El Papa destaca la función de Corea del Sur en la comunidad internacional

Al recibir al nuevo embajador del país ante la Santa Sede

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CIUDAD DEL VATICANO, jueves 21 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Benedicto XVI destacó “el aprecio de la Santa Sede por la activa función desempeñada por la República de Corea en la comunidad internacional”.

Lo hizo este jueves al recibir en el Vaticano al nuevo embajador del país asiático ante la Santa Sede, Han Hong-soon, con motivo de la presentación de sus Cartas Credenciales.

El Papa destacó que el Gobierno de Corea del Sur ha promovido “la paz y la estabilidad de la península, así como la seguridad y la integración económica de las naciones de la región de Asia-Pacífico”.

“A través de sus amplios contactos diplomáticos con los países africanos, y especialmente acogiendo el próximo mes la cumbre del G20 en Seúl, su Gobierno ha dado sobradas pruebas de su función como un importante actor en el escenario mundial, y ha ayudado a garantizar que el proceso de globalización sea dirigido por consideraciones de solidaridad y fraternidad”, afirmó.

Respecto a la evolución del país, el Pontífice señaló que “es alentador observar el notable crecimiento económico que su país ha experimentado en los años recientes” y dijo que Corea ha pasado de ser un receptor neto de ayuda a convertirse en un país donante.

En este sentido, advirtió de los “peligros que conlleva el rápido crecimiento económico que pueden llevar a eludir muy fácilmente las consideraciones éticas, con el resultado de que los miembros más pobres de la sociedad tiendan a ser excluidos de su derecho a compartir la prosperidad de la nación”.

Para el Papa, “la crisis financiera de los años recientes ha exacerbado el problema, pero también ha centrado la atención en la necesidad de renovar las bases éticas de toda actividad económica y política”.

Benedicto XVI alentó al Gobierno de Corea del Sur “en su compromiso para garantizar la justicia social y la preocupación por que el bien común aumente junto a la prosperidad material”.

Destacó que la visita que el presidente del país, Lee Myung-bak, realizó al Vaticano el año pasado “sirvió para profundizar en las relaciones muy cordiales que han existido desde hace casi medio siglo entre su país y la Santa Sede”.

Y le aseguró al nuevo embajador “que la Iglesia Católica en Corea está preparada y dispuesta a trabajar con el Gobierno en su intento de promover estos dignos objetivos”.

En concreto, señaló algunos ejemplos del compromiso de la Iglesia local en el bien de la sociedad, como su red de escuelas y programas educativos, su trabajo por el diálogo interreligioso y su acción caritativa.

Al mismo tiempo, destacó que la función de la iglesia implica también “proclamar las verdades del Evangelio, que continuamente nos desafían a mirar más allá del pragmatismo y los intereses partidistas que pueden tan a menudo condicionar las elecciones políticas, y a darnos cuenta de las obligaciones que nos incumben en vista de la dignidad de la persona humana”.

“Esto requiere de nosotros -añadió- un claro compromiso de defender la vida humana en todas sus fases desde la concepción hasta la muerte natural, promover la vida familiar estable según las normas de la ley natural y construir la paz y la justicia allí donde haya conflicto”.

Por su parte, el embajador coreano se refirió, en su discurso al Papa, al Consejo de Laicos Católicos de Asia que tuvo lugar en Seúl a principios de septiembre bajo los auspicios del Consejo Pontificio para los Laicos.

Tanto el diplomático como el Pontífice coincidieron en “ver en este importante evento un signo claro de la cooperación fructífera que ya existe entre Corea del Sur y la Santa Sede y que es un buen augurio para el futuro de nuestras relaciones”, como señaló el Papa.

Benedicto XVI aplaudió el hecho de que el Congreso se centrara en los fieles laicos, que “no sólo sembraron las primeras semillas del Evangelio en Corea sino que además dieron testimonio en gran número de su fe firme en Cristo a través del derramamiento de su sangre”.

“Estoy seguro -dijo el Papa- de que, inspirados y fortalecidos por el testimonio de los mártires coreanos, los laicos y laicas continuarán construyendo la vida y el bienestar de la nación a través de su preocupación amorosa por los pobres y los oprimidos, su disposición a perdonar a sus enemigos y perseguidores, su ejemplo de justicia, veracidad y solidaridad en su lugar de trabajo, y su presencia en la vida pública”.

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ZENIT Staff

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