ROMA, miércoles 20 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Varias mujeres, oyentes en el Sínodo de Obispos para Oriente Medio, han deseado que la Iglesia dé a la mujer el lugar que le corresponde. Esto podría ser un testimonio para las mujeres musulmanas, en ocasiones «maltratadas», han afirmado.
En el transcurso de la undécima congregación general, la hermana libanesa Marie-Antoinette Saadé, responsable de la formación y el noviciado de la Congregación de las Hermanas Maronitas de la Sagrada Familia, pidió «dar a la mujer su lugar verdadero y justo».
«¿No debe la Iglesia estar en la vanguardia en este ámbito, frente a las prácticas difundidas en ciertos ambientes musulmanes en los que la mujer es golpeada, encarcelada, pisoteada, maltratada, sin derechos, con deberes que la esclavizan?», preguntó la religiosa a la asamblea de patriarcas, cardenales, obispos, y sacerdotes religiosos.
«Esto sería un verdadero testimonio», afirmó.
Según la hermana Saadé, «reparar juntos el tejido social, promoviendo a la persona humana en el centro de la familia y a partir de ella, me parece la respuesta para una pastoral urgente y eficaz».
La hermana instó a «encender la fe en la familia, que es el lugar privilegiado donde los niños aprenden a reconocer su identidad y crecen desarrollando sus talentos y facultades humanas y divinas. Porque la fe se adquiere sobre las rodillas de la madre. Ahí se hace la primera catequesis, la más eficaz y durable».
La urgencia del testimonio de la mujer cristiana
Por su parte la hermana Clauda Achaya Naddaf, superiora del convento de las religiosas del Convento de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor, de Siria, constató que el documento de trabajo de este Sínodo, el «Instrumentum laboris» «no hace mención de cuestiones relativas a las mujeres, en un Sínodo de Oriente Medio, donde las mujeres son consideradas de rango inferior».
«La mitad de la población de la tierra está constituida por mujeres. Casi la mitad de ellas son víctimas de la violencia, la explotación, viven en la pobreza extrema, sus derechos son pisoteados. Nuestra madre la Iglesia es madre según el ejemplo de María. ¿Podría ella excluir de sus preocupaciones a las mujeres?», preguntó la hermana Clauda.
Por último, Jocelyne Khoueiry, miembro fundador y presidente del movimiento seglar «La Libanaise-Femme du 31 Mai», del Líbano, afirmó que «cuando la mujer cristiana puede expresarse y testimoniar la belleza de la fe y del verdadero sentido de la dignidad y de la libertad, constituye un testimonio urgente que interpela a la mujer musulmana y abre caminos nuevos al diálogo».
«Que nuestras familias puedan ser apoyadas y acompañadas por su Iglesia, madre y maestra, para que sean de manera concreta y decidida santuarios abiertos al don de la vida, sobre todo cuando ésta está herida por la discapacidad o por dificultades socioeconómicas, algo que nos secundario ante la amenaza continua de la emigración».
«Una conversión, en el nivel de nuestra escala de valores y de nuestra forma de ser, se manifiesta muy urgente. Estamos llamados a ser, con María, servidores de la esperanza en esta región machacada y víctima de tanta injusticia», concluyó Jocelyne Khoueiry.
Este miércoles no hubo congregación general de los participantes en el Sínodo. Se dedicó la jornada a la unificación , por parte del relator general, el secretario especial y los relatores de los grupos de trabajo, de las «propuestas» que se presentarán al Papa, después del necesario debate y enmiendas.
Por Marine Soreau