Los obispos de Perú ante las elecciones generales de 2011

“La dignidad de la persona es el centro de la preocupación social de la Iglesia»

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LIMA, jueves, 27 enero 2011 (ZENIT.org).- Ante las próximas elecciones generales 2011, los obispos del Perú ofrecieron este 26 de enero “a todos los actores del proceso democrático algunas reflexiones que ayuden a ejercer el deber electoral con verdad y responsabilidad”.

En su análisis de la situación, señalan las urgencias a corregir en la sociedad peruana, como, entre otras, lo que menoscabe la dignidad de la persona, la corrupción, la salvaguarda de la naturaleza y la desigualdad.

“La dignidad de la persona es el centro de la preocupación social de la Iglesia –subrayan los pastores–. Ella enseña que, para discernir lo que es más justo y adecuado en orden al bien común, debe tenerse en cuenta la primacía del ser humano, la promoción de sus derechos fundamentales y la inclusión de los más débiles en los proyectos de desarrollo”.

La Iglesia considera el ejercicio de la política como “un servicio a la nación”, subrayan por lo que señalan que “es fundamental que se analicen las propuestas de los candidatos para garantizar estos principios”. 

Según los obispos, el desarrollo social debe fundarse en “el respeto y la promoción de los derechos humanos, el acceso a los servicios básicos de salud, nutrición, agua, educación, vivienda y seguridad ciudadana, especialmente de los más pobres”.

Las mejores condiciones económicas que el país experimenta “deben llegar cuanto antes a los que todavía se encuentran en la pobreza o la marginación”, sugieren.

El ejercicio de la democracia, indican, debe respetar los principios éticos y morales vinculados a la promoción del bien común.

Por ello, sin expresar preferencia por ninguna de las propuestas electorales, sienten el deber de “orientar a los fieles en aquellos planteamientos que, por sus implicaciones religiosas y morales, contradicen las enseñanzas de la Iglesia”, según indica la Doctrina Social.

Invitan a estar alerta ante las propuestas que atentan “contra la ley natural, el respeto a la dignidad humana, la verdad y la práctica de la justicia”. “El respeto y la defensa de la vida desde el primer instante de su concepción hasta su muerte natural es irrenunciable en todo planteamiento. No se pueden aceptar bajo ningún argumento el aborto, la eutanasia o la manipulación genética”, subrayan.

El matrimonio, recuerdan, “es la base de la familia y de la sociedad y tiene una importancia fundamental para el auténtico desarrollo” y “no es una unión cualquiera entre personas”. Algo reconocido “por las grandes culturas y por la Constitución Política del Perú”. “Es responsabilidad de todas las instancias de la sociedad promover cuanto contribuya el bien del matrimonio y de la familia”, advierten.

Otros de los problemas de la sociedad peruana denunciado por los obispos es “el vicio de la corrupción” que sigue “socavando el desarrollo social y político de nuestro pueblo”.

Según los prelados, faltó “la voluntad tenaz y el compromiso ejemplar de nuestras autoridades, la vigilancia y la colaboración eficaz de todos los ciudadanos y sobre todo, nos está faltando una fuerte conciencia ética y moral” por lo que “el proceso electoral es una ocasión propicia para exigir la presentación de programas que enfrenten con valentía las diversas formas de corrupción, tanto en los poderes del Estado como en los ámbitos de la actividad pública y privada”.

Indican que es preciso lograr un saludable equilibrio entre progreso económico y respeto a la naturaleza. “Los planes de gobierno –explican- han de tener en cuenta la ecología y el uso racional de las riquezas de nuestro país, consultando oportunamente a los pueblos y a las comunidades en cuyo territorio se dan las concesiones de tierras y las licencias de explotación de los recursos naturales”. Con ello se evitarán “futuros conflictos y enfrentamientos que tanto dolor nos han causado” y se combatirán  abusos como “el narcotráfico y la depredación de costa, sierra y selva”.

No debe ser ajena a los candidatos “la violencia social” que, subrayan, “no se genera solamente porque exista pobreza, sino porque existe desigualdad”. Un reto para las autoridades elegidas es “lograr un mayor desarrollo, pero que se vea reflejado en la vida de todos los peruanos, principalmente de los más desfavorecidos”.

Para los pastores, es tiempo de “un diálogo fecundo y alturado [elevado] que genere espacios de armonía”. La transparencia del proceso electoral exige que “los electores sean escuchados por los candidatos y que entre estos haya un sereno intercambio de ideas”.

El ciudadano, señalan, “merece respeto e información veraz. Es indigno tratarlo como un objeto que se puede manipular o engañar. La dignidad del votante exige que resplandezca la verdad como elemento esencial para la paz, la convivencia, la democracia y la vida institucional”. 

Sugieren a los periodistas y medios de comunicación que participen “con la máxima responsabilidad en el proceso”. Les invitan “a ejercer la libertad de expresión buscando la verdad unida a la justicia y al bien común”.

Recuerdan lo dicho en Aparecida: “Urge crear estructuras que consoliden un orden social, económico y político en el que no haya inequidad y donde haya posibilidades para todos. Igualmente, se requieren nuevas estructuras que promuevan una auténtica convivencia humana, que impidan la prepotencia de algunos y faciliten el diálogo constructivo para los necesarios consensos sociales” (Documento de Aparecida, 384).

Y concluyen pidiendo a Dios iluminación “para elegir a los más capaces y con mayor vocación de servicio”, que a las autoridades les conceda “la sabiduría necesaria para velar por el bien común” y a todos, solidariamente unidos, esten “dispuestos a trabajar por el Perú”.

 

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ZENIT Staff

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