ROMA, viernes 22 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- El cardenal François-Xavier Nguyên Van Thuân es como “los pequeños que reciben la revelación del Padre”, dijo esta mañana el cardenal Peter K. A. Turkson, presidente del Pontificio Consejo para la Justicia y la Paz.
El purpurado presidió una eucaristía en la iglesia Santa Maria de la Scala de Roma, que fue la iglesia titular del Francisco Nguyen Van Thuan. Con esta ceremonia se abrió oficialmente la investigación diocesana su la causa de canonización.
Durante la fase diocesana se examina la vida del Siervo de Dios y se busca reunir documentos, escritos, favores recibidos y testimonios a favor, de parte de personas que le conocieron.
Santidad forjada en cautiverio
Van Thuan nació en 1928 en Hue, una pequeña ciudad ubicada en la costa del centro de Vietnam, En 1953 recibió su ordenación sacerdotal. Fue obispo de Nhatrang entre 1967 y 1975, año en que el papa Pablo VI le nombró obispo coadjutor de Saigón (hoy Ho Chi Minh). Fue arrestado ese mismo año con la llegada del régimen comunista al poder de Vietnam.
Estuvo 13 años en la cárcel y 9 en total aislamiento. Diariamente, celebraba misa con tres gotas de vino (decía que lo necesitaba como medicina para dolor de estómago) y una gota de agua en la palma de la mano.
Allí escribió libros en los que narraba sus experiencias durante el cautiverio con reflexiones sobre el valor del perdón y la necesidad de vivir con realismo el tiempo presente. También sobre el poder de la oración y el amor a la eucaristía. Entre ellos se encuentran Testigos de esperanza, Cinco panes y dos peces, Testimonio de fe de un obispo vietnamita en la cárcel.
También escribió otros libros como Luz de la palabra de Dios y del Concilio Vaticano II, Peregrinos por el camino de la esperanza y Siete meditaciones dirigidas a los jóvenes.
Juan Pablo II lo nombró en 1998 presidente del Consejo Pontificio para la Justicia y la paz, cargo en el que permaneció hasta 2002, año en el que falleció. “Espero que al final de mi vida el Señor me reciba como al más pequeño de los trabajadores de su viña, y yo cantaré su misericordia por toda la eternidad, perennemente admirado de las maravillas que él reserva a sus elegidos”, escribió una vez el cardenal vietnamita.
Iglesia en Vietnam
La mayoría de fieles que participaron esta mañana en las celebraciones por la apertura de la causa del cardenal Van Thuan fueron los vietnamitas residentes en Roma.
ZENIT habló con alguno de ellos. La hermana Cecilia, quien le conoció personalmente, lo visitaba a menudo en su apartamento en Roma, donde siempre recibía a sus compatriotas con especial amabilidad.
“Cuando se puso mal fuimos a verlo al hospital”, recuerda. “Su muerte fue un momento muy duro aunque sabíamos que tenía más sentido todo el sufrimiento que había vivido aquí en la tierra. Triunfó la verdad y el perdón”, asegura.
Vietnam es el segundo país con mayor población católica de Asia, después de Filipinas. Cuenta con siete millones de católicos (6 % de la población). Además de las colonias católicas vietnamitas dispersas por el mundo.
El padre Cuong Pham recuerda cuando el cardenal Van Thuan viajaba a Nueva York y predicaba a los católicos vietamitas que residían allí, en la parroquia Most Precious Blood (De la preciosísima sangre n.d.t) en el barrio chino de esta ciudad.
Para él, el Siervo de Dios era una persona “muy gentil y humilde y con muy buen sentido del humor”. Decía que muchos jóvenes “lo admiraban y lo querían imitar”.
Para el hermano salesiano Domenico Nam, Van Thuan fue “un gran ejemplo de esperanza, luego de tantos años de prisión” y dijo que la Iglesia en su país “se encuentra en una situación muy difícil por el régimen comunista” sin embargo hay “muchas familias católicas que oran juntas. La devoción a Van Thuan se extiende entre ellos” y esto genera como frutos “muchísimas vocaciones”.
Para la hermana Asunta, del instituto María Auxiliadora, lo más admirable del cardenal Van Thuan es la “caridad inmensa”, así como la “esperanza tan profunda”. Una persona que supo llevar “la verdadera justicia: la del perdón”. Dijo que cuando era pequeña lo vio algunas veces en Saigon (hoy Ho Chi Minh). “Cada día oro para imitar sus virtudes en mi vida consagrada”, dijo la hermana.
En caso de que sea superada la fase diocesana, comenzaría la fase romana en la que se examina con una comisión de teólogos si el Siervo de Dios Francisco Nguyen Van Thuan ha vivido las virtudes en grado heroico. De ser así, pasaría a ser venerable y sería necesario un milagro por intercesión suya para su beatificación.
Por Carmen Elena Villa