Tierra Santa y en todo Oriente Medio.
[Texto original: inglés]
– Mons. Georges KAHHALÉ ZOUHAÏRATY, B.A., Obispo titular de Abila de Lisania, Exarca Apostólico para los fieles Greco-Melquitas residentes en Venezuela (VENEZUELA)
En referencia a los números 43 a148 del capítulo 4° sobre el tema de la «Emigración», es muy importante considerar: ¿Cual será el futuro de este fenómeno del éxodo de millares de familias y personas a otros países o continentes? En los países de emigración ya estamos en el tercer o cuarta generación. Es un gran potencial humano del Medio Oriente que pierden los países de origen en especial Tierra Santa. En el punto de vista religioso. ¿Qué pueden hacer unos Obispos o Exarcas Apostólicos y una cantidad limitada de sacerdotes frente a un mar de Emigrantes instalados en los nuevos países?
Nuestra proposición es diversa:
– Ayudar de la parte de la Santa Sede y jefes de Estado de la región del Medio Oriente a crear un ambiente de pacificación y justicia para que varias familias regresen a sus países de origen en especial las que habían dejado sus tierras a partir de la segunda mitad del siglo pasado.
– Nosotros los Emigrantes de Siria, Líbano, Palestina y permítanme decirlo de Egipto,
quedaremos siempre amorosos y pegados de nuestra tierra de origen: numerosos son los hombres y mujeres que podrían dar un impulso científico, económico y religioso como lo están haciendo en los países que nos han recibido y abierto los brazos con generosidad.
– La Iglesia local de rito latino ha ayudado mucho a nuestros hijos en varios países. Yo pienso que ha llegado la hora de organizarnos más, de coordinar nuestros esfuerzos como católicos Orientales, para conservar nuestras liturgias y tradiciones, trabajando en un clima de Ecumenismo con nuestros hermanos los ortodoxos y diferentes Iglesias históricas no católicas, ayudando de esta manera la Iglesia Universal a la cual pertenecemos todos a afrontar el desafío fuerte de las sectas y algunos medios de comunicación financiados por el poderío anticlerical internacional.
– La Iglesia Oriental en los países de Emigración, en especial en el nuevo mundo, pueden enriquecer con su liturgia la visión teológica y patrística del occidente. Esperamos pues que la Santa Sede nos ayude a conservar nuestras tradiciones igual que en nuestro Oriente. Algunas Conferencias Episcopales, conscientes del rol de estas Iglesias, han apoyado sus reivindicaciones para conservar su patrimonio Apostólico
[Texto original: español]
– Mons. Ibrahim Michael IBRAHIM, B.S., Obispo de Saint-Sauveur de Montreal de los Greco-Melquitas (CANADÁ)
En primer lugar quiero subrayar que si los cristianos de Oriente tienen dificultades para mantenerse en muchos de sus países, los inmigrantes orientales de mi eparquia no tienen menos, pero sus dificultades son diferentes. Por ejemplo, incluso después de treinta años, los inmigrantes están con frecuencia divididos y hasta “crucificados” entre dos mundo: su país de origen y su país de acogida. La inmigración no siempre es un viaje descansado.
La gran dificultad que viven los inmigrantes cristianos orientales es que su vida de fe, sus tradiciones, su costumbres, su herencia y su Historia están amenazados por un secularismo agresivo y por un ateísmo práctico que son la esencia de la nueva sociedad en la que vivimos. A causa de esta amenaza, muchos pueden experimentar una segunda inmigración que puede ser “final”, que puede ser un corte total con los valores antes mencionados.
Por otra parte, nuestra Iglesia vive con las mismas presiones que la Iglesia occidental, enfrentada a un ataque premeditado y, a veces, a unas leyes que eliminan los símbolos religiosos importantes.
Hemos oído hablar mucho de persecuciones en Oriente, y creo que una persecución de otro tipo ha comenzado y es vivida por los cris
tianos de occidente. Pero la Iglesia permanece firme y sigue conservando la Esperanza Evangélica.
Otro problema que tienen los inmigrantes cristianos católicos, son las soluciones de conveniencia debido a las grandes distancias entre sus residencias y su lugar de culto. En consecuencia, recurren al lugar de culto católico más cercano. Somos una pequeña minoría que podría ser asimilada por la gran mayoría.
