CIUDAD DEL VATICANO, martes 19 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Los participantes en el Sínodo de los Obispos de Oriente Medio, que han dedicado este martes a preparar por equipos las propuestas que entregarán a Benedicto XVI, han reconocido que esa región es hoy tierra de mártires.
Según monseñor Edmond Farhat, arzobispo titular de Biblos (Líbano) y antiguo nuncio apostólico en Austria, «gran parte del Oriente Medio musulmán está en crisis. No puede hacerse justicia a sí mismo. No encuentra aliados ni a nivel humano, ni a nivel político, ni mucho menos a nivel científico. Se siente frustrado. Lucha».
«Su frustración ha tenido como consecuencia las revoluciones, el radicalismo, las guerras, el terror, el llamado (da’wat) a volver a las enseñanzas radicales (salafismo). El radicalismo, que sólo busca venganza, recurre a la violencia».
«Cree tener una mayor repercusión si ataca a los cuerpos constituidos, siendo la Iglesia el más frágil y accesible. Al no conocer la noción de gratuidad, acusa a la Iglesia de tener segundas intenciones, de proselitismo, de ser cómplice de las potencias imperialistas».
De este modo, constata, «de Irakq a Turquía, de Pakistán hasta la India, se han multiplicado las víctimas, que no son mas que inocentes y benévolos servidores (monseñor Luigi Padovese y el padre Andrea Santoro en Turquía; el abogado asesinado junto a su familia en Pakistán; el obispo Pierre Claverie y los religiosos y religiosas de Argelia; los sacerdotes, religiosos y fieles inocentes, asesinados durante la guerra del Líbano). Todos ellos blancos fáciles».
El arzobispo constata que el Sínodo «nos recomienda no tener miedo. Esto no quiere decir que seamos indiferentes; pero es el momento de la purificación y de los dolores del parto, también en la sociedad musulmana».
«Depende de nosotros continuar nuestro camino en dichas condiciones. Es nuestra misión. Es un papel que nadie puede desempeñar por nosotros. Es hablar, no sólo de Dios todo poderoso, sino de Jesucristo, su hijo, en árabe».
«No solamente no debemos tener miedo, sino que debemos transmitir el mensaje a las generaciones futuras. La Iglesia en Oriente Medio, bañada por la sangre de sus mártires, animada por los maestros, santos y bienaventurados, florecerá como la Viña del Señor y dará muchos frutos», explica el prelado.
«Hoy, la Iglesia es víctima de injusticias y calumnias. Como en el Evangelio, muchos parten, otros se cansan o escapan. Los frustrados y los desesperados se vengan sobre los inocentes. Detrás de los asesinatos físicos y de los fracasos más desgarradores, está el pecado».
«La acción de Dios continúa en la historia –concluyó–. La Iglesia en Oriente Medio vive ahora su camino de cruz y de purificación, que lleva a la renovación y a la resurrección. Los sufrimientos y las angustias del presente son el llanto del recién nacido. Si duran es porque este tipo de demonios que atormentan nuestra sociedad sólo se alejan con la oración. ¡Quizás no hemos rezado lo suficiente!»
Por Marine Soreau