Intervenciones ante la Octava Congregación General del Sínodo

En la mañana del 15 de octubre

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CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 15 octubre 2010 (ZENIT.org).- Publicamos las intervenciones ante  la Octava Congregación General del Sínodo de los Obispos de Oriente Medio, celebrada en la mañana del 15 de octubre, tras la intervención de los delegados fraternos.

 

* * *


– S. Em. R. Card. Jean-Louis TAURAN, Presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso (CIUDAD DEL VATICANO)

¡La Asamblea especial para Oriente Medio del Sínodo de los Obispos representa una oportunidad y un desafío!
UNA OPORTUNIDAD, porque debería permitir comprender rmejor:
– que los conflictos no resueltos de la región no son causados por motivos religiosos, de lo que da testimonio la presencia entre nosotros de representantes del Judaísmo y del Islam;
– la urgencia de una reflexión a tres partes (judíos, cristianos y musulmanes) sobre el puesto de las religiones en las sociedades medio orientales.
UN DESAFÍO, el de ofrecer a los cristianos de Oriente Medio orientaciones concretas:
– No seamos tímidos en reclamar no sólo la libertad de culto, sino también la libertad religiosa: la sociedad y la Iglesia no deben ni forzar a una persona a actuar contra su conciencia, ni impedirle actuar según su conciencia.
– Invirtamos más en favor de nuestras escuelas y universidades, frecuentadas por cristianos y musulmanes: son laboratorios indispensables para vivir juntos.
– Preguntémonos si hacemos lo suficiente, a nivel de Iglesias locales, para alentar a nuestros cristianos a permanecer en el lugar: alojamiento, costes escolares, de salud. No se puede esperar todo de los demás…
UNA SUGERENCIA
La valoración de la literatura árabe – cristiana podría desempeñar un papel en el diálogo entre cristianos y musulmanes, sobre todo en su dimensión cultural (n. 96); se debería enseñar, al menos en nuestras escuelas, juntamente con la literatura árabe.

[Texto original: francés]

– S. E. R. Mons. Giacinto-Boulos MARCUZZO, Obispo titular de Emaús, Obispo auxiliar de Jerusalén de los Latinos, Vicario Patriarcal de Jerusalén de los Latinos para Israel (ISRAEL)

1. La formación es en absoluto la mayor necesidad de la Iglesia en Oriente Medio. Es la prioridad pastoral que el Sínodo especial para Oriente Medio debería adoptar. Ciertamente, Oriente Medio cristiano tiene un gran apego a la fe. Pero ésta es hereditaria, social y confesional. Para hacer nuestra fe más personal, comprometida y viva tenemos necesidad de una mediación cultural histórica de la fe.
2. El mejor método para esta operación pastoral de fe y de Iglesia, estoy convencido de ello, es el tradicional y siempre nuevo: Ver, juzgar, actuar. Ver la realidad, los cambios y los «signos de los tiempos»; juzgar la realidad a la luz de la Palabra de Dios y de la fe y hacer un buen discernimiento; finalmente, pasar a la vida, programando pistas de acción y de compromiso. Es el método del Evangelio, de la Encarnación, del Camino de Emaús, de la tradición de la Iglesia, sobre todo oriental, del Concilio Vaticano II y, por lo demás, también de nuestro Instrumentum Laboris.
3. ¿Es verdaderamente un método eficaz? Sí, histórica y actualmente. En los siglos séptimo y octavo, las Iglesias de Oriente se salvaron porque supieron realizar esta gran mediación cultural e histórica de la fe. Esta mediación salvó concretamente la presencia cristiana en Oriente Medio, mientras desapareció en otros países. Esta mediación nos ha dado la «Teología árabe cristiana», un patrimonio inestimable de la Iglesia en Oriente. Actualmente, en Tierra Santa todas las Iglesias católicas han efectuado otra gran mediación cultural y han realizado la experiencia de un Sínodo pastoral diocesano, que ha verdaderamente reavivado y renovado nuestra fe, y nos ha dado un «Plan general pastoral», común para este tiempo.
4. Siendo el mejor método en los momentos de novedad y cambio, la mediación cultural de la fe es también la más indicada para nuestra situación en Israel, donde tenemos dos grandes novedades históricas de Iglesia:
a) Una Comunidad árabe palestina que vive en minoría en medio de una mayoría de judíos;
b) el nacimiento de una «Comunidad católica de expresión judía».

[Texto original: italiano]

– S. E. R. Mons. Riccardo FONTANA, Arzobispo de Arezzo-Cortona-San Sepolcro (ITALIA)

Deseo expresar mi vivo reconocimiento al Santo Padre que, llamándome al Sínodo, me ha permitido hacer esta preciosa experiencia de Iglesia.
Tengo el honor de traer a esta asamblea el saludo y la cercanía espiritual de los obispos italianos. Quisiera referirme, en particular, a los números 54 y 59 del Instrumentum Laboris y a la reflexión del párrafo A, segunda parte de la bellísima Relatio ante disceptationem.
Hay un considerable interés en nuestras Iglesias italianas por los lugares santos. Solamente en los primeros meses de 2010 partieron 1.600.000 peregrinos directamente a Palestina. En nombre de mis hermanos obispos, vengo a decir en este Sínodo que es más lo que recibimos, en términos de vida espiritual y de búsqueda de fe de nuestros peregrinos, que lo que damos con nuestra solidaridad.
Junto a los peregrinajes de la tradición, es cada vez más frecuente ir a Tierra Santa, buscando la Apostolica vivendi forma.
Un gran interés despierta en la Iglesia italiana la condición de verdadero sufrimiento del pueblo palestino y de aquella parte silenciosa de los judíos israelíes que no aceptan, en nombre de la seguridad, las situaciones discriminatorias que desencadenan terrorismo y violencia.
La pobreza absoluta de los cristianos de Tierra Santa y de Oriente Medio ha hecho que en Italia se cree un número, cada vez mayor, de proyectos caritativos. A título de ejemplo, solo en los primeros 5 años del milenio, la CEI financió proyectos en el área por más de 25 millones de euros. A estos se le suman los de los institutos religiosos y los de las diferentes diócesis.
Necesitamos hacer más. Se nos dice con frecuencia que la gran mayoría de las decisiones que podrían ayudar a las Iglesias de Oriente Medio se toman en occidente. La Santa Sede, a través de sus canales diplomáticos, de nosotros los obispos que tenemos la posibilidad de influenciar la opinión pública, podriamos hacer presente a los respectivos gobiernos que Jerusalén y la cristiandad en Oriente Medio están entre las prioridades irrenunciables para todos los cristianos. Entre los frutos de este Sínodo, se espera dar a conocer mejor a las Iglesias de Occidente lo que en las Iglesias de Oriente es fuente de sufrimiento. Dar a conocer es el primer paso para encontrar soluciones. Sensibilizar y opinar es algo posible en occidente y algo de gran utilidad para el bien común.

