CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 1 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Benedicto XVI va Santiago de Compostela y a Barcelona, entre el 6 y el 7 de noviembre, para recordar el amor de Dios, que «el Señor no quita nada y lo da todo».
Por un lado va a impulsar el sentido de la peregrinación a la tumba de Santiago el Mayor –la penitencia, la conversión y la importancia que representa este santuario para la evangelización de Europa–, por otro, admirará y presentará los innumerables símbolos litúrgicos de las columnas, las torres y los cientos de detalles que componen la arquitectura de la Sagrada Familia.
Sobre ambos temas, ZENIT ha entrevistado a monseñor Celso Morga Iruzubieta, subsecretario de la Congregación para el Clero, nacido en Huércanos, en La Rioja, el 28 de enero de 1948 y fue ordenado sacerdote en 1972.
–¿Por qué el Papa va expresamente a consagrar el templo de la Sagrada Familia?
–Monseñor Celso Morga: En sus cinco naves centrales la Sagrada Familia está prácticamente terminada y el Papa está muy contento de hacer esta consagración. Para él es muy importante que la liturgia se haga bien, darle todo el esplendor, que sea el culto a Dios y además que ésta sea un vehículo por excelencia de la catequesis. Gaudí fue un hombre litúrgico, autodidacta, no estudió en ningún seminario, en ninguna casa de formación. Sus fuentes de conocimiento y de vida cristiana eran la liturgia y la misa que todos los días oía. Todo el simbolismo de la liturgia y todo el sentido de la liturgia está plasmado en la arquitectura del templo de la Sagrada Familia.
–El siglo XIX fue un siglo de mucha santidad en Cataluña. ¿Cree que esto influyó en la espiritualidad de Gaudí?
–Monseñor Celso Morga: Sí. Está por ejemplo el padre san Jose Manyanet, canonizado por Juan Pablo II, uno de los promotores de la construcción de la Sagrada Familia y el fundador de la Congregación de los Hijos de la Sagrada Familia de Jesús, María y José. Él tenía su congregación religiosa como norte. A ambos los unía el tema de la Sagrada Familia como un modo de reencontrar las raíces cristianas y re evangelizar y de ahí nació esa iniciativa de construir ese templo. La vida de Gaudí es la Sagrada Familia. Todo lo que vivió esta expresado ahí. Ese florecimiento de santidad influyó en Gaudí. La Sagrada Familia no es casualidad. Responde a este florecimiento que hubo en Cataluña en la segunda mitad del siglo XIX.
–¿Cree que la atención especial que da Benedicto XVI a los temas litúrgicos es lo que hace que le llame tanto la atención de la figura de Gaudí?
–Monseñor Celso Morga: Para el Papa es muy importante que en estas grandes ciudades, en medio de nuestra civilización secularizada, haya espacio para los templos, para los grandes templos. Las catedrales no son algo de la Edad Media sino también de nuestros días. En España quizás se dé ese cliché de que antes era muy católica y que ahora es muy atea y creo que no es verdad ni lo primero ni lo segundo. La inmensa mayoría se reconoce católica y hay una minoría que no lo es. Quizás se ha dado un proceso que se produce también en todos los países del área occidental: vivir como si Dios no existiera. Eso lo lleva también el progreso material, una vida fácil, el que los domingos uno se va de fin de semana, de vacaciones, sale de la ciudad, a respirar, a no frecuentar la Iglesia. Determinadas dificultades de la vida social te pueden llevar a no educar a los hijos cristianamente: los niños tienen que hacer gimnasia y lenguas pero a veces no frecuentan la catequesis. En fin, son dificultades que traen en esta vida moderna tantas dificultades. También está el descenso en las tasas de natalidad. La sociedad busca cada vez más vivir en apartamentos muy pequeñitos. Las circunstancias influyen en este proceso de distanciamiento espiritual.
–¿Por qué ha querido el Papa ir a celebrar el Año Xacobeo a Santiago de Compostela?
–Monseñor Celso Morga: Él tiene en su escudo episcopal la concha del peregrino. Cuando un obispo escoge su escudo lo hace para ponerlo en línea con lo que guiará su misión episcopal. Ha querido aprovechar este año santo, que no se repetirá hasta 2021, para venerar la tumba del apóstol Santiago, para recordarnos que tenemos que recobrar nuestras raíces. Europa ha sido un continente cristiano, que ha llevado su civilización, su cultura y su religión a todo el mundo, pero sobre todo a partir del proceso de la Ilustración y del proceso de imponer a la razón humana como única guía de la humanidad, ese sentido de Dios se ha escondido y a Dios la cultura occidental y europea le ha considerado a partir de entonces como algo indiferente y como un enemigo de la autonomía, como si el ser humano no se pudiera realizar humanamente si Dios está presente. El Papa insiste mucho en lo contrario: en Dios, como amigo, el hombre encuentra su plenitud y, cuando Dios falta, el hombre se empobrece. En la Edad Media, los pecadores recorrían ese camino como penitencia para encontrar de nuevo la gracia de Dios, pero eran personas que tenían a Dios. Una cosa es querer buscar a Dios y otra es ignorarlo y negar su existencia. Cuando uno tiene a Dios, aunque tenga caídas, puede encontrar el perdón de Dios, pero el problema surge cuando uno no lo tiene. El Papa lo que quiere es que Europa y el mundo recuperen a Dios como amigo, como quien da sentido y plenitud al hombre. Lo que busca es que no vean a Dios como un problema para que puedan realizarse. Me parece que es particularmente oportuno que el Papa vaya a España en dos ocasiones en el mismo año escolar, porque España está viviendo este proceso de secularización acelerado, quizás con un poquito de retraso con respecto a los países de Europa central. Creo que es un momento en el que el Papa quiere volverle a decir a los españoles una frase que ha repetido varias veces durante su pontificado: «El Señor no quita nada y lo da todo».
Por Carmen Elena Villa