Desactivada la bomba demográfica

Cuenta atrás para alcanzar los 7.000 millones de habitantes en el planeta

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ROMA, domingo, 30 de enero de 2011 (ZENIT.org).- A finales de este año la población mundial alcanzará los 7.000 millones. Como comentaba recientemente Brendan O’Neill en un artículo publicado en la página web Spiked, esto llevará, inevitablemente, a un ir y venir de predicciones maltusianas.

La revista National Geographic se ha centrado este año en el tema de la población y, en un reportaje de su revista de enero, citaba a algunos representantes pesimistas. Entre los citados destaca Jared Diamond, cuyo libro «Collapse» sostiene que las masacres de cientos de miles de ruandeses en 1994 fueron causadas, en parte, por la superpoblación.

Sin embargo, el artículo presenta el contrapeso de algunas fuentes autorizadas. «La población en conjunto no está en camino de una explosión», decía Hania Zlotnik, directora de la División de Población de Naciones Unidas, organismo que publica la información estadística, no es, por tanto, la agencia de planificación familiar.

Zlotnik también decía a la revista que la velocidad con la que la fertilidad ha descendido en muchos países y culturas «sobresalta», y todavía no comprenden cómo ha ocurrido.

Un llamativo ejemplo de hasta qué punto ha caído la fertilidad lo presentaba un informe hecho público el pasado 25 de junio por el Pew Research Center.

Casi una de cada cinco mujeres norteamericanas termina sus años de posible maternidad sin haber tenido ningún hijo, en comparación con los años setenta, cuando era una de cada diez.

Según el informe, es más probable que sean las mujeres blancas las que no tengan ningún hijo. Sin embargo, en la última década, el porcentaje de mujeres sin hijos ha aumentado más rápidamente entre las mujeres negras, hispanas y asiáticas, por lo que ahora las diferencias raciales son menores.

Las cifras de otros países varían muy poco. El informe indicaba que para las mujeres nacidas en 1960, en el Reino Unido el 22% no había tenido hijos, el 19% en Finlandia y Holanda, y el 17% en Italia e Irlanda. El porcentaje oscila entre el 12% y el 14% en España, Noruega, Dinamarca, Bélgica y Suecia.

Equivocados

National Geographic también entrevistó a Joel E. Cohen, autor del libro de 1995 «How Many People Can the Earth Support?».

Sobre el impacto de una mayor población y el calentamiento del planeta, afirmaba: «Quienes dicen que todo el problema es la población están equivocados». Según Cohen no es ni siquiera el principal factor.

El padre del maltusianismo moderno es más pesimista. El 14 de enero, el periódico Guardian informaba de que Paul Erlich, autor del libro de 1968 «The Population Bomb», considera que la tierra ya ha sobrepasado su capacidad de carga.

A pesar del hecho de que las predicciones de desastres de su libro resultado claramente erróneas, Erlich declaraba que era más pesimista ahora que cuando escribió su libro.

Una organización británica, la Institution of Mechanical Engineers, publicada el 14 de enero un informe con una visión más mesurada. El estudio no minimizaba los desafíos planteados por una población en aumento, pero afirmaba que podían afrontarse.

Sin embargo, como señalaba Dominic Lawson en una columna de opinión para el periódico británico Independent, nuestro apetito por las malas noticias deja siempre atrás las buenas. Su propio periódico enterró el informe en un espacio breve, mientras que otros periódicos lo ignoraron por completo.

En su artículo del 18 de enero, Lawson observaba que otro informe publicado la semana anterior por las agencias nacionales francesas de agricultura y desarrollo también fue ignorado por los medios.

El estudio francés consideraba la cuestión de si una población mundial de 9.000 millones, que es el máximo pronosticado, sería capaz de tener una dieta de 3.000 calorías al día. Su respuesta era afirmativa.

¿Demasiados?

