ROMA, martes 1 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- En Gran Bretaña, el juez Supperstone del Tribunal Supremo de Londres rechazó el pasado 14 de febrero una petición planteada por una de las más grandes organizaciones abortistas del país – el British Pregnancy Advisory Service (BPAS) – que quería obtener la autorización para consentir a las mujeres que eligen el aborto terapéutico, tomar la segunda píldora en casa. Según el BPAS, la formulación de la ley británica permitiría el aborto químico también dentro de los muros domésticos.
Mientras que el punto 3 de la primera sección del Abortion Act del 1967 [1] estipula que “todo tratamiento para terminar un embarazo debe ser controlado en un hospital”, “el aborto químico (early medical abortion) se realiza normalmente a través de la suministración de dos fármacos, la mifepristona y el misoprostol, que sirven para causar la muerte del feto y después expulsarlo.
Según el BPAS, el verdadero aborto se realiza con el primer fármaco, el cual por ley se toma en una estructura sanitaria, mientras que el segundo “acompaña” sólo al aborto ya efectuado y por tanto su administración puede hacerse en otro lugar, por ejemplo en casa. Según el punto de vista del BPAS, saber que la expulsión del feto pueda realizarse durante el viaje de vuelta del hospital, incluso en el autobús, constituye fuente de ansia a las mujeres, las que se sentirían más a gusto en casa. Además el aborto “a domicilio” reduciría los costes, un argumento “conveniente” en tiempos de restricciones presupuestarias.
Pero el argumento del BPAS no ha convencido al juez Supperstone, que ha acogido la línea marcada por el ministro de la Sanidad del gobierno Cameron, Andrew Lansley. Para los abogados del ministro, el misoprostol forma parte del “tratamiento” y se suministra por ley en hospital y no en casa.
La sentencia ha sido acogida positivamente por el movimiento pro vida. Según Andrea Minichiello Williams, administradora delegada de Christian Concern, la decisión del juez Supperstone “es un mensaje que acogemos con satisfacción en una sociedad a la que se ha convencido de que el aborto es una “respuesta” fácil a un embarazo no planificado”. “Gran Bretaña – se lee en la web de Christian Concern (14 de febrero) – tiene una de las leyes del aborto más liberales de toda Europa y una de las tasa de abortos más altas y debemos reducir el número de los abortos y restringir la ley, no atenuarla”.
También la Society for the Protection of Unborn Children (SPUC) expresó satisfacción por la sentencia definiéndola “una victoria para las mujeres”. “Si el BPAS hubiera ganado este caso, se hubiera derivado de ello una mensaje engañoso, es decir que existe una vía 'segura' para el aborto”, dijo la portavoz Katherine Hampton, como explica la web de la asociación (14 de febrero).
Por su parte, el BPAS se ha declarado “desilusionado” porque su interpretación del Abortion Act no ha sido escuchada por el Tribunal Supremo. Al mismo tiempo, la organización está, de todas maneras, “muy satisfecha”. El juez Supperstone he establecido, de hecho, que el ministro de Sanidad tiene la facultad de aprobar “un arco más amplio de espacios” para el aborto. Según la organización abortista, serviría sólo “un redefinición legal de tratamiento” para garantizar a las mujeres “la mejor asistencia posible” (Daily Mail, 15 de febrero).
El movimiento del BPAS no sorprende. Como en otros países, por ejemplo Francia, donde el aborto “a domicilio” fue autorizado en julio de 2004 por el entonces ministro de la Salud, Philippe Douste-Blazy, la petición del aborto “en casa” es la consecuencia lógica – según algunos el verdadero objetivo – del aborto farmacológico. De esto está convencida Assuntina Morresi, consejera del ministerio italiano del Welfare y co-autora del libro “La fábula del aborto fácil”. “El aborto a domicilio es el verdadero objetivo de los partidarios de la RU 486, porque sólo de este modo abortar se convierte en un hecho exclusivamente privado, una cuestión de elección entre técnicas médicas”, escribió en Avvenire (17 de junio de 2010).
