La hoja de ruta del Papa para revalorizar la Palabra en la Iglesia

Publicada la exhortación apostólica del Sínodo de los obispos sobre el tema

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CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 11 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha publicado este jueves la exhortación apostólica postsinodal «Verbum Domini», que recoge las conclusiones del Sínodo de los Obispos del mundo, celebrado en el Vaticano, en octubre de 2008, con el objetivo de «revalorizar la Palabra divina en la vida de la Iglesia».

Así lo confiesa él mismo en este documento que la Tipografía Vaticana ha publicado en español, en un manejable volumen de 200 páginas, en el que se presentan y explican las 55 «propuestas» que surgieron de aquella cumbre eclesial, centrada en «La Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia». 

En la introducción el Papa deja muy claro su objetivo: «deseo indicar algunas líneas fundamentales para revalorizar la Palabra divina en la vida de la Iglesia, fuente de constante renovación, deseando al mismo tiempo que ella sea cada vez más el corazón de toda actividad eclesial».

Y aclara los motivos: «En un mundo que considera con frecuencia a Dios como algo superfluo o extraño», «no hay prioridad más grande que esta: abrir de nuevo al hombre de hoy el acceso a Dios, al Dios que habla y nos comunica su amor para que tengamos vida abundante» (n. 2).

Cuestiones de fondo

La exhortación apostólica constituye una ayuda decisiva para superar muchos malentendidos entre términos como Biblia, Escritura o Palabra de Dios. Con claridad, como lo hicieron los participantes en el Sínodo, subraya que «la fe cristiana no es una ‘religión del Libro’: el cristianismo es la ‘religión de la Palabra de Dios’, no de ‘una palabra escrita y muda, sino del Verbo encarnado y vivo» (n. 7),

De hecho, aclara, «es la Tradición viva de la Iglesia la que nos hace comprender de modo adecuado la Sagrada Escritura como Palabra de Dios (n. 17).

Quienes buscan respuestas sobre el valor de la Biblia para la Iglesia descubrirán en la lectura del documento que «la Sagrada Escritura es la Palabra de Dios, en cuanto escrita por inspiración del Espíritu Santo. De ese modo, se reconoce toda la importancia del autor humano, que ha escrito los textos inspirados y, al mismo tiempo, a Dios como el verdadero autor (n. 19).

Uno de los argumentos que más interés suscitó en el Sínodo fue la interpretación o exégesis de la Biblia entre los académicos.

El documento recuerda a los exegetas creyentes que «no deben olvidar nunca que lo que interpretan es la Palabra de Dios. Su tarea no termina con la distinción de las fuentes, la definición de formas o la explicación de los procedimientos literarios. La meta de su trabajo se alcanza cuando aclaran el significado del texto bíblico como Palabra actual de Dios (n. 33).

Propuestas

Aclaradas cuestiones de fondo, que en ocasiones han suscitado debates acalorados entre teólogos y biblistas en las últimas décadas, el Papa pasa a presentar propuestas concretas y sobre todo actuales, surgidas del Sínodo de la Palabra.

Por ejemplo, subraya «el puesto central de los estudios bíblicos en el diálogo ecuménico, con vistas a la plena expresión de la unidad de todos los creyentes en Cristo». Asimismo impulsa «la promoción de las traducciones comunes de la Biblia» como «parte del trabajo ecuménico» (n. 46).

Toca también la debatida cuestión de las homilías –el Sínodo constató la falta de calidad de muchas de ellas–, y pide que «los predicadores tengan familiaridad y trato asiduo con el texto sagrado; que se preparen para la homilía con la meditación y la oración, para que prediquen con convicción y pasión» (n. 59).

Estas propuestas del Papa llegan a tocar incluso cuestiones como la acústica de las iglesias, para poder escuchar con «mayor atención» la Palabra, así como el canto litúrgico, que debe tener «una clara inspiración bíblica» y expresar «la belleza de la palabra divina», recomendando en particular «el canto gregoriano» (n. 70).

El pontífice insiste en la necesidad de «prestar una atención especial a los que, por su condición particular, tienen problemas para participar activamente en la liturgia, como, por ejemplo, los discapacitados en la vista y el oído» (n. 71).

Considera que la animación bíblica no es un apéndice en la vida de la Iglesia, sino que es necesario volver a dar el «puesto central de la Palabra de Dios», a través una «animación bíblica de toda la pastoral» (n. 73), en particular, en la catequesis, para que se convierta en «un acercamiento a las Escrituras en la fe y en la Tradición de la Iglesia, de modo que se perciban esas palabras como vivas» (n. 74).

Como era de esperar, propone en varias ocasiones la lectura orante de la Biblia, conocida como «Lectio Divina», pues el Sínodo insistió repetidamente en esta práctica, que «es verdaderamente capaz de abrir al fiel no sólo el tesoro de la Palabra de Dios sino también de crear el encuentro con Cristo, Palabra divina y viviente» (n. 87).

Una sugerencia del Papa es la de acudir en peregrinación a Tierra Santa, a la que califica como el Sínodo, «quinto Evangelio» y señala que para que los santos lugares no se queden en piedras muertas «es muy importante que, no obstante las dificultades, haya en aquellos lugares comunidades cristianas» (n. 89).

Nueva evangelización

El documento, por tanto, se sitúa en el surco de la nueva evangelización, prioridad de este pontificado, pues «tantos hermanos están bautizados, pero no suficientemente evangelizados. Con frecuencia, naciones un tiempo ricas en fe y vocaciones van perdiendo su propia identidad, bajo la influencia de una cultura secularizada» (n. 96).

Esta nueva evangelización, aclara, pasa en buena parte por el testimonio, pues «la Palabra de Dios llega a los hombres por el encuentro con testigos que la hacen presente y viva» (n. 97).

Este testimonio debe tocar todas las dimensiones de la vida, incluyendo el compromiso por la justicia (n. 100), la defensa de los derechos humanos (n. 101), la promoción de la paz (n. 102), la salvaguarda de la Creación –ecología bíblica– (n. 108), la presencia en Internet para que en la red aparezca «el rostro de Cristo» (n. 113), y el diálogo interreligioso (n. 117).

–Exhortación apostólica postsinodal «Verbum Domini»

Por Jesús Colina

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ZENIT Staff

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