[Texto original: italiano]

– S. E. R. Mons. Joseph KHOURY, Obispo de Saint-Maron de Montreal de los Maronitas (CANADÁ)

La eparquía de Saint Maron de Canadá quiere expresar, en primer lugar, su agradecimiento a Su Santidad Benedicto XVI por su solicitud hacia los cristianos de Oriente. Este Sínodo, que les ha querido dedicar, suscitará una profunda reflexión sobre su situación actual y sobre su futuro. Interpelará también la conciencia y la responsabilidad de cada cristiano de la región y, en particular, de los pastores y de los líderes políticos y sociales. Sus trabajos deberían también crear una atención particular en el conjunto de la elite intelectual y de la clase dirigente de los países de Oriente Medio.
Los cristianos de Oriente viven en su tierra desde la noche de los tiempos. Testigos de los primeros tiempos del cristianismo, la riqueza de su patrimonio espiritual y litúrgico es inestimable. Su aportación al conjunto de la Cristiandad, al progreso de los países en los que se encuentran y su contribución a la fraternidad y al diálogo de la
s culturas, no tienen necesidad de demostrarse. Su apertura a Oriente y a Occidente es un vínculo indispensable para un mejor conocimiento recíproco.
Destinados a un diálogo sincero y leal con las demás familias religiosas de la región y respetuosos de la diferencia, tienen derecho a una vida en la dignidad y secularidad. Deben poder testimoniar su fe con toda libertad.
De los cristianos de Oriente depende en buena parte la evolución del diálogo de las culturas y de las religiones y, en particular, las relaciones entre Occidente y Oriente. Queremos creer que en esta aldea global, en la que se ha convertido el mundo y donde paradójicamente fundamentalismos y sectarismos son cada vez más violentos e intransigentes, la justicia, la fraternidad y los derechos fundamentales todavía existen.

[Texto original: francés]

– S. E. R. Mons. Joseph KALLAS, S.M.S.P., Arzobispo de Beirut y Jbeil de los Greco-Melquitas (LÍBANO)

Los cristianos de Oriente Medio han tenido una suerte diferente a la de los otros cristianos del mundo: no habiendo tenido nunca un estado propio, pero perteneciendo a familias lingüísticas propias, se han mantenido siempre en la inseguridad por las persecuciones y la opresión. Condicionados por el shock y la supremacía del Islam, se han sabido adaptar al poder musulmán, contribuyendo con él en la construcción de la civilización. Sometidos durante siglos a leyes de segregación más o menos opresivas, viviendo a veces al margen de su entorno, han profundizado una teología espiritual propia, como también una cultura humana, convirtiéndose en intérpretes de los griegos para los árabes y desarrollando ciencias como la astronomía, la medicina, las matemáticas, etc.
Estos cristianos vivían de la fe y aferrados a «conocerle a él, el poder de su resurrección» (Flp 3, 10) han sido implicados, a su pesar, en los rivalidades de los teólogos. Día a día, descubrimos que son de la misma fe que los católicos y que han seguido siempre a sus pastores, herederos de los Apóstoles. No tiene sentido clasificarlos entre las corrientes teológicas extremistas, constructores de herejías o de cismas.
Están todos unidos por la fe vivida, en la acción de todos los días, en la esperanza de la salvación y la fidelidad a Cristo. Es en esto que están unificados, y merecen entrar en la misma comunión. Su división es, en mi opinión, un asunto de jurisdicción institucional. No podemos aplicarles el rigor dogmático o canónico de Occidente, sino más bien la economía pastoral de San Pablo (Flp 3, 13-16).

[Texto original: francés]
– S. E. R. Mons. Patrick Altham KELLY, Arzobispo de Liverpool, Representante de la Conferencia Episcopal para la Coordinación Internacional de apoyo de la Iglesia Católica Romana en Tierra Santa (INGLATERRA Y GALES)

En la apertura del Sínodo, el Santo Padre compartió con nosotros la inspiración y guía regaladas a este sínodo por las enseñanzas del Concilio de Éfeso del año 431: María Theotokos, María Madre de Dios.
Esta convicción, garantizada por el Espíritu Santo, exige nuevos modos de pensamiento. El encuentro con los eventos de la Persona, que es la Palabra hecha carne, cambió las formas preexistentes de observar, entender, juzgar y decidir.
Las preocupaciones específicas que surgen de este Sínodo pueden ser seguramente reconocidas, entendidas con mayor coherencia, juzgadas de manera más correcta para así emprender acciones más sanas, recordando las enseñanzas del Concilio de Calcedonia en 451.

[Texto original: inglés]

– S. E. R. Mons. Thomas OSMAN, O.F.M. Cap., Obispo de Barentu (ERITREA)