Por otro lado, hay cosas que no cuadran en el discurso del BPAS. La organización sugiere, de hecho, que el aborto químico es tan seguro y poco invasivo que no hace falta una estructura sanitaria y además que la casa es el mejor lugar para llevar a cabo el aborto. Desgraciadamente no es así. Los efectos colaterales provocados por la asunción de estas dos moléculas son numerosas y para nada se pueden menospreciar. Según Assunta Morresi, las víctimas certificadas en todo el mundo del aborto químico son al menos 31 (Avvenire, 2 de octubre de 2010).
La sospecha es que la mifepristona suprime la respuesta inmunitaria. Esto vale sobre todo para el misoprostol – una poderosa prostaglandina – especialmente si se administra por vía vaginal. Esto explica porque una bacteria que forma parte de la flora intestinal y vaginal normal, el Clostridium Sordellii, ha podido provocar en varias de estas víctimas una septicemia fatal (LifeNews.com, 1 de octubre de 2010). exactamente por este motivo, la organización abortista más grande de los Estados Unidos - Planned Parenthood Federation of America – recomienda la profilaxis antibiótica para el misprostol.
Además, el aborto químico es un proceso “enormemente dilatado en el tiempo”, como destacó el doctor Renzo Puccetti (ZENIT, 29 de noviembre de 2009). La expulsión del feto puede suceder después de algunas horas pero a veces transcurren varios días. Esto también es válido para el sangrado, que dura de media unos diez días. El procedimiento no siempre termina con un aborto completo, cosa que a su vez puede provocar graves complicaciones y a veces la muerte de la mujer, como en el caso de la joven californiana Holly Patterson, muerta en el 2003 después de que se le administrara la píldora abortiva. Según el informe del médico forense del Condado de Alameda, su muerte fue provocada por una infección uterina, efecto de un aborto incompleto (LifeNews.com, 14 de febrero de 2006).
Después está el impacto psicológico en la mujer. “Este proceso exige un uso abundante de antidoloríficos y se calcula que en más de la mitad de los casos la mujer reconoce el embrión abortado, con todos los daños psicológicos que todos puedan imaginar”, recordó en mayo del 2009 el subsecretario del Welfare, Eugenia Roccella (ZENIT, 31 de mayo de 2009). Según Filippo Boscia, ginecólogo y director del Departamento materno-infantil del ASL de Bari, sobre la mujer pesa, además del dolor, de la soledad, y del sentido de responsabilidad por haberse administrado el fármaco letal, también el hecho de haber asistido durante varios días y conscientemente al mismo aborto (Avvenire, 18 de octubre de 2009).
El aborto a domicilio, por tanto no es una conquista ni un “derecho inalienable”, como escribió, sin embargo L'Express el 17 de julio de 2004. “El aborto con la píldora realizado, en la soledad del cuarto de aseo en casa, o en la oficina o en un tren, además de un riesgo es una vergüenza no digna de un país que respeta a las mujeres”, escribió durante el debate sobre la introducción de la RU 486 en Italia, Francesco Ognibene, periodista de Avvenire (20 de octubre de 2009).
Ya lo intuyó el Papa Juan Pablo II. “Para facilitar la difusión del aborto, se ha invertido y se continua invirtiendo sumas enormes destinadas a la puesta a punto de preparados farmacéuticos, que hacen posible el asesinato del feto en el seno de la madre, sin la necesidad de recurrir al médico. La misma búsqueda científica, sobre este punto, parece casi exclusivamente dedicada de obtener productos cada vez más simples y eficaces contra la vida y al mismo tiempo, ca paz de sustraer el aborto a toda forma de control y de responsabilidad social”, así escribió el Pontífice polaco, que será proclamado beato el 1º de mayo, en su encíclica Evangelium vitae del 25 marzo 1995 (EV, 13).
Por Paul de Maeyer. Traducción del italiano por Carmen Álvarez
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1) se puede consultar en la página web: http://www.legislation.gov.uk/ukpga/1967/87/contents