Desde otro punto de vista, los cristianos de Oriente Medio que deciden abandonar sus tierras para evitar la coexistencia con las otras religiones ignoran que en Occidente la necesidad de coexistencia es tal vez más fuerte. Occidente se diversifica cada vez, transformándose a causa de la inmigración en un ambiente que acoge todas las etnias, las culturas y las religiones.
[Texto original: francés]
– Mons. Thomas MERAM, Arzobispo de Urmia de los Caldeos, Obispo de Salmas, Shahpour de los Caldeos (IRÁN)
Antes que nada, quisiera presentar mis agradecimientos y mi gratitud a todos aquellos que prepararon este difícil texto y que nos dieron el Instrumentum Laboris. El sínodo nos da esperanza y fortaleza para avanzar, a pesar de las dificultades, para que no desesperemos y no nos comprometamos frente a las dificultades diarias ,y de este modo, daremos un testimonio vivo y cristiano. Tal y como se menciona en el Instrumentum Laboris, éste (testimonio) es un mártir, y en muchos países de Oriente Medio, el Cristiano vive este martirio y debe soportar todo tipo de calamidades sin negar su fe. Los Cristianos de los inicios también fueron perseguidos y la historia da fe de ello. A pesar de los desastres y persecuciones, los Cristianos conservaron su fe con absoluta fidelidad y sinceridad. La Iglesia Caldea, en particular, fue perseguida y ofreció miles y miles de sus hijos en el altar de la fidelidad y del amor por Cristo. Fue por ello llamada Iglesia de los Mártires , que continuó emigrando de ciudad en ciudad, de país en país, hasta el día de hoy, sin nunca abandonar su verdadera fe, irrigada por la sangre de estos mártires y santos que la protegen, fortalecen y reconocen. Y hoy puedo repetir junto al profeta David: por ti somos sacrificados todos los días. El Cristiano carga todos los días su cruz y sigue su camino hacia el Gólgota, dando un testimonio vivo y silencioso, y este testimonio silencioso es un clamor escuchado solo por aquellos de buena voluntad. El Cristiano oye, día tras día, en los altavoces, en la televisión, en periódicos y revistas que él es un infiel tratado como ciudadano de segunda clase , pero la suya es una postura firme y sólida; no es su fe la que cambia sino que se siente más valiente y orgulloso de ella.Sobre el tema de la inmigración: este ha sido un problema por más de 100 años, no solo para los países de Oriente Medio, sino también para los de Asia, África y América Latina, y cada uno tiene sus propias razones ya que cada ser humano tiene el derecho de vivir donde prefiera y las razones para emigrar pueden ser de índole política, económica, el deseo de un mayor bienestar o de un futuro mejor, más próspero y sereno. Muchas personas se preguntan cuál es el provecho de este sínodo y qué hará por los Cristianos de Oriente Medio? Es cierto que no podemos hacer milagros rápidamente, pero al menos el sínodo nos da esperanza, y los Cristianos no se sentirán solos porque verán que todas las Iglesias del mundo se preocupan por ellos, ya que son miembros activos y santos del cuerpo de la Iglesia.
La Iglesia en Irán: Constatamos que la Iglesia se siente seriamente responsable cuando se enfrenta las dificultades, y a pesar de las pruebas y tribulaciones y de la ocasional falta de respeto, vemos la Iglesia crecer y prosperar. Sí, hay una considerable disminución en el número de Cristianos, especialmente católicos, aunque por otro lado, vemos que las vocaciones religiosas y sacerdotales están aumentando entre los ciudadanos de este país.
Permítanme compartir con ustedes algunas estadísticas:
Mons. Banana, el último Nuncio Papal en Irán, escribió un libro en 1979 llamado: “La Iglesia en Irán” en el que describió todo lo que la Iglesia Católica hace, a través de servicios cristianos, humanos y culturales. Antes había una sola casa para ancianos y minusválidos, pero ahora tenemos cuatro, que prestan servicios gratis a personas de toda denominación cristiana, sin discriminación alguna por motivos eclesiales o de identidad nacional.
En 1979 había solamente 51 sacerdotes de los cuales uno era iraní y dos nacionalizados iraníes. Había 73 monjas, de las cuales dos eran iraníes y la mayoría de sacerdotes y monjas; trabajaban en el ámbito educativo.
