Obispos polacos: Juan Pablo II, el amigo de Dios

Carta de la Conferencia Episcopal ante la beatificación del papa Wojtyla

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VARSOVIA, martes 15 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- “El papa Juan Pablo II guió a la Iglesia universal y nos fortaleció en la fe durante más de 26 años. Tenemos a un amigo de Dios en el cielo”, afirman los obispos de Polonia, en una carta ante la próxima beatificación del Siervo de Dios Juan Pablo II, que tendrá lugar el 1 de mayo en la Plaza de San Pedro de Roma.

Los obispos subrayan la santidad de Juan Pablo II. “El don de la vida y del ministerio del papa enriqueció la vida de la Iglesia contemporánea y del mundo. Desde el inicio de su pontificado, el Santo Padre puso en el centro la persona de Cristo, el Redentor del género humano”.

El papa, escriben los obispos polacos, hizo un llamamiento a abrir a Cristo “las fronteras nacionales, los regímenes económicos y políticos, grandes campos de la cultura, de la civilización y del desarrollo (22 X 1978)”.

La carta de la Conferencia Episcopal Polaca subraya que “Juan Pablo II defendió la dignidad del hombre creado a imagen y semejanza de Dios. Era un defensor de la vida en cada fase de su desarrollo”.

“En sus encíclicas sociales pidió que los responsables de la vida social guiasen siempre a la sociedad y la política por los principios de la justicia y la solidaridad. Pidió tomar en consideración el caso particular de los pobres y marginados”, prosigue la carta.

Los obispos polacos recuerdab a los fieles que Juan Pablo II era el testigo de la misericordia. “El Siervo de Dios Juan Pablo II, siendo un testigo directo de los regímenes inhumanos totalitarios del siglo XX, predicó la verdad de la misericordia divina”.

“Esta verdad acompaña a nuestra generación y es una respuesta ante nuestros miedos y las amenazas, nos da aliento y esperanza”, añaden los prelados.

Según los obispos, la preparación para la beatificación de Juan Pablo II “no puede quedarse solo en cuestiones de la vida personal y familiar”.

“Compartimos la preocupación por la calidad y el estilo de vida político de nuestro país. En la vida política se manifiestan divisiones escandalosas entre personas de distintas partes. Hay hostilidad y enemistad. La libertad y la democracia de hoy no es la que soñábamos en los años oscuros del comunismo”, añaden.

“Como pastores de la Iglesia sabemos que invitar a los demás a cambiar el corazón requiere dar ejemplo. Así, imitando a Juan Pablo II, que a menudo tuvo el valor de pedir perdón por los pecados cometidos por los hijos de la Iglesia, queremos confesar que a menudo hemos combatido demasiado poco el mal, que se opone a la concordia y de la unidad”, concluyen.

Por Mariusz Frukacz, traducción del italiano por Inma Álvarez 

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ZENIT Staff

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