También nosotros vivimos en situaciones enormemente difíciles debido a un complejo entramado de problemas y emergencias ambientales, económicas y políticas. La experiencia de fraterna comunión que se nos concede vivir estos días, reunidos en torno al Santo Padre, es ciertamente un don del Espíritu Consolador para todas nuestras comunidades en Eritrea.
La presencia de una Iglesia africana, como la nuestra, etíope- eritrea, en el contexto de un Sínodo sobre la «Iglesia Católica en Oriente Medio» se explica por múltiples significados. Geográficamente somos un punto de enlace entre África y Asia y, precisamente por esto, nuestra área ha sido, durante milenios, lugar de fecundos encuentros entre grupos humanos, culturas y religiones de las dos orillas del Mar Rojo.
El componente cultural semita, que se ha unido a las preexistentes culturas nilo- saharauis y cusitas ya en época precristiana y antiguo-cristiana, ha formado el terreno en el que se han injertado la predicación del Evangelio y el conjunto de las tradiciones judío-cristianas, que forman parte del modelo de Cristianismo que se desarrolló en nuestro territorio. No se ha tratado de un mero transplante de modelos culturales, sino de una verdadera y propia simbiosis inculturadora, que ha permitido al Cristianismo, como ha reconocido el Sínodo de los Obispos para África de 1994, arraigarse en la «mens» y en el humus cultural de nuestro pueblo. Parte constitutiva de dicha simbiosis fueron las tradiciones litúrgicas, espirituales-monásticas y literarias, originalmente sostenidas por las Iglesias copta y siria, que más tarde se desarrollaron autónomamente durante los muchos siglos de aislamiento de nuestro país después de la decadencia del reino de Aksum, y que produjeron fecundos frutos en la vida interna de las comunidades cristianas y en la difusión del Evangelio.
Estamos convencidos de que todavía hoy nuestra región puede y debe seguir desarrollando su misión de «puente» de encuentro entre África y Oriente Medio en un enriquecedor intercambio de valores espirituales y culturales, de experiencias y de encuentros, como está sucediendo precisamente en este Sínodo. Esto podría ser facilitado, entre otras cosas, con la institución, que se realizaría si es posible con la mediación de la Congregación para las Iglesias Orientales, de unas estructuras culturales y de unas modalidades formales e informales de estudios, de encuentros y de reflexión. Así se podría proponer de nuevo, juntos, un eficaz testimonio de «unidad de corazones y de almas» ante la amenaza de la falta de paz y de la variedad de fuerzas disgregadoras que acechan a nuestros continentes.
La posibilidad de hacer de las dos áreas del Mar Rojo un laboratorio de paz, de diálogo intercultural e interreligioso, se basa, en realidad, en la capacidad de nuestras comunidades cristianas de poner como fundamento de la diplomacia formal, esta diplomacia del espíritu y del corazón que es, sobre todo, don del Espíritu de Jesucristo, Espíritu de paz y de amor.

[Texto original: italiano]

– Arquimandrita Jean FARAJ, B.S., Superior General de la Orden Basiliana del SS.mo Salvador de los Melquitas (UNIÓN DE LOS SUPERIORES GENERALES)

Quisiera simplemente contarles nuestra humilde experiencia del Orden Basiliano del Divino Salvador cuya casa Madre, que data de trescientos años, está situada en Chuf, una región conocida por su pluralidad confesional (drusos, musulmanes y cristianos). A continuación, y en pocas palabras, los principios que han inspirado nuestra acción.
-Amar: El amor al prójimo, anque sea distinto, nos ha abierto muchas puertas cerradas y nos ha garantizado la continuidad durante 300 años.
-Perdonar: Seis veces a lo largo de nuestra historia hemos sido plagiados, saqueados, bombardeados y desplazados de nuestros conventos, de nuestras parroquias y de nuestra región. Más de 25 sacerdotes y religiosos han sido cruelmente martirizados. Perdonar, además, nos parece la única posibilidad de continuar y perdurar.
-Creer: Nosotros somos los Embajadores de Cristo, allí donde estamos presentes. Nuestra fe en el Señor nos enseña a vivir, no por nosotros mismos, sino por los demás. Nuestra misión es la de aceptar al otro tal cual es y, sobre todo, aceptar la cruz que es el signo de nuestra salvación.
-Testimoniar: El estilo de vida es más elo
cuente que los discursos. Personas de todas las nacionalidades y de todas las religiones se sienten atraídas por los Santos; vienen a orarles y a pedir su ayuda. Nuestro convento, al igual que los de ustedes, constituye un lugar de atracción para aquellos que buscan la paz y la intercesión divina. Entonces, el ejemplo es garantía deléxito y de la continuidad. 
-Educar: Nuestro principal deber es educar a las nuevas generaciones a la apertura, al amor, a la aceptación del otro, y, más aún, a ir más allá para ver la imagen de Dios en cada ser humano; educar a los jóvenes para que descubran esta imagen en ellos mismos y en los demás. Yo podría incluso decir que hemos sido edificados por algunos de nuestros hermanos y hermanas de otras religiones: ellos nos han enseñado la fidelidad, la generosidad, la devoción y el respeto…
Quisiera concluir diciendo que si la Iglesia de Oriente Medio vive situaciones muy difíciles, e incluso dramáticas, tiene el privilegio de vivir el misterio de la Cruz, participando así en los sufrimientos de Cristo, que conducen a la resurrección.

[Texto original: francés]

– S. E. R. Mons. Giuseppe NAZZARO, O.F.M., Obispo titular de Forma, Vicario Apostólico de Aleppo (SIRIA)

El Vicariato Apostólico de Alepo cuida pastoralmente a los fieles de rito latino que viven en la República Árabe de Siria. Los orígenes de estos fieles se remontan al tiempo de las Repúblicas Marinera de Italia: Venecia, Génova, Pisa y Amalfi. Los mercaderes de estas Repúblicas habían establecido en Alepo, ciudad estratégica ubicada en la ruta de la seda que conducía hasta el Extremo Oriente, sus emporios comerciales. Con el tiempo, se establecieron en ciudades de manera permanente. Los franciscanos, presentes en Alepo desde el lejano 1238, se ocuparon de su cuidado espiritual.
Hoy los fieles de rito Latino esparcidos por el territorio sirio son aproximadamente 12.000. A ellos se agregan otros tantos fieles extranjeros que forman parte de las embajadas, técnicos, trabajadores de varias categorías.
Tenemos la gracia de tener en el Vicariato dos monasterios de religiosas contemplativas (el monasterio de las Hermanas Carmelitas de Alepo) y el monasterio de las Hermanas Cistercienses de la Estrecha Observancia (llamadas comúnmente Trapenses) que se ha abierto desde hace sólo un par de meses en la zona de Azeir (Talkalakh). A éstas se agregan otras ochenta religiosas pertenecientes a doce congregaciones diferentes que, en su mayor parte, prestan su servicio y su colaboración a los párrocos de las distintas iglesias orientales presentes en el territorio.
El Vicariato Apostólico se propone servir a los fieles de rito latino y, contemporáneamente, tender la mano a cada persona que pida colaborar con éste, al servicio de toda la Iglesia de Siria y para la gloria de Dios.
En esta sede quiero dar ánimos al trabajo desarrollado por la Asamblea de la Jerarquía Católica Siria. Desearía, sin embargo, una mayor colaboración. Sólo si estamos unidos, si sabemos respetarnos unos a otros, daremos a la Iglesia de Siria valor para aceptar las dificultades que se le presenten.
La Iglesia de Siria está formada por pequeñas comunidades, nadie puede considerarse mayor o más fuerte que el otro. Todos estamos en una misma y precaria situación. Esto hace que sea absolutamente necesario caminar de la mano. Debemos unir nuestras fuerzas y superar nuestros sentimientos sectarios para hacer que en la tierra que vio nacer en la fe al Apóstol Pablo prevalga sólo el bien común.