Pero ahora, después de la revolución islámica, la Iglesia ha enfrentado su mayor crisis de sacerdotes y monjas; podemos ver que el Espíritu Santo no dejó sola a la Iglesia en esta prueba, sino que inspiró, en los corazones de los hijos e hijas de la Iglesia, un sentimiento de mayor responsabilidad hacia su fe y su propia Iglesia. Y a pesar de la emigración continua, y del pequeño número de católicos vemos las vocaciones aumentar y a la Iglesia en Irán como un árbol con nuevas hojas y nuevos frutos.
Tenemos 14 sacerdotes, 6 de los cuales son iraníes y dos más están prestando un servicio a la Iglesia fuera del país. Tenemos 4 obispos que no son iraníes y 21 monjas de las cuales 15 son iraníes. Dos de ellas trabajan fuera del país y tres están terminando sus estudios universitarios; 10 de ellas le sirven a la Iglesia y al país, de acuerdo a su vocación, y le pedimos a Dios que aumente estas vocaciones.
Gracias por su escucha.
[Texto original: árabe]
– Mons. Issam John DARWICH, B.S., Obispo de Saint Michael’s of Sydney de los Greco-Melquitas (AUSTRALIA)
Esta intervención tiene dos partes:
En la primera parte hablaré sobre mi Iglesia en Australia y en la segunda sobre mi Iglesia en los países árabes.
Agradezco a Su Santidad el cuidado paterno de la Iglesia mediante Su llamada a esta Asamblea, en este tiempo en Roma, la ciudad de los Santos Pedro y Pablo.
Con gran respeto, tenemos que dar fe que la Iglesia Latina en Australia y Nueva Zelanda, sobre todo las Conferencias Episcopales, tienen un papel importante en el mantenimiento de la herencia y de las tradiciones católico-orientales.
Tenemos, para siempre jamás, una fraternal comunicación con los Cristianos Ortodoxos que proceden de Egipto, Sudán y Oriente Medio. Tenemos también buenas relaciones con los Coptos Ortodoxos de Egipto y Sudán y otra comunidades no-Calcídicas en el Este, como los Sirios y los Asirios, pues tenemos factores en común como el lenguaje, la cultura y las tradiciones.
Nuestras diócesis participan en el diálogo con muchas comunidades musulmanas de Australia, y la actividad más importante ha sido el establecimiento de la “Asociación Australiana para la Amistad entre Musulmanes y Cristianos”, que trabaja para reforzar las relaciones positivas entre las dos religiones y para disminuir las tensiones entre ellas mediante conferencias, visitas mutuas y actividades comunes, contribuyendo así a la resolución de los desacuerdos entre las comunidades musulmana y australiana en los años posteriores a los trágicos acontecimientos del 11 de septiembre de 2001.
Nosotros, como Católicos del Este y hermanos de las Iglesias Ortodoxas, especialmente de la Iglesia de Antioquía, deseamos que la Iglesia Católica Romana nos conceda un papel más amplio en el diálogo con nuestros hermanos ortodoxos, a nivel local e internacional. Esto nos guiará hacia un mayor acercamiento con las dos Iglesias de Antioquía, pudiendo así dar un gran testimonio a nuestras sociedades árabe, musulmana y cristiana.
Deseamos también que las Iglesias Católicas Orientales superen los obstáculos a los que se enfrentan en su misión Apostólica y Pastoral, permitiendo así
que el rostro de Cristo brille con fuerza.
Dos problemas principales:
1 – Vemos crecer la intolerancia entre las Iglesias Católicas Orientales, especialmente en el espíritu del clero y de los que trabajan en la administración de la Iglesia.
Esta intolerancia siembra sospechas y afecta claramente la actitud y la vida de los laicos. Para sanar esto se necesita una planificación para llevar a cabo la educación del clero y los laicos, con programas claros en modo tal que los católicos orientales cumplan la realidad de la única Iglesia universal. Es triste saber que no todos los católicos escuchan las palabras del Papa Benedicto XVI: “La Iglesia de Jesucristo no es Latina, no es Griega, no es Eslovena, sino Católica. Ella no distingue entre sus fieles Griegos, Latinos, Eslovenos o de otras nacionalidades; todos son iguales para la Santa Sede”.
2 – La comunicación entre las Iglesias Católicas Orientales sigue siendo superficial, con poca colaboración, sobre todo en lo referente a proyectos sociales y apostólicos. Un ejemplo de ello es la triste situación en Líbano, donde cada Iglesia parece interesada en alcanzar beneficios políticos para sí misma, en detrimento de las otras Iglesias, mientras deberían estar buscando el beneficio de todos los cristianos. Esto demuestra nuestra debilidad y división.
