Por el padre John Flynn, L. C.

ROMA, domingo 14 de noviembre de 2010 (ZENIT.org). – En Australia se está desarrollando un acalorado debate sobre la eutanasia, provocado por las propuestas de ley del Partido Verde tanto a nivel federal.

Las elecciones nacionales de agosto dieron un notable aumento a los verdes y, tras la elección del líder del partido, el senador Bob Brown, anunciaron que una de sus principales prioridades sería introducir cambios en la ley que rige la eutanasia en los dos territorios federales, el Territorio Capitalino Australiano y el Territorio del Norte.

Cumplieron su promesa de presentar una ley en el senado finales de octubre que suprimiese la Ley de la Eutanasia de 1997, que quitó a los territorios federales el poder para legislar sobre la eutanasia. La ley se introdujo tras la legalización de la eutanasia en el Territorio del Norte en 1995.

El parlamento del sur de Australia también tiene pendiente una ley sobre la eutanasia. Tras un intento anterior, que el año pasado no prosperó por sólo un voto en el Consejo Legislativo, la cámara alta, los verdes han presentado hace poco una nueva propuesta, informaba el 22 de octubre la Australian Broadcasting Corporation (ABC). Se espera que tenga lugar una votación sobre la ley en el Consejo Legislativo a finales de noviembre.

El mes pasado la cámara alta de Australia Occidental votó en contra de una iniciativa para legalizar la eutanasia. También fue presentada por el miembro verde del parlamento, Robin Chapple. Fue rechazada por 24 votos contra 11, informaba el 23 de septiembre el periódico West Australian.

En Nueva Gales del Sur, los verdes también han presentado una ley, todavía en votación, que permitirá a los enfermos terminales el derecho a la eutanasia.

También es un tema de debate en el estado de Victoria, ahora en medio de una campaña electoral antes de votar a finales de noviembre. Incluso antes de comenzar la campaña algunos miembros del parlamento estatal, entre ellos los verdes, pedían que se reconsiderarse la posibilidad de permitir la eutanasia, informaba el 23 de septiembre el periódico Age. La última vez fue en el 2008, cuando la cámara legislativa rechazó por una amplia mayoría una ley que legalizase la eutanasia.

Mal entendida

Los llamamientos a cambiar la ley llevaron a una declaración pública el 7 de octubre del arzobispo de Melbourne, monseñor Denis Hart. El renovado impulso en Victoria y otras zonas de Australia para permitir el suicidio asistido es una compasión mal entendida, explicaba.

“La eutanasia y el suicidio asistido son lo opuesto al cuidado y representan el abandono de las personas más ancianas y de las moribundas”, indicaba.

Conforme avanza la tecnología médica y tenemos un mayor número de personas mayores, el arzobispo insistía en que no deberían ser consideradas como un problema para la sociedad. Por el contrario deberíamos ver nuestro cuidado de los ancianos: “como el pago de una deuda de gratitud, como parte de una cultura del amor y el cariño”.

Posteriormente, el 29 de octubre, los obispos católicos de Victoria publicaban una declaración aconsejando cómo se debería votar.

En “Tu Voto, Tus Valores”, los obispos animaban a los católicos a cuestionar a los candidatos de acuerdo a una serie de temas, desde los relacionados con la vida, a la educación, el sistema de justicia, y el derecho a la libertad religiosa.

En la parte de arriba de la lista del documento está la sección dedicada a la vida. “La destrucción de la vida humana nunca es una solución aceptable, es por lo que la Iglesia mantiene con firmeza su oposición al aborto y a la eutanasia”, declaraba.

Tras la publicación de la declaración, monseñor Hart declaró a la ABC que la eutanasia era un “tema absolutamente esencial”, informaba el 1 de noviembre el Brisbane Times.

La Iglesia respetaba el derecho de los votantes individuales, afirmaba el arzobispo, pero “para mí, por supuesto, nunca podría votar a alguien que apoyara la eutanasia”.

Impulso

La actuación parlamentaria está acompañada de nuevos esfuerzos de las organizaciones pro eutanasia. A principios de año, el Dr. Philip Nitschke, un conocido promotor de permitir el suicidio asistido, anunciaba haber ayudado a gente a cometerlo adquiriendo un barbitúrico, Nembutal, permitido en Australia sólo para la eutanasia de animales, informaba el 15 de febrero el Sydney Morning Herald.