[Texto original: italiano]

AUDICIÓN DE LOS OYENTES (III)

Por último, intervinieron los siguientes Oyentes:

– Sr. Epiphan Bernard Z. SABELLA, Profesor Asociado de Sociología de la Universidad de Belén (TERRITORIOS PALESTINESES)

El modelo de los 12 discípulos de Jesús, que salieron a predicar la Buena Nueva, debería ser nuestro modelo en las Iglesias de Oriente Medio. Su «plan de acción» fue el testimonio de la vida, la muerte y la resurrección de Jesucristo. Y este debe ser nuestro «plan de acción» hoy. La Iglesia en Oriente Medio está formada por una multitud con diferentes y ricas tradiciones, liturgias y potencialidades y juntos estamos llamados a tener un plan conjunto de acción que hable de:
– La pacificación en la región, de modo que una paz duradera y justa como solución al conflicto árabe-israelí pueda ver un Estado Palestino con Jerusalén Este como capital, viviendo en paz consigo mismo y con sus vecinos. Debemos trabajar también por la paz dentro de nuestras sociedades.
– Las desigualdades sociales, económicas y culturales que conducen a la pobreza, el desempleo y la desesperación de millones de nuestros compatriotas. Basamos nuestra intervención en la enseñanzas sociales de la Iglesia, vinculadas a los esfuerzos de los Objetivos de Desarrollo del Milenio de las Naciones Unidas. Su Santidad el Papa Benedicto XVI nos ha advertido sobre ídolos tales como el capitalismo desenfrenado y la especulación relacionada con él. Nuestra región es, al mismo tiempo, la más rica y la más pobre del mundo.
– Emigración e inmigración: hay que prestar atención a los grupos especiales, sobre todo el de los jóvenes mejor formados y preparados, que pueden competir en el mercado mundial del trabajo y que son los más probables candidatos a emigrar. Les necesitamos para dar vigor a la Iglesia y debemos trabajar para que se comprometan. Al mismo tiempo, debemos respetar los derechos humanos y la dignidad de los inmigrantes que vienen a trabajar a Oriente Medio.
– La visión del futuro para nuestras sociedades y nuestra región se basa en la igualdad de los ciudadanos, las oportunidades similares, los derechos humanos y la justicia social.
Las Iglesias deben proporcionar un modelo de líderes hábiles que sostengan las comunidades eclesiales y a sus sociedades. Debemos irnos de aquí fortalecidos por el Santo Padre para desarrollar unas estrategias que sean útiles para nuestras Iglesias y al mismo tiempo para nuestras respectivas sociedades. El modelo de los primeros discípulos debe darnos la esperanza además del apoyo de la Iglesia Universal.

[Texto original: inglés]

– Prof. Agostino BORROMEO, Gobernador General de la Orden Ecuestre del Santo Sepulcro en Jerusalén (ITALIA)

La presente intervención se centra en el tema de la emigración (nºs 43-48 del Instrumentum Laboris). Es evidente que el fenómeno de la emigración de los países de Oriente Medio está determinado por factores en los que la Iglesia -como subraya justamente el nº 44- no puede influir eficazmente. Además de las tradicionales ayudas a las Iglesias, se podrían buscar también unas estrategias nuevas dirigidas a crear unas mejores condiciones de vida a favor de los cristianos.
Cito algunos ejemplos: 1/ la construcción de alojamientos sociales; 2/ la creación de ambulatorios médicos en las localidades distantes de los hospitales; 3/ la concesión de microcréditos, sobre todo para financiar actividades que creen nuevas fuentes de ingresos o que aumenten lo ya percibidos; 4/ la elaboración de un sistema de microseguros, con especial referencia al sector de los seguros sanitarios; 5/ contactos con empresas occidentales con objeto de saber si les puede interesar trasladar algunas fases de los procesos productivos a Oriente Medio.
Naturalmente, estas iniciativas se deberán poner en práctica en estrecha colaboración con las autoridades eclesiásticas locales, y bajo el control de cada una de las Iglesias. Aunque los resultados sean modestos, representarían de todas formas un testimonio concreto de la cercanía de los cristianos de todo el mundo a los problemas y sufrimientos de nuestros hermanos y hermanas de Oriente Medio.

[Texto original: italiano]

– Sra. Jocelyne KHOUEIRY, Miembro fundador y Presidente del movimiento de laicos «La Libanaise-Femme du 31 Mai» (LÍBANO)

