CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 10 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- “Estoy seguro de las inmensas posibilidades del continente europeo y confiado en un futuro de esperanza para él”. Así lo afirmó el Papa Benedicto XVI hoy durante la Audiencia General.
El Pontífice, como es su costumbre después de un viaje pastoral, quiso hacer, con los fieles presentes en la Audiencia, balance de los frutos de su peregrinación a España.
Ante todo, quiso subrayar que se sintió muy acogido, “con gran entusiasmo y calor”. “Pude experimentar el afecto que las gentes de España nutren hacia el Sucesor de Pedro”, afirmó.
Refiriéndose a la primera etapa de su viaje, Santiago de Compostela, el Papa destacó, como ya lo hizo en varias ocasiones durante el viaje, la importancia del Camino de Santiago en la formación de Europa.
“Viendo el número de peregrinos presentes en la Santa Misa solemne que tuve la gran alegría de presidir en Santiago, meditaba que lo que empuja a tanta gente a dejar las ocupaciones cotidianas y emprender el camino penitencial hacia Compostela, un camino a veces largo y fatigoso”.
Para el Papa está claro que se trata del “deseo de llegar a la luz de Cristo, a quien anhelan en lo profundo de su corazón, aunque a menudo no sepan expresarlo bien con las palabras”.
“En los momentos de extravío, de búsqueda, de dificultad, como también en la aspiración a reforzar la fe y a vivir de una forma más coherente, los peregrinos en Compostela emprenden un profundo itinerario de conversión a Cristo”.
Se trata, afirmó, “de un pueblo de caminantes silenciosos, procedentes de cada parte del mundo, que redescubren la antigua tradición medieval y cristiana de la peregrinación, atravesando pueblos y ciudades permeados de catolicismo”.
Ese camino, que forma una red en Europa, “fue y sigue siendo lugar de encuentro de hombres y mujeres de las más diversas procedencias, unidos por la búsqueda de la fe y de la verdad sobre sí mismos, y suscita experiencias profundas de compartir, de fraternidad y de solidaridad”.
“Es precisamente la fe en Cristo la que da sentido a Compostela, un lugar espiritualmente extraordinario”, arguyó.
Compostela, subrayó el Papa, “sigue siendo punto de referencia para la Europa de hoy en sus nuevas configuraciones y perspectivas”.
Es necesario que Europa “conserve y refuerce la apertura a lo trascendente, así como un diálogo fecundo entre fe y razón, entre política y religión, entre economía y ética”.
Esto permitirá construir “una Europa que, fiel a sus imprescindibles raíces cristianas, pueda responder plenamente a su propia vocación y misión en el mundo”.
El Papa invita por eso al continente a “abrirse cada vez más a Dios, favoreciendo así las perspectivas de un auténtico encuentro, respetuoso y solidario, con las poblaciones y las civilizaciones” del resto del mundo.
Emociones
El Papa quiso también compartir con los presentes sus propios sentimientos durante su visita a la catedral de Santiago, en los momentos más sobresalientes de la visita.
En no de ellos, el tradicional “abrazo al Apóstol”, Benedicto XVI recordó su propia emoción. “Pensaba en cómo este gesto de acogida y amistad es también un modo de expresar la adhesión a su palabra y la participación en su misión”, explicó.
Luego, en la Eucaristía de la plaza del Obradoiro, recordó haber pedido “con fervor que cuantos se dirigen en peregrinación a Santiago puedan recibir el don de llegar a ser verdaderos testigos de Cristo, a quien han redescubierto en las encrucijadas de los sugerentes caminos hacia Compostela”.
“Recé también para que los peregrinos, siguiendo las huellas de numerosos santos que en el transcurso de los siglos han hecho el Camino de Santiago, sigan manteniendo vivo su genuino significado religioso, espiritual y penitencial, sin ceder a la banalidad, a la distracción, a la modas”.
Es fundamental, concluyó, ser “fieles custodios de la Buena Noticia que los Apóstoles transmitieron, sin ceder a la tentación de alterarla, disminuirla o plegarla a otros intereses”, y anunciarla “con la palabra y el testimonio de la vida en todos los campos de la sociedad”.