Irán ve el sínodo de Oriente Medio con esperanza

Afirma monseñor Thomas Meram, arzobispo de Urmya

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CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 14 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- ¿Cuál es el provecho de este sínodo y qué hará por los Cristianos de Oriente Medio?, fue la pregunta que se hizo esta mañana monseñor Thomas Meram, arzobispo de Urmya de Caldea y obispo de Salmas, Shapour de Caldea (Irán).

“Es cierto que no podemos hacer milagros rápidamente”, admitió el prelado, “pero al menos el sínodo nos da esperanza” aseguró.

Monseñor Meram hizo su intervención en árabe esta mañana durante el sínodo del Oriente Medio. Dijo a los padres sinodales, que con este evento los cristianos en esta región del planeta podrán ver que no están solos “porque verán que todas las Iglesias del mundo se preocupan por ellos, ya que son miembros activos y santos del cuerpo de la Iglesia”.

Aprovechó para recordar a los primeros cristianos de Caldea quienes “también fueron perseguidos y la historia da fe de ello”.

“A pesar de los desastres y persecuciones, los cristianos conservaron su fe con absoluta fidelidad y sinceridad”, recordó el arzobispo. Una iglesia que ha ofrecido “miles y miles de sus hijos en el altar de la fidelidad y del amor por Cristo”.

Aseguró que el cristiano en este país es “tratado como ciudadano de segunda clase”, pero que aún así “la suya es una postura firme y sólida; no es su fe la que cambia sino que se siente más valiente y orgulloso de ella”.

La Iglesia en Irán

El arzobispo de Urmya admitió que la iglesia en irán enfrenta “muchas tribulaciones”, entre ellas  la “ocasional falta de respeto” pero aún así “vemos la Iglesia crecer y prosperar”.

Dijo que, aunque hay una considerable disminución en el número de católicos, las vocaciones sacerdotales y religiosas están aumentando en este país.

Hizo alusión a un informe escrito en 1979 por monseñor Banana, el último Nuncio apostólico en Irán, donde indicaba que antes había una sola casa para ancianos y minusválidos “pero ahora tenemos cuatro, que prestan servicios gratis a personas de toda denominación cristiana, sin discriminación alguna por motivos eclesiales o de identidad nacional”.

“En 1979 había solamente 51 sacerdotes de los cuales uno era iraní y dos nacionalizados iraníes”, recordó el arzobispo. “Había 73 monjas, de las cuales dos eran iraníes y la mayoría de sacerdotes y monjas; trabajaban en el ámbito educativo”.

Y dijo que hoy después de la revolución islámica “el Espíritu Santo no dejó sola a la Iglesia esta prueba”, antes bien “inspiró, en los corazones de los hijos e hijas de la Iglesia, un sentimiento de mayor responsabilidad hacia su fe y su propia Iglesia”.

Actualmente tienen 14 sacerdotes, 6 de los cuales son iraníes y dos más están prestando un servicio a la Iglesia fuera del país, según indicó monseñor Meram.

Tienen 4 obispos que no son iraníes y 21 religiosas de las cuales 15 son iraníes. Dos de ellas trabajan fuera del país y tres están terminando sus estudios universitarios; 10 de ellas le sirven a la Iglesia y al país, de acuerdo a su vocación.

“Y a pesar de la emigración continua, y del pequeño número de católicos vemos las vocaciones aumentar y a la Iglesia en Irán como un árbol con nuevas hojas y nuevos frutos”, concluyó el prelado.

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ZENIT Staff

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