Quisiera detenerme en la noción de «presencia», como se define en la conclusión de los Lineamenta. Como mujer cristiana, que pertenece a la Iglesia en el mundo árabe y medio oriental, creo que de la cualidad de nuestra presencia en cuanto cristianos depende, en gran parte, la perennidad de nuestra existencia ante el Señor nuestro Salvador y ante nuestros hermanos en esta región. La conclusión del texto afirma que esta presencia podría ser importante y considerable en función de nuestro comportamiento.
Pienso que estamos llamados a ser (y no sólo a formular) una respuesta actual, humana y cultural, a muchas cuestiones planteadas por nuestra generación. Respuesta que refleje el sentido del hombre nuevo y el valor sagrado de su vida. Debemos ofrecer en nuestra Iglesia la posibilidad a la mujer, a los jóvenes, a las parejas, a las familias y, sobre todo, a las personas discapacitadas, de poder efectuar elecciones de vida coherentes con el Evangelio y de descubrir su propia misión en la Iglesia y en la sociedad árabe y medio oriental. Deseo que se pueda prestar una atención especial a los aspectos moral, social y bioético que afectan a la esencia de nuestro testimonio, sobre todo porque nuestra sociedad no está al abrigo de maniobras que atenten a la dignidad del matrimonio, de la procreación y del embrión humano. La integración de la preparación remota al matrimonio y a los valores familiares debe constituir una prioridad en nuestros programas educativos y pastorales, para contribuir a afrontar con conciencia y responsabilidad las desviaciones de la sociedad de consumo, que nos invade a pesar de las dificultades existenciales que vivimos. Si la mujer cristiana puede expresarse y testimoniar la belleza de la fe y del verdadero sentido de la dignidad y de la libertad, constituye un testimonio urgente que interpela a la mujer musulmana y abre caminos nuevos al diálogo. Que nuestras familias puedan ser apoyadas y acompañadas por su Iglesia, madre y educadora, para que sean concretas y decididamente santuarios abiertos al don de la vida, sobre todo cuando ésta está herida por discapacidad o por dificultades socioeconómicas, no es algo secundario ante la amenaza continua de la emigración. Una conversión, en el nivel de nuestra escala de valores y de nuestra forma de ser, se manifiesta muy urgente. Estamos llamados a ser, con María, servidores de la Esperanza en esta región machacada y víctima de tanta injusticia. Y ¿que impide confiarle, o incluso consagrarle, todo Oriente Medio amenazado por tantos peligros fatales?

[Texto original: francés]

– Sr. Joseph Boutros FARAH, Presidente de «Caritas Internationalis» para Oriente Medio y África del Norte (M.O.N.A.) (LÍBANO)

En nombre de Caritas, agradezco haber sido invitado al Sínodo. Lo considero una clara expresión de confianza del Sucesor de Pedro y de aprecio por el trabajo pastoral y social de Caritas que le ha confiado la Iglesia. Esperamos que Caritas, que está presente de manera activa en todos los países de Oriente Medio, pueda promover, desarrollar y hacer efectiva su misión, inspirada en las enseñanzas sociales de la Iglesia mediante la interacción, coordinación y solidaridad entre todos los miembros del mundo entero y con todas las instituciones de la Iglesia, para que la nueva evangelización pueda tener lugar a través del trabajo, la guía y los buenos ejemplos y lograr así establecer la justicia y la paz para todos los países y pueblos de la región.
Caritas lleva adelante su tarea con responsabilidad, honestidad y constatando humildemente que los motivos que están tras la emigración de los cristianos y la disminución de su número en los países de Oriente Medio son:
1. La situación predominante de conflicto y guerra en la región desde hace décadas, de manera particular en Palestina y Tierra Santa. Ésta es una situación que conlleva desunión a nivel religioso y confesional, de modo tal que los cristianos de toda la región se sienten amenazados y preocupados por su seguridad, su futuro y su fe.
2) Cuando los cristianos se aíslan de los demás porque están angustiados por su existencia personal y comunitaria, disminuye su producción y su desarrollo, los cual hace que empeore su situación social y económica, llevándoles a emigrar.
Parece posible hallar una solución a estas dos causas mediante un trabajo arduo a nivel local e internacional para lograr la paz entre palestinos y árabes, apoyando el esfuerzo internacional y civil hacia el diálogo entre las diferentes culturas y civilizaciones y hacia la reconciliación. La Iglesia Universal puede contribuir a realizar estos esfuerzos, que tienen su originan en sus dogmas.
Paralelamente al camino hacia la paz, es necesario trabajar para el desarrollo a nivel social y económico, de los cristianos, ya sea a nivel individual que de comunidad, mediante la armonía intelectual y práctica con las organizaciones sociales civiles. Se trata de un desarrollo que lleve a la Iglesia universal y local, mediante una coordinación práctica, integrada e integral entre todas sus instituciones, en los ámbitos de educación, salud, social y de desarrollo, a encender la esperanza de los ciudadanos y las comunidades, esperanza en un presente seguro y próspero que pueda responder a las expectativas.
Caritas se compromete a permanecer en primera línea en el servicio, como instrumento pastoral y social de la Iglesia, actuando en el amor bajo su guía y enseñanza, mediante miles de trabajadores y voluntarios en la región de Oriente Medio, aún más, de decenas de miles en el mundo entero, de manera que nazca una cultura de solidaridad y comunión y «un diálogo de los hechos» para alcanzar la reconciliación.
Para establecer la paz, promover el desarrollo y hacer que prevalga la justicia social para los ciudadanos, la región de Oriente medio debe volver a la era pasada de fraternidad y concordia, y los cristianos deben permanecer en su patria como mensajeros de sus culturas, valores, civilización y credo.
[Texto original: árabe]

– Sr. Tanios CHAHWAN, Miembro del Pontificio Consejo para los Laicos, Presidente del Consejo Nacional de los Laicos del Líbano (LÍBANO)

La formulación de la modernidad en el mundo-árabe musulmán representa una problemática a la vez trágica y compleja: trágica, porque esta formulación está afectada por un obstáculo mayor, y complejo porque su comprensión no depende de un solo factor, sino de varios, de naturaleza endógena y exógena, que se entrecruzan y son interdependientes. Estos funcionan a partir de un contenido bien determinado y se hacen visibles, en el marco de una dinámica compleja, mediante unas acciones y reacciones.
En efecto, el movimiento de la historia entre Islam y Occidente es un movimiento pendular de flujo y reflujo. En el curso de las etapas históricas, estos factores -que son de orden histórico, ideológico, religioso, social, psicológico, psico-social y cultural- se han formado y se amplificado por una parte y por otra.
Considero como factores endógenos:
-«La mirada de los árabes a su pasado hasta ahora múltiple, que tiende a ser presentado como una protección saludable contra las desviaciones culturales».
-La glorificación de la historia.
-El complejo de inferioridad de los árabes respecto a Occidente.
-La causa palestina.
-El conflicto sobre el Islam entre los componentes del Islam.
-Lo sagrado en el Islam.
-La relación del Islam con el patrimonio.
Entre los exógenos incluyo:
-«El discurso de occidente sobre los valores árabe-musulmanes a veces ambiguo y a menudo hostil».
-El complejo de Prometeo de Occidente.
-El miedo de Occidente a su decadencia.
-La codicia de Occidente en el mundo árabe-musulmán.
Esta asamblea sinodal está llamada a ayudar a los cristianos de Oriente para que se comprometan con sus compatriotas y a dar unas respuestas de esperanza que favorezcan el desarrollo de un proceso dinámico de renovación y renacimiento de la identidad árabe, lo que supondría:
-la comp
rensión y la aprehensión de la realidad social del mundo árabe dirigidas a su transformación;
-la reconciliación cultural entre Oriente y Occidente para hacer menos fatal la lógica del conflicto y la oposición entre ellos, predicada a menudo por la lógica del movimiento de la historia.