3 – Nosotros, que hemos sido llamados a ser pastores de almas, perdemos muchos tiempo en cuestiones políticas. Este debería ser el papel de los laicos mientras nosotros, los consagrados, deberíamos mostrar más interés en la proclamación de la Palabra de Dios y del Evangelio de Salvación, dedicando todas nuestras energías a ofrecer el pan espiritual y educativo a nuestros fieles. Nuestros católico-orientales, comprometidos con la fe en Oriente Medio y fieles al respeto mutuo y la convivialidad fraterna, podrían ofrecer una contribución importante y valiosa en el apoyo al mundo árabe y musulmán.
[Texto original: árabe]
– Mons. Ghaleb Moussa Abdalla BADER, Arzobispo de Argel (ARGELIA)
Dada su pequeña realidad, nuestra Iglesia es llamada cada día y a cada instante al encuentro del otro, del que es diferente … de tal manera que nuestra Iglesia casi ha hecho del encuentro su misión específica en estos países y se define incluso como “la Iglesia del encuentro”…En este encuentro con el otro comienza y se construye, día tras día, un diálogo espontáneo, gratuito, sincero y muy constructivo.
En la vida cotidiana este diálogo se hace sencilla presencia, sencillo compartir. Se traduce concretamente en servicios gratuitos, suscitados únicamente por el amor al prójimo y por el intento de responder a las necesidades de aquellos con los que estamos en diálogo. Dialogar en la vida cotidiana quiere decir vivir, trabajar, caminar, buscar juntos, dar y recibir, y a veces alegrarse y sufrir juntos.
En este diálogo cotidiano caen y desaparecen muchos prejuicios, miedos, temores, malentendidos, ignorancias y falsas ideas, y se construye un conocimiento y una confianza recíprocas, con frecuencia necesarias para sanear las relaciones entre los creyentes y entre las mismas religiones.
Nuestras Iglesias son conscientes de tener y de vivir una misión profética, la de preparar y crear para el presente y para el futuro un clima para un diálogo más sereno.
Este diálogo es el mejor testimonio que nuestras Iglesias pueden dar de la fe y frecuentemente es más eficaz que el anuncio directo de la Buena Nueva.
Somos felices al constatar que este diálogo es aceptado y muy apreciado por nuestra gente en cuanto gratuito y sincero, y comienza a producir buenos frutos.
Este diálogo es fundamental para la vida de nuestros cristianos y para la paz civil en todos nuestros países. En realidad, si falta el diálogo oficial, esto puede producir, a lo sumo, una crisis en las relaciones oficiales recíprocas, pero si falta el diálogo en la vida cotidiana, esto es mucho más grave, porque entonces se cuestionan la paz, la vida y la misma existencia de estos grupos.
La experiencia de nuestras Iglesias del Magreb nos enseña que el verdadero diálogo comienza con los pequeños detalles de la vida cotidiana, es el diálogo que no quiere anunciarse como tal, sino que se ve como una sencilla presencia, como un sencillo servicio…. El verdadero diálogo se realiza allí donde se encuentran las personas, con sus alegrías y sus preocupaciones, sus cuestiones más concretas de la vida cotidiana y sus cuestiones sobre temas fundamentales relativos a la vida y al destino del hombre.
El diálogo necesita educación. Ahora bien, el diálogo de la vida es la mejor educación y la mejor escuela para aprender a conocer y a respetar al otro, y para colaborar juntos.
[Texto original: francés]
– Mons. Paul-Emile SAADÉ, Obispo de Batrun de los Maronitas (LÍBANO)
Uno de los mayores problemas al que se enfrentan los Cristianos de Líbano y los países de Oriente Medio es el desplazamiento. Puede resumirse en sus dimensiones espiritual, teológica, cultural, política y social: es la expresión más realista de la situación de vida y existencia misma de los Cristianos.
Primero, las causas de este desplazamiento:
1- Razones de seguridad: hace referencia a los conflictos confesionales y sectoriales relacionados con las diferencias dogmáticas e ideológicas. Incluye además los resultados del conflicto árabe-israelí y de las guerras regionales causadas por éste.
2 – Razones socio-políticas: basadas en la calidad y honestidad de los que están en el poder. Allí donde el juez sea débil política y militarmente hablando, perseguirá a las minorías para cubrir su propia debilidad.