Volviendo al estudio británico titulado «Population: One Planet, Too Many People?» (Población: Un Planeta, ¿Demasiada Gente?), comienza diciendo que salir al paso de las necesidades de una población que puede alcanzar cerca de 9.000 millones a finales de siglo «planteará un desafío significativo a los gobiernos y a la sociedad en general». Sigue luego examinando cuatro áreas clave: alimento, agua, urbanización y energía.

En las últimas décadas ha habido enormes mejoras en la calidad y cantidad de alimentos producidos, señalaba el informe. A principios del siglo XX, un granjero de Estados Unidos producía suficiente para alimentar a 2,5 personas. Un siglo después esto se ha disparado hasta los 97 norteamericanos y 32 personas que viven en el extranjero.

El informe observaba que seguir aumentando la producción de alimentos no depende sólo de futuros desarrollos tecnológicos. Se podía aumentar enormemente simplemente con reducir el despilfarro. No menos del 25% de los alimentos frescos comprados en los países desarrollados se tiran a la basura.

En la India, por ejemplo, cada año se pierde entre el 35% y el 40% de la producción de frutas y verduras antes de que el producto llegue al consumidor. Esta cantidad es mayor que todo el consumo del Reino Unido, algo debido al deficiente almacenaje y a una gestión inadecuada, señalaba el informe.

La capacidad para producir suficiente alimento no garantiza en sí que no habrá hambre. El estudio observaba que el hambre suele ser un problema político o de pobreza, más que una cuestión de capacidad productiva.

En cuanto al agua, el informe comentaba que muchas de las tecnologías y técnicas necesarias para asegurar el suministro de agua ya existen.

Se pedía que se diera al agua una prioridad mayor al considerar proyectos de desarrollo. Hay muchas posibilidades, que van desde la desalación hasta el reciclaje de más agua. Otro paso que podría darse es proporcionar sistemas separados de aguas residuales y de aguas de tormenta. Esto significaría que el agua de lluvia menos contaminada podría almacenarse en épocas de fuertes lluvias para usarse en épocas más secas.

Los autores también animaban a reconsiderar la práctica actual de proporcionar de una pureza muy alta sin importar cuál sea su uso, y el considerar el agua desechada como contaminada en alto grado sin tener en cuenta para qué se ha usado.

El desafío de las ciudades

Casi todo el crecimiento de las próximas décadas tendrá lugar en zonas urbanas de países en desarrollo.

«Como en el caso de otros muchos temas planteados por el crecimiento de población, suele haber muy pocas barreras para que no se puedan encontrar soluciones a una urbanización creciente», indicaba el informe.

Lo que se necesita hacer es asegurar una suficiente planificación, y que las soluciones elegidas sean las correctas que se adecúen a las necesidades locales. De igual forma, es necesario que se afronten temas como la financiación, la propiedad y la participación de la comunidad.

En cuanto a la energía, el informe comentaba que es difícil de predecir la demanda futura, y que las estimaciones sobre cuanto petróleo queda todavía varían mucho. Se están desarrollado nuevas tecnologías de energía, aunque el coste es alto.

El informe, de nuevo, afirmaba que no necesitamos basar nuestras esperanzas en una tecnología futura. «Es probable, sin embargo, que, a pesar de los pronósticos de un aumento en la demanda futura, la tecnología de ingeniería, que en la actualidad se comprende relativamente bien, está en una etapa madura o en una etapa avanzada de desarrollo, podrá aportar la energía requerida a lo largo del siglo XXI sin necesidad de nuevos adelantos científicos de importancia».

Advertía sin embargo que, aunque están disponibles las soluciones, hay dificultades en áreas como la legislación, la economía y la política. Esto significa que tendrá que haber una mayor coordinación entre ingenieros, comunidades y gobierno
s.

El informe concluía repitiendo la afirmación de que el aumento pronosticado de población puede afrontarse con las tecnologías existentes. Las barreras que existen no son tecnológicas, por tanto, sino relacionadas con la puesta en práctica, la comunicación y la coordinación. Algo que hay que tener en mente cuando se está frente a los escenarios de desastres que suelen presentar los medios.

Por el padre John Flynn, L. C., traducción de Justo Amado

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ZENIT Staff

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