“No importan las comodidades exteriores: Jesús nació en un establo y como primera cuna tuvo un pesebre, pero el amor de María y de José le hizo sentir la ternura y la belleza de ser amado”.
“De esto necesitan los niños: del amor del padre y de la madre. Esto es lo que les da seguridad y lo que, al crecer, permite el descubrimiento del sentido de la vida”, subrayó el Papa.
La Sagrada Familia, añadió, “es ciertamente singular e irrepetible, pero al mismo tiempo es “modelo de vida” para toda familia, porque Jesús, verdadero hombre, quiso nacer en una familia humana, y haciendo así la bendijo y consagró”.
Por esto, el Pontífice concluyó exhortando a las familias a que “no se desanimen frente a las pruebas y a las dificultades, sino que cultiven siempre el amor conyugal y se dediquen con confianza al servicio de la vida y de la educación”.