CIUDAD DEL VATICANO, viernes 19 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- El consistorio que hoy comienza en el Vaticano y que concluirá mañana con la imposición del capelo a veinticuatro nuevos cardenales muestra una vez más el estilo “colegial” que el Papa Benedicto XVI tiene en el gobierno de la Iglesia.

Así lo afirmó el director de la Sala de Prensa, padre Federico Lombardi, en su reflexión editorial semanal para Octava Dies, el semanario informativo del Centro Televisivo Vaticano.

El nombramiento de nuevos cardenales “es siempre esperada con una viva curiosidad no sólo en la Iglesia, sino también por los observadores externos”, reconoció Lombardi.

“Apenas el Papa anuncia los nombres de los nuevos cardenales, comienza toda una serie de comentarios en las más diversas perspectivas, de observaciones estadísticas, de cálculos de pesos relativos de nacionalidades, continentes, etc.”.

En realidad, explica el portavoz vaticano, “en sus nombramientos el Papa tiene presentes criterios muy distintos, entre los cuales ciertamente sobresalen la importancia de las tareas llevadas a cabo en el servicio eclesial y la universalidad de la representación”.

Este colegio cardenalicio constituye “un grupo de personalidades de primer plano, al que se confía el deber crucial de la elección del Sucesor de Pedro, pero que debe también colaborar y apoyar al Papa en su ministerio con plena solidaridad espiritual”.

La jornada de oración y reflexión con la que inicia el Consistorio de noviembre, “a pesar de su inevitable brevedad”, muestra, afirma Lombardi, dos aspectos importantes de la función y del espíritu con el que trabaja el colegio cardenalicio: la oración y la reflexión”.

“El Papa quiere rezar con aquellos que más de cerca deben apoyar su servicio y quiere participar en su reflexión común”, explicó, aludiendo a la primera parte del consistorio, que tiene lugar hoy, y en la que los cardenales debaten sobre cuestiones de actualidad.

El padre Lombardi observa un detalle: el Papa no sólo comparte hoy los debates, sino que come también con los cardenales, “detalle ciertamente secundario, pero no privado de significado”.

“Es una comunidad que se encuentra, que comparte responsabilidades y preocupaciones por los principales problemas que la Iglesia afronta en el mundo”.

El Papa “sigue y escucha con grandísima atención cada intervención, como hizo en las semanas de los Sínodos de los Obispos, como hace en las continuas visitas ad Limina de los grupos de obispos de todo el mundo (al menos 20 grupos distintos en un año), en innumerables coloquios y audiencias”.

“Su servicio está profundamente inserto en la experiencia del episcopado mundial”, explica Lombardi.

Ahora, “los días del Consistorio ponen de relieve una dimensión más de la 'colegialidad' de su estilo de gobierno de la Iglesia”, concluye.

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