SAN JOSÉ, martes 16 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Los obispos de la Conferencia Episcopal de Costa Rica han mostrado, en un mensaje firmado el 15 de noviembre en San José de Costa Rica, su preocupación ante los recientes hechos producidos en la frontera con Nicaragua.
El mensaje de los obispos costarricenses ha sido remitido a ZENIT por la Conferencia Episcopal de Costa Rica.
Los prelados del país centroamericano manifiestan su preocupación “ante los recientes hechos dados en la frontera común entre Costa Rica y Nicaragua”.
Recuerdan que “nuestros pueblos, vecinos y hermanos, comparten, además de una frontera, toda una historia; de hecho, son muchos los vínculos y anhelos comunes que unen a estas dos naciones”.
En las últimas semanas, informan los pastores de Costa Rica, “hemos vivido el surgimiento de una creciente tensión en las relaciones entre ambas naciones debido al dragado del Río San Juan y la presencia de tropas militares nicaragüenses en la Isla Calero”.
Dicho conflicto, según los prelados costarricenses, “motivó al Gobierno de Costa Rica a recurrir a las instancias hemisféricas para procurar una solución, mediante la vía diplomática”.
Como es público, recuerdan, el Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA), aprobó una resolución, por mayoría, en la que pide a ambos gobiernos “retomar de inmediato las conversaciones sobre aspectos relacionados con la demarcación de la línea fronteriza realizados hasta la fecha, conforme a los tratados y laudos existentes” y, al mismo tiempo: “con el fin de generar un clima propicio para el diálogo entre ambas naciones, evitar la presencia de fuerzas armadas o de seguridad en el área donde su presencia podría generar tensión”.
Ante esta difícil situación, los obispos instan al Gobierno de la República a seguir “el derrotero marcado por nuestra tradición civilista, a saber la búsqueda incesante de la resolución de los conflictos por las vías diplomáticas, del diálogo y del respeto al derecho internacional el cual supone el reconocimiento de los mutuos derechos y el cumplimiento de los respectivos deberes de los Estados involucrados”.
Así mismo, hacen una llamada al pueblo costarricense a unirse en torno a los valores más profundos del país, como son: “la paz, la civilidad, la fraternidad y el respeto a la vida pues, ‘la violencia jamás ha hecho otra cosa que destruir, no edificar; encender las pasiones, no calmarlas; acumular odio y escombros, no hacer fraternizar a los contendientes…’” .
A los miles de hermanos nicaragüenses acogidos a la hospitalidad costarricense, les llaman “a seguir colaborando, fraternalmente, en la consecución del bien común” para los habitantes de Costa Rica.
Reconociéndose discípulos del Príncipe de la Paz, exhortan a todos los fieles cristianos, y a todas las personas de buena voluntad, a elevar su ferviente oración al Señor que “es nuestra Paz y que hizo de los pueblos uno”, para que los gobernantes, movidos por la justicia y la verdad, alcancen los acuerdos necesarios para poner fin a este conflicto y reestablezcan las cordiales relaciones a las que nuestros pueblos están llamados”.
Y concluyen con una invocación a la “Madre Inmaculada y Reina de los Ángeles” para que proteja a los dos pueblos y “fortalezca los vínculos de caridad y de fraternal comprensión”.
Firman el mensaje el presidente de la Conferencia Episcopal monseñor Hugo Barrantes, arzobispo de San José y el presidente de la Comisión de Pastoral Social-Caritas y obispo de Alajuela, monseñor Ángel San Casimiro Fernández.