[Texto original: francés]

– Sr. Hanna ALMASSO, Miembro del Equipo Nacional de los Responsables de la J.O.C. Dubai (EMIRATOS ARABES UNIDOS)

Déjemne que los lleve hacia atrás en el tiempo, para echar una mirada a la labor y la historia del, esperemos, próximo Doctor de la Iglesia, Cardenal Joseph Cardijn. Con éxito, él consiguió vincular a la juventud trabajadora que vivió la revolución industrial con el mensaje de nuestra fe, en nuestra iglesias y comunidades, a través de su método «Mira, Juzga, Actúa», utilizado en las Campañas de Revisión de la Vida y para la Acción. A través de este método, los jóvenes trabajadores aprendieron a desarrollar toda su vida a la luz del Evangelio, comprometiéndose a la acción y empezando a construir el reino aquí en la tierra.
Estos jóvenes líderes formados salieron al mundo y se convirtieron, a su vez, en catequistas de otros jóvenes, que es exactamente lo que se necesita hoy, tal como está escrito en el Instrumentum laboris ns. 53, 62 y 108.
Las circunstancias laborales en Oriente Medio, debido a la revolución tecnológica, podrían haber cambiado la manera de trabajar de mucha gente, pero la forma y el corazón de los jóvenes sigue siendo hoy en día el mismo, y muchos de los problemas subyacentes no han desaparecido de nuestras sociedades. Tienen necesidad de las misma espiritualidad para mantenerse cercanos a Cristo, ayudándoles también a ver que la iglesia está ahí para apoyarles.
Los métodos del Cardenal Cardijn hoy están disponibles en muchos países de Oriente Medio mediante el trabajo de organizaciones como el CIJOC; sin embargo, según nuestra experiencia y por cuanto recomendado en los párrafos 21 y 22 del Instrumentum laboris, estos movimientos laicos necesitan ser sostenidos y alentados por todos los medios posibles. Pedimos el continuo y creciente apoyo de la Iglesia a todos los movimientos laicos, pues en ellos radica la promesa de unidad para las Iglesias de Oriente Medio, a través del trabajo de los mismos jóvenes.

[Texto original: inglés]

– Rev.do Mons. Michel AOUN, Vicario episcopal de la Arquieparquía de Beirut de los Maronitas (LÍBANO)

Creo firmemente que este sínodo dará una respuesta a las expectativas de nuestros fieles si propone unos itinerarios pastorales sólidos para los adultos que puedan conducirnos a nosotros cristianos a una fe adulta, y que puedan ayudar a las familias a ser la primera escuela de la fe.
Es verdad que cada hombre tiene necesidad de una seguridad a todos los niveles, pero no puede aferrarse a su tierra sin tener una causa sublime vinculada con su fe y su existencia en tanto cristiano.
Se habla con frecuencia de la primera comunidad donde se veía claramente un cuerpo unido que no es sino el cuerpo místico de Jesús. ¿Hoy no es posible favorecer una pastoral que pueda ayudar a nuestros fieles a considerarse miembros de este único cuerpo y donde ellos puedan hacer un camino de fe basado en la palabra de Dios y en los sacramentos, y vivir la experiencia de un espíritu fraterno?
El Santo Padre Benedicto XVI no cesa de animar los carismas que el Espíritu Santo suscita en las nuevas comunidades eclesiales cuyos frutos son manifiestos. Algunas veces se objeta que estas comunidades corren el riesgo de crear una cierta división en el único cuerpo diocesano o parroquial. Frente a esta objeción no puedo sino presentar la comunión como condición para una pastoral lograda. Los obispos y los sacerdotes son, ante todo, los garantes de la comunión. Me gustaría que este sínodo, en nombre de esta comunión, les infundiera ánimos para discernir los frutos que estos carismas dan a la Iglesia y a acogerlos como una nueva primavera. Esta acogida debería ser hecha en un espíritu paternal y de comunión para ayudar a los fieles de estas comunidades a integrarse en la pastoral diocesana y parroquial y a sentirse plenamente miembros activos del único Cuerpo de Cristo en la Iglesia particular.
[Texto original: francés]

– Rev.do Rino ROSSI, Director de la «Domus Galileae», Corazin (ISRAEL)

En el primer capítulo del Instrumentum laboris, al hablar de la apostolicidad y la vocación misionera, se escribe: «En cuanto apostólicas, nuestras iglesias tienen la misión especial de llevar el evangelio a todo el mundo». Soy un presbítero de la diócesis de Roma en misión en el Centro Internacional Domus Galilea, que se encuentra en la parte alta del Monte de las Bienaventuranzas.
Con los seminaristas y los jóvenes que operan en nuestro Centro hemos visitado a muchísimas familias cristianas de distintos ritos de Tierra Santa, Jordania y Chipre. Hemos visto mucho sufrimiento, los mismos problemas que se encuentran en la iglesia en otras partes del mundo: crisis familiares, alejamiento de los jóvenes de la práctica religiosa, el aborto, el cierre a la vida, el juego de azar que destruye a familias enteras, el sueño de poder ir al extranjero para crearse una vida más cómoda. Por no hablar de la droga, la pornografía, la invasión de las sectas.
Tras la apertura de la Domus Galilaeae muchos judíos han empezado a visitarnos. Sólo el año pasado fueron más de cien mil. Se sienten atraídos por la acogida y la estética de la casa. Muchos de ellos no conocen a la Iglesia ni a Jesucristo. Nos han hecho muchas preguntas sobre nuestra fe. Vuelven muchas veces. Sentimos que debemos acogerles y servirlos como hermanos.
Pienso que el Espíritu Santo que hemos invocado al inicio de este Sínodo ama con un amor inmenso a nuestros fieles, y que los quiere salvar del demonio que los seduce, como él sabe hacer muy bien. Es él el verdadero enemigo. Pero Cristo tiene poder sobre él y este poder se lo ha transmitido a la Iglesia, a Ustedes pastores. Tenemos una responsabilidad enorme hacia las ovejas perdidas de nuestras parroquias. ¡Qué sería de mi si no evangelizara! Los Padres orientales en los primeros siglos, frente a los desafíos de su tiempo en un mundo pagano, elaboraron un itinerario de iniciación cristiana: el catecumenado. La Iglesia como una madre, en un recorrido lento con etapas, gestaba en sus hijos la Vida Eterna. Hoy es necesario ofrecer a nuestros cristianos un catecumenado adaptado a su condición de bautizados.
Los pastores de Tierra Santa son conscientes de los desafíos que nos esperan hoy, y lo puedo testimoniar con la iniciativa del Patriarca Latino de Jerusalén que, en comunión con los arzobispos Greco-Melquita y Maronita, ha abierto un seminario misionero Redemptoris Mater, para preparar presbíteros misioneros para la Nueva Evangelización.