3 – Razones publicitarias: representado sobre todo por lo que los evangelizadores occidentales hacen (como por ejemplo, las sectas protestantes, los testigos de Jehová, etc.) como publicidad y actividades en los países de la región, especialmente en las comunidades minoritarias para servir de este modo a sus fines religiosos y políticos.
4 – Razones religiosas: mediante el crecimiento de los movimientos fanáticos y extremistas de los suníes y chiíes en la mayoría de los países de la región y la actividad e influencia de estos movimientos y su deseo de subir al poder. Todas estas razones son una amenaza directa contra los cristianos, desplazados dentro de su propio país o a otros países distantes.
Segundo, resultados negativos:
1 – Emigración y desplazamientos son los dos factores principales del empobrecimiento demográfico de las minorías cristianas. Según el Dr. Said Adin Ibrahim, a finales de los años 80, los Cristianos Católicos en Oriente Medio eran unos 2,3 millones, pero en 2000 eran sólo 1.614.000.
2 – Esta disminución evidencia no sólo el desequilibrio a nivel demográfico, sino también a nivel cualitativo, debido a la emigración de los dos grupos principales en el crecimiento del país: los cerebros y el personal especializado, lo que afecta directamente a la existencia, la presencia y el papel de los cristianos en estos países.
Tercero, la solución:
1 – Se pide a los cristianos que presten mayor atención y sean más conscientes del significado de su presencia, así como de la necesidad de su compromiso en la vida pública (Instrumentum laboris, n. 46).
2 – Mejorar los vínculos entre los cristianos de Oriente Medio y los cristianos de la Diáspora. La Iglesia tiene una papel esencial en el fortalecimiento de estos vínculos para un servicio equitativo a ambos grupos.
3 – Avivar la fe Cristiana y el testimonio de Jesús en las acciones de la vida diaria.
4 – Sensibilizar a los Cristianos sobre sus derechos a una vida libre y digna en la tierra de sus ancestros, y a permanecer en ella. Su tierra natal es la tierra de sus antepasados, la tierra natal no es un hotel.
5 – Colaboración entre los fieles, la Iglesia y el Estado e
n el respeto del decreto de los derechos humanos, el cual garantiza un mínimo nivel de libertad religiosa y cultural, y la participación en la vida política de sus países.
6 – Colaboración con las comunidades islámicas moderadas, animando su posicionamiento firme contra los movimientos religiosos extremistas y fanáticos.
[Texto original: árabe]
– Mons. Raymond Leo BURKE, Arzobispo emérito de Saint-Louis, Prefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica (CIUDAD DEL VATICANO)
Tutelar y promover el matrimonio mediante el Derecho canónico. A la luz del n. 55 del Instrumentum laboris, la Signatura Apostólica señala dos preocupaciones relativas a la tutela y la promoción del matrimonio en Oriente Medio, que es “una de las tareas cruciales” de la Iglesia (cf. Instrumentum laboris n. 29).
La primera preocupación está representada por problema ya bastante difundido, el de los fieles católicos que pasan a otras iglesias orientales no católicas o a la religión islámica para liberarse del vínculo del matrimonio. En la perspectiva de la comunión eclesial que considera la indisolubilidad del matrimonio como un gran tesoro, el abandono de la comunión con la Iglesia con la intención de romper el vínculo del matrimonio inflige una evidente herida en el cuerpo de Iglesia.
La segunda preocupación se refiere al tratamiento de las causas de nulidad del matrimonio con justicia, ya sea al servicio de la comunión que testimonio de justicia que la Iglesia debería reflejar en el mundo.
Teniendo presente el n. 29 de la Exhortación Apostólica Postsinodal Sacramentum caritatis, se deben considerar los siguientes puntos: la necesidad de preparar ministros adecuados para los tribunales eclesiásticos (cfr. CCEO, can. 1086, §4; 1087, §3 y 1099,§ 2); la colaboración entre Iglesias sui iuris en la institución e administración de tribunales eficaces (cfr. CCEO, can. 1067- 1068); la observancia continua de los procedimientos legales finalizados a evitar incluso la sola apariencia de parcialidad; el reconocimiento del servicio de comunión eclesial, en esta precisa materia, ofrecido, junto con el ministerio petrino (cfr. CCEO, can. 1059) por parte de la Signatura Apostólica a través de la vigilancia en la administración de justicia en las causas de nulidad del matrimonio representa un instrumento esencial para promover la enseñanza sobre la indisolubilidad; la mejor coordinación en la administración de justicia en los tribunales locales con la justicia ejercida por la Santa Sede, también gracias a acuerdos o convenios entre los Patriarcas y el Tribunal de la Sagrada Rota Romana para el tratamiento de las causas que llegan legítimamente a la Rota Romana; y la actualización oportuna de las leyes relevantes en los Estatutos personales donde se encuentran. (CCEO, can. 99§ 1 y 1358).
