CIUDAD DEL VATICANO, martes 19 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Benedicto XVI espera que el bicentenario de la República de Colombia sea una oportunidad para aprender del pasado, consolidar la seguridad y la paz y mirar con ilusión el futuro.
Así lo manifestó este lunes al recibir en el Vaticano al nuevo embajador de Colombia ante la Santa Sede, César Mauricio Velásquez Ossa, con motivo de la presentación de sus cartas credenciales.
En su discurso al nuevo embajador, Benedicto XVI recordó que este año tiene lugar la conmemoración del bicentenario del inicio del proceso que llevó a la independencia y a la constitución de la República y afirmó que se trata de “un momento de particular trascendencia para Colombia”.
“Estoy seguro de que este significativo aniversario será una ocasión singular para acoger las lecciones que la historia proporciona, intensificar las iniciativas y medidas que consoliden la seguridad, la paz, la concordia y el desarrollo integral de todos sus ciudadanos y mirar con serenidad e ilusión el futuro que se avecina”, dijo.
“En este camino -añadió-, es de fundamental importancia el concurso de todos, de modo que los más profundos anhelos y proyectos del pueblo colombiano se vayan haciendo cada vez más una feliz y esperanzadora realidad”.
Benedicto XVI destacó la presencia de la Iglesia católica en Colombia “desde los albores de la llegada de los españoles a América”, así como su “papel primordial y decisivo” hasta hoy.
En este sentido, invitó a salvaguardar y potenciar el “patrimonio espiritual que ha germinado a lo largo de los años” con los “esfuerzos, no exentos de sacrificios y adversidades” de tantos obispos, presbíteros, religiosos y laicos.
“En esta apasionante tarea, la Iglesia en Colombia no exige privilegio alguno -afirmó-. Sólo anhela poder servir a los fieles y a todos aquellos que le abran las puertas de su corazón, con la mano tendida y siempre dispuesta a fortalecer todo lo que promueva la educación de las nuevas generaciones, el cuidado de los enfermos y ancianos, el respeto a los pueblos indígenas y sus legítimas tradiciones, la erradicación de la pobreza, el narcotráfico y la corrupción, la atención a los presos, desplazados, emigrantes y trabajadores, así como la asistencia a las familias necesitadas”.
“En este marco de mutua cooperación y cordiales relaciones entre la Santa Sede y la República de Colombia”, prosiguió, “deseo manifestar nuevamente el interés que la Iglesia tiene por tutelar y fomentar la inviolable dignidad de la persona humana”.
Para ello, declaró, “es esencial que el ordenamiento jurídico respete la ley natural en áreas tan esenciales como la salvaguarda de la vida humana, desde su concepción hasta su término natural; el derecho a nacer y a vivir en una familia fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer o el derecho de los padres a que sus hijos reciban una educación acorde con sus propios criterios morales o creencias”.
“Todos ellos son pilares insustituibles en la edificación de una sociedad verdaderamente digna del hombre y de los valores que le son consustanciales”, afirmó.
El Papa también manifestó su “cercanía espiritual” y aseguró sus “oraciones por quienes en Colombia han sido injusta y cruelmente privados de libertad”.
“Rezo también por sus familiares y, en general, por las víctimas de la violencia en todas sus formas, suplicando a Dios que se ponga de una vez fin a tanto sufrimiento, y que todos los colombianos puedan vivir reconciliados y en paz en esa bendita tierra”, añadió.