[Texto original: italiano]

– Sr. Anton R. ASFAR, Miembro del Consejo del Exarcado Patriarcal de los Sirio-católicos de Jerusalén (ISRAEL)

Ser un cristiano que vive en Tierra Santa es un gran honor, una vocación y un testimonio de la presencia de Cristo para todos los cristianos. Dios nos concedió la inmensa gracia de vivir en Tierra Santa, lo que implica una gran sabiduría, evidente para algunos, mientras que otros no la pueden comprender ni interpretar. Nosotros, cristianos de Tierra Santa vivimos en un ambiente que no existe en ningún otro país del mundo. Es un ambiente compuesto de pluralismo religioso: por una parte los cristianos, los musulmanes y los judíos y, por otra, los árabes y los israelitas. Aquel que dice que no podemos vivir ni cohabitar en este ambiente, que abandone esta tierra porque no merece ser un testigo de Cristo. Sí, podemos vivir en este espacio sagrado de la tierra, porque allí donde hay sufrimiento hay vida y hay testimonio. Como dijo uno de los Padres un día, nos encontramos en un laboratorio de coexistencia y si nosotros podemos, el mundo entero también podrá.
La juve
ntud cristiana en Tierra Santa es una juventud capaz de construir, de manera eficaz, la sociedad, pero necesita un apoyo continuo y permanente de la Iglesia local y universal. Los jóvenes cristianos en Tierra Santa valoran considerablemente lo que la Iglesia hace para apoyar su existencia y pertenencia a esta tierra.
La Iglesia Católica en Tierra Santa ha actuado y actuará siempre para atenuar los sufrimientos de los cristianos en Tierra Santa, asegurándoles, al mismo tiempo, instituciones en los ámbitos de la educación, de la salud y de la pastoral, al igual que alojamiento y programas de desarrollo. Pero, a pesar de su eficacia, de los programas y proyectos dirigidos a confirmar a los cristianos de Tierra Santa, la Iglesia no tiene los recursos suficientes para poder cambiar la realidad que las autoridades israelitas imponen para modificar el aspecto de la tierra, sobretodo en Jerusalén. Agradezco a su Eminencia el Cardenal Folley por haber tomado conciencia de esta cuestión, y por la atención que a ella dedica. En su breve discurso, hizo alusión a este tema: «las infraestructuras controladas por los israelitas lo hacen más difícil». Los terrenos en la región de Jerusalén son muy reducidos y muchos pueden ser expropiados o vendidos, pero la Iglesia no tiene los medios para comprar los terrenos que le ofrecen todos los días. Esto disminuye las oportunidades de asegurar a las generaciones futuras la posibilidad de habitar y confirmar su presencia en Jerusalén. Todos valoran lo que el Patriarca Latino y la Custodia de Tierra Santa hacen para conservar su identidad sagrada, y lo que hacen las demás Iglesias, pero las cifras hablan de una gran demanda de alojamiento en Jerusalén por parte de los cristianos. Esto desanima a nuestros jóvenes y aumenta sus gastos, sobretodo económicos, obligándolos así a tener menos hijos. De hecho, en estos últimos tiempos se ha constatado una disminución en el número de niños en las familias cristianas.
Excelencias, a continuación algunos deseos:
1. Crear una caja para Tierra Santa que se llamaría Caja para el Apoyo a la Presencia Cristiana en Tierra Santa, a disposición del Consejo de Obispos Católicos en Tierra Santa, que contaría con mecanismos particulares para alcanzar los siguientes objetivos :
a) La compra de un mayor número de terrenos en la región de Jerusalén, en particular, y de Belén en general, debido al carácter sagrado de ambos lugares y de la necesidad de salvaguardar en ellos la presencia cristiana.
b) Animar a los jóvenes para que se casen, asegurándoles un apoyo inicial para formar una familia cristiana.
c)Asegurar el mayor número de alojamientos posibles.
2. Para poder reducir el gasto económico que pesa sobre los creyentes en las dos regiones de Jerusalén y de Belén, hacer lo posible para que los habitantes cristianos de estas dos regiones sean exonerados de los gastos escolares y universitarios, lo que reforzaría su presencia en la región y los animaría a tener más hijos.
Le agradezco a Su Santidad el Papa el haberme convocado a este Sínodo, vivo y vital para nuestra región, y doy las gracias a todos aquellos que lo forman.