Nitschke pone a la gente en contacto con veterinarios extranjeros que les envían el medicamento. Ha estado haciéndolo desde finales de los noventa y, según el Instituto de Medicina Forense de Victoria, en los últimos 10 años 51 personas en Australia han muerto como resultado de tomar una sobredosis de Nembutal. El informe del instituto observaba que en muchos de estos casos quienes murieron no sufrían de enfermedades graves.

Luego, desde hace menos tiempo, la organización de Nitschke, Exit International, ha intentado poner anuncios de eutanasia en la televisión. Justo antes de emitir el anuncio el organismo regulador, Free TV Australia, retiró su permiso para hacerlo, informaba el 13 de septiembre el periódico Age.

Tuvo más suerte con una valla publicitaria levantada en octubre en las cercanías de Sydney, justo en una de las principales autopistas. Esta afirma que el 85% de la gente apoya la eutanasia y les anima a presionar a los gobiernos para que la permitan.

Exit International quiere poner más vallas publicitarias y, según un artículo publicado en el Sydney Morning Herald el 19 de octubre, Nitschke está pensando reelaborar el anuncio de televisión para obtener el permiso de emisión.

En octubre también tuvo lugar el lanzamiento de una nueva alianza, YourLastRight.com, para reunir a los grupos estatales en la campaña por la legalización de la eutanasia. Se lanzó en Melbourne durante el encuentro bienal de la Federación Mundial de Asociaciones de Derecho a Morir, informaba el 9 de octubre el periódico Australian.

La muerte como solución

Comentando los esfuerzos de promoción de la eutanasia, monseñor Anthony Fisher, obispo de Paramatta, afirmaba que no es sólo intrínsecamente malo y contrario a toda sana ética médica, sino que también es difícil de controlar una vez introducida.

“Una vez admitido que nuestros pacientes pueden decidir que han 'tenido bastante' para pedir al personal sanitario que aceleren sus muertes, estaremos ya en un camino hacia la muerte como solución a una serie cada vez mayor de problemas”, informaba el su edición del 10 de octubre el Catholic Weekly.

Un ejemplo de cómo se puede abusar de la eutanasia voluntaria lo daba Andrew Bolt en su columna del periódico Herald Sun el 8 de octubre. Durante el tiempo en que la eutanasia fue legal en el Territorio del Norte, Nitschke ayudó a siete personas a morir, presentándolas a los medios como enfermos terminales o que sufrían mucho.

Sin embargo, cuando más tarde divulgó más información sobre las muertes en un artículo publicado por la revista médica Lancet, resultó que una de las personas, Martha Alfonso Bowles, que Bolt describe como una divorciada solitaria, no era enferma terminal. Sufría de cáncer intestinal, pero tratable a través de cirugía y el pronóstico era bueno para su tratamiento.

Además, en el artículo Nitschke concedía que ninguna de las siete personas sufría de un dolor grave.

Margaret O’Connor, presidenta de Palliative Care Australia, también se mostraba crítica con la campaña a favor de la eutanasia en un artículo publicado el 12 de octubre en el periódico Australian.

Señalaba que los australianos han recibido un cuidado médico excelente, citando una encuesta reciente publicada en la revista The Economist. En una encuesta de 40 países, Australia quedaba en segundo lugar en calidad general a la hora de la muerte, y la primera en el menor coste para el paciente.

En lugar de permitir la eutanasia voluntaria lo que debería hacerse es extender los servicios de cuidados paliativos, permitiendo a la gente que tuviera la mejor calidad de vida posible a lo largo de todas las etapas de sus enfermedades.

Es un error creer que el suicidio es el único camino para quitar el sufrimiento, sostenía O’Connor. De hecho, citaba estudios que muestran que, cuando la gente recibe el cuidado paliativo adecuado, sólo el 1% hace una petición explícita de suicidio asistido. Inconvenientes hechos que los miembros del lobby pro-eutanasia convenientemente ignoran.

[Traducción del inglés por Justo Amado]