ISLAMABAD, domingo 9 de enero de 2011 (ZENIT.org).- El gobernador de la provincia pakistaní del Punjab, Salman Taseer, fue asesinado este martes 4 de enero en el garaje de un restaurante de Islamabad al ser alcanzado por una ráfaga de Kalachnikov disparada por uno de sus guardaespaldas.
El asesino, perteneciente a una sección de élite de la provincia del Punjab encargada de la seguridad de altas personalidades, declaró haber matado a Taseer “porque había calificado las leyes antiblasfemia como kala kanoon (“ley negra”), informó la agencia Eglises d’Asie.
La víctima, de 65 años y de religión musulmana, había expresado su oposición a estas leyes a finales del año 2010, cuando había exhortado al presidente de Pakistán, Asif Ali Zardari, a perdonar a la cristiana Asia Bibi, condenada a muerte en base a las leyes antiblasfemia.
Numerosas voces, en Pakistán y en otros países, se han alzado para condenar el asesinato de Salman Taseer.
El presidente de la Conferencia Episcopal de Pakistán, el arzobispo de Lahore monseñor Lawrence Saldanha, calificó la noticia como un schock y afirmó: “Hemos perdido a un gran amigo y a un firme adversario de la ley sobre la blasfemia”.
Por su parte, el obispo auxiliar de Lahore monseñor Sebastian Shaw declaró a Ayuda a la Iglesia Necesitada que la gente está conmocionada y horrorizada por la muerte del gobernador del Punjab.
El prelado está exhortando a los fieles a evitar acciones o comentarios en público que pudieran ser malinterpretados y usados para justificar actos de violencia e intimidación.
“No debemos vivir en el miedo”, afirmó, “debemos tener confianza en Dios, pero si vamos por las calles expresándonos en este momento, se creará una reacción negativa”.
Los artículos 295B y 295C del Código Penal de Pakistán -las leyes sobre la blasfemia- prevén penas, entre ellas la de muerte, para quien insulte al profeta Mahoma, y cárcel por la profanación del Corán.
Estas normas han suscitado una creciente oposición por parte de defensores de los derechos humanos, no sólo por la dureza de las penas, sino también y sobre todo por el hecho de que actualmente se han convertido en un pretexto para la violencia y la intimidación de las minorías.
Asia Bibi ha sido la primera mujer condenada a muerte en base a estas leyes. Su destino dependerá de la decisión de un alto tribunal.
En algunas ciudades de Pakistán se han llevado a cabo manifestaciones en defensa de las leyes sobre la blasfemia. En Peshawar, un imán ha ofrecido una recompensa de 5.853 dólares por el asesinato de Asia Bibi.