Orientar las preocupaciones antes mencionadas de disciplina canónica contribuirá a la comunión de la Iglesia de Oriente Medio, que existe para salvaguardar y promover toda la disciplina canónica.
[Texto original: inglés]
– Card. André VINGT-TROIS, Arzobispo de París, Ordinario para los fieles de rito oriental residentes en Francia y desprovistos de Obispo Ordinario de su rito, Presidente de la Conferencia Episcopal (FRANCIA)
En Francia, la experiencia de las relaciones seculares de la Iglesia católica con las Iglesias orientales se caracteriza por varios aspectos fuertes:
1. Hemos procurado mantener lo mejor posible el apoyo a las Iglesias del lugar: mediante la implantación y las actividades de numerosas Congregaciones en la enseñanza y en las atenciones; mediante asociaciones sostenidas por nuestras parroquias latinas, principalmente la Obra de Oriente; mediante el hermanamiento entre diócesis o entre parroquias. Las numerosas peregrinaciones permiten a muchos de nuestros fieles descubrir las comunidades católicas orientales y establecer con ellas vínculos duraderos. Este apoyo se acompaña de gestiones ante nuestros gobiernos para que sostengan a los cristianos en Oriente Medio, evitando, en particular, el riesgo de la creación de “territorios confesionales”, en los que se constituiría una especie de guetos y manteniendo siempre abierta una puerta a la emigración de aquellas y de aquellos que no pueden continuar viviendo en sus países.
2. La presencia de comunidades católicas vivas en todos los países de Oriente Medio asegura una continuidad histórica en los mismos Santos Lugares. Nos ayuda también en la experiencia que la mayor parte de los países occidentales conocen hoy: el encuentro con el Islam. Desde hace siglos, en muchos países de Oriente Medio, los cristianos viven en regiones con mayoría musulmana. Así adquieren una sabiduría experimentada en la manera de afrontar estas situaciones. Por otra parte, la cohabitación con el judaísmo vivo, especialmente en Israel, puede contribuir también a que evolucionen las relaciones entre judíos y cristianos. Finalmente, la coexistencia de las Iglesias cristianas desunidas en los mismos lugares del nacimiento de nuestra Iglesia, es un estimulante vigoroso para progresar en la acción ecuménica.
3. Numerosos fieles, de diferentes Iglesias orientales, han emigrado a nuestro país. Y han podido reunirse en comunidades en las que reencuentran su propia liturgia. Nosotros nos esforzamos en ayudarles a desarrollar la vida de sus comunidades, lo que favorece, al mismo tiempo, su fidelidad a la fe en su Iglesia y la memoria de sus raíces culturales.
Gozan de la solidaridad activa de quienes les han precedido y que facilitan su integración profesional, social y cultural en la sociedad francesa. Esta integración se acompaña de relaciones fraternas con las comunidades latinas de nuestro país. Para los católicos latinos se trata de ampliar sus horizontes eclesiales y espirituales. El descubrimiento de liturgias orientales y de comunidades que la viven puede, sin duda, ayudar a nuestras parroquias latinas a reconocer un sano pluralismo en la expresión de la oración.
Para terminar, no puedo no plantear la cuestión de la asistencia pastoral a las comunidades orientales. En nuestro país, observamos la regla establecida por la Sede Apostólica: un sacerdote de una Iglesia católica oriental, casado, no puede recibir una misión pastoral en territorio latino. Y, aunque hay excepciones rarísimas, nos atenemos a esta regla. La movilidad de la sociedad actual cambia la comprensión de la noción de “territorio” y creo saber que en otros países de Europa no se sienten obligados por esta regla. De todas formas, algunas Iglesias patriarcales encuentran dificultades cada vez mayores para servir a sus comunidades en países “latinos”.
[Texto original: francés]
[Textos distribuidos por la Secretaría General del Sínodo]