[Texto original: árabe]

– Dr. Husam J. WAHHAB, Presidente de la Acción Católica de Belén (TERRITORIOS PALESTINESES)

Como testigo cristiano en Tierra Santa, constato que la presencia cristiana en ella es esencial y vivifica los lugares santos. Con esta presencia, afrontamos a muchas dificultades que ponen en riesgo nuestra presencia cristiana. La división de la Iglesia, la emigración, el aislamiento, la inestabilidad política y la falta de trabajo son algunas de estas dificultades.
Además de la división de la iglesia y la emigración, debemos prestar atención al peligro de la posible eliminación de los cristianos palestinos de esta sociedad. Por tanto, nuestra preocupación con respecto a esta cuestión está dirigida en primer lugar a evitar cualquier tipo de egoísmo y aislamiento, de forma que los cristianos palestinos no se sientan tratados injustamente. Nos proponemos, por consiguiente, estar junto a ellos para trabajar y hacerles sentir que forman parte de la sociedad.
El concepto de separación entre religión y estado en Oriente Medio no existe, ya que muchas leyes y reglamentos están inspirados en la religión. Nuestros esfuerzos deben concentrarse en inspirar a los legisladores para que respeten la vida privada de los ciudadanos cristianos en la sociedad.
La sociedad cristiana aprecia el trabajo de la iglesia en los años pasados y el continuo apoyo de las instituciones locales cristianas. Además, la sociedad árabe circundante aprecia enormemente la presencia de las instituciones cristianas, especialmente de las escuelas católicas, la Universidad de Belén y los hospitales, ya que construyen puentes de comprensión y respeto entre musulmanes y cristianos, incrementando a su vez el respeto mutuo.
Los obispos, los sacerdotes y los laicos deben trabajar para crear una atmósfera que promueva una cultura de paz y justicia. Esta atmósfera de paz y justicia persuadirá a la futura generación de jóvenes a permanecer en sus propias tierras.
Es fundamental para la iglesia trabajar con los laicos en el campo de la formación, de manera especial con niños y jóvenes para lograr la unidad a fin de que todas las vocaciones crezcan juntas en la comunión. Desde esta perspectiva, la Acción Católica y otras instituciones constituyen una gran ayuda gracias al compromiso de los laicos y del clero para promover la unidad y un sentimiento de paz interior. La Iglesia debería allanar el camino a las relaciones internacionales con otras iglesias y comunidades para promover peregrinaciones a Tierra Santa y así crear una mayor solidaridad hacia la presencia cristiana.
Nuestro objetivo es el de hacer que perdure nuestra presencia en Oriente Medio y desarrollar nuestros programas para que lleven a cada vez más personas a convertirse en testigos de nuestro Señor Jesús, a proclamar la Palabra de Dios en nuestra comunidad y a vivir nuestra vida cristiana con orgullo y así ser un ejemplo de vida para las generaciones futuras.

[Texto original: inglés]

– Sra. Anan J. LEWIS, Profesora de Poesía inglesa Victoriana y Moderna, Departamento de Inglés, Universidad de Bagdad (IRAQ)

Hablo desde mi condición de virgen consagrada (Ordo Virginum) en Iraq, docente universitaria y directora de la juventud de la Iglesia latina, así como en representación del laicado de Iraq, y como tal querría subrayar el hecho de que más allá de la seguridad y la estabilidad política y social, no hay nada que pueda motivar a los cristianos iraquíes a permanecer y a seguir sintiéndose profundamente arraigados en su tierra y en su fe salvo el hecho de que los pastores de la Iglesia den inicio a un auténtico cuidado pastoral y espiritual. Los cristianos iraquíes ahora tienen la urgente necesidad de ser alimentados en el amor y abrazados por el apoyo espiritual de sacerdotes adecuadamente preparados y amorosos. Las homilías del domingo o las clases de catecismo de los viernes para los niños no son suficientes para animar a los laicos a quedarse. En vez de recoger fondos para reformar capillas o adquirir edificios vacíos, o decorar portales, construyamos piedras vivas y realicemos pequeños proyectos para los jóvenes de ambos sexos, con el fin de descubrir sus habilidades artesanales y profesionales. Hacer reuniones regularmente con ellos y con sus familias e iluminarles sobre el papel sagrado que revisten como laicos en Iraq
es igual de importante; de lo contrario no sirve para nada criticar a los grupos protestantes porque intentan atraer a los católicos hacia su fe. Y si todo esto suena a fantasía ¡podría ser útil ir a encontrarlos!
Sin embargo, los cristianos laicos de Iraq son conscientes de que la Iglesia está haciendo auténticos esfuerzos para que su fe sea más profunda y para mejorar su situación social y económica, en los límites de sus posibilidades.
Saben también que este fardo no
se apoya únicamente sobre los hombros de la Iglesia; el gobierno iraquí y la comunidad internacional cargan con una buena parte del mismo, pero permanecen en silencio. Por tanto, los cristianos iraquíes viven en condiciones muy duras, en las que cualquier instante de seguridad es importante. Sin embargo, los laicos cristianos, sobre todo los que han sido siempre conscientes de la importancia de dar testimonio de su fe en tiempos de paz o de guerra, quieren seguir siendo testigos auténticos mediante el refuerzo de su comunión con la iglesia de la que son parte integrante. Su papel, que es cada vez más influyente que el del clero, se manifiesta en la ayuda a los pobres y los enfermos, en la organización de actividades sociales y espirituales para los ancianos y los jóvenes, en la organización de grupos de oración y grupos para los servicios sociales y sanitarios para los necesitados, como los que hay en los programas de Caritas, o en la ayuda a los párrocos en el campo de la catequesis o de la liturgia. Estos cristianos comprometidos, hombres y mujeres, saben que están desempeñando en Iraq un papel insustituible. Aunque muchas veces se encuentren ante la muerte, cuando cada minuto de seguridad resulta importante, ellos dan su contribución al tejido de la sociedad iraquí, trabajando duro en nombre de todos los cristianos dispersados, segregados o atribulados en la fe, y creando un sentimiento de amor y pacífica coexistencia entre los iraquíes, independientemente de su religión o del sexo.

[Texto original: inglés]

INTERVENCIÓN DE S.B. EM. CARD. EMMANUEL III DELLY, PATRIARCA DE BABILONIA DE LOS CALDEOS (IRAQ), PRESIDENTE DELEGADO AD HONOREM

En la clausura de la Congregación, ha tomado la palabra S. B. Em. Card. Emmanuel III DELLY, Patriarca de Babilonia de los Caldeos (IRAQ), Presidente Delegado ad honorem, que ha agradecido a todos aquellos que han mostrado su simpatía hacia Iraq, cuna de los cristianos de la Iglesia Caldea y, en general, de las Iglesias orientales en el área pérsica. El Patriarca ha recordado que el 78 por ciento de los cristianos de la Mesopotamia son caldeos católicos que viven pacíficamente con los musulmanes del área. A pesar de las situaciones políticas y la emigración, el Patriarca ha subrayado que en el país hay libertad religiosa, respeto por las jerarquías y estima por las instituciones y las obras eclesiásticas.

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ZENIT Staff

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