El cardenal primado de Argentina en el Día del Niño por Nacer

Homilía en la catedral metropolitana

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BUENOS AIRES, sábado, 26 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- Publicamos la transcripción de la homilía que pronunció este viernes el cardenal Jorge Mario Bergoglio s.j., arzobispo de Buenos Aires, en la misa que precedió el Rosario por la Vida en la catedral metropolitana.

En el día de la Anunciación, en Argentina se celebra desde 1998 como Día del Niño por Nacer.

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Alguien me decía una vez que el día de hoy es el día mas luminoso del año porque conmemoramos el día en que Dios comenzó a caminar con nosotros. Dios es recibido por María; el seno de María se transforma en un santuario cubierto por el Espíritu Santo, cubierto por la sombra de Dios y de ahí en más María comienza un camino, un camino de acompañamiento a la vida que acaba de concebir, a la vida de Jesús. Lo  espera, como toda madre espera a un hijo, con mucha ilusión pero antes de nacer empiezan las dificultades; y ella sigue acompañando esa vida de dificultades. En el momento prácticamente de dar a luz tiene que emprender un viaje para cumplir con la ley, la ley civil de los romanos, y cumple. Va a cumplir con la ley. Y allí nace el chico sin ninguna comodidad y ella acompaña eso porque Jesús prácticamente nació en situación de calle… en un pesebre… en u  corral… no había lugar para Él y ella acompaña.

 

Después del inmenso gozo que siente al recibir a los pastores, a los magos y ese reconocimiento universal a Jesús, viene la amenaza de muerte y el exilio… Y María acompaña el exilio. Después acompaña el regreso, la educación del niño y su crecimiento… va acompañando esa vida que crece, con las dificultades que tiene, las persecuciones, acompaña la cruz, acompaña su soledad esa noche que lo torturaron toda la noche… al pie de la cruz está ella… acompaña la vida de su hijo y acompaña su muerte. Y en su profunda soledad no pierde la esperanza y acompaña su resurrección plena de gozo! Pero ahí no termina su trabajo porque Jesús le encomienda la Iglesia naciente y desde entonces acompaña a la Iglesia naciente, acompaña la vida.

 

María, la mujer que recibe y acompaña la vida… hasta el final; con todos los problemas que se puedan presentar y todas las alegrías que la vida también nos da. María la mujer que en un día como hoy recibe la vida y la acompaña hasta su plenitud y todavía no terminó porque nos sigue acompañando a nosotros en la vida de la Iglesia para que vaya adelante. La mujer del silencio, de la paciencia, que soporta el dolor, que enfrenta las dificultades y que sabe alegrarse profundamente con las alegrías de su hijo.

 

El Papa Benedicto XVI ha querido que este año fuera el año de la vida. Y un día como hoy en que la vida de Dios  se inaugura en la tierra, este año de la vida tiene como su inicio, su peso más fuerte, el año de la vida, esa vida traída por María y acompañada por María. Y en este año de la vida creo que nos hará bien preguntarnos a nosotros como recibimos la vida… como la acompañamos… porque a veces no nos damos cuenta de lo que es la fragilidad de una vida. Quizá no caigamos en la cuenta de los peligros que la vida de una persona desde niño, desde su concepción hasta su muerte, tiene que atravesar entonces la pregunta que yo quisiera hacerles hoy, mirando a María que acompaña la vida, es: Sabemos acompañar la vida? La vida de nuestros chicos, de nuestros hijos y de los que no los son…Sabemos ponerle a los chicos alicientes en su crecimiento? Sabemos ponerles límites a su educación? Y los chicos que no son nuestros, aquellos que -y perdonen la expresión- parecen los «chicos de nadie»… me preocupan a mi también? Son vida! Es hálito de Dios! O me preocupa mas cuidar a mi mascota, la que como no tiene libertad con su instinto me va a devolver lo que yo creo es cariño. Alguna vez pensé que lo que gasto en cuidar una mascota que podría ser alimento y educación de otro chico que no lo tiene? Cuido la vida de los chicos cuando crecen? Me preocupo por sus compañías? ¿Me preocupo para que crezcan maduros y libres? Sé educar en la libertad a mis hijos? Me preocupo de sus diversiones?… A veces cuando vemos los programas de ciertos viajes de egresados uno se pregunta si esto es cuidar la vida o es preparar el camino para que quemen todos los cartuchos que puedan? Yo cuido eso? Y la vida sigue creciendo… y María la sigue acompañando… y yo como María la acompaño? Que tal tus padres? Que tal tus abuelos? Que tal tus suegros? Los acompañás? Te preocupás por ellos? Los visitás? A veces es muy doloroso pero no queda mas remedio que estén en un geriátrico porque las situaciones de salud o de la misma familia… pero cuando están ahí desgasto un sábado o domingo para estar con ellos? Cuidás esa vida que se está apagando y te dio la vida a vos??

 

En este año de la vida el Papa quiere que veamos todo el curso de la vida, en cada paso esta María aquí. La que cuidó la vida desde el principio y la sigue cuidando en nosotros como Iglesia que está caminando. Lo peor que nos puede pasar es que carezcamos de amor para cuidar la vida y María es la mujer del amor. Si no hay amor no hay lugar para la vida. Sin amor hay egoísmo y uno se enrosca para acariciarse a sí mismo. Amor le pedimos hoy a María para cuidar la vida. Amor y coraje! Alguno me podrá decir: «Pero Padre, en esta civilización mundial que parece apocalíptica como podremos llevar el amor en medio de tantas contradicciones y cuidar la vida hasta sus últimas consecuencias…?» El gran Papa Pío XI dijo una frase muy dura: «Lo peor que nos pasa no son los factores negativos de la civilización sino lo peor que nos pasa es la somnolencia de los buenos».

 

Tenés coraje para asumir este camino que asumió María de cuidar la vida desde el principio hasta el final? O estas somnoliento? Y si lo estás… que es lo que te anestesia? Porque María no conocía anestesias al amor! Y hoy le pedimos a ella: «Madre, que amemos en serio, que no seamos somnolientos, y que no nos refugiemos en las mil y una anestesia que nos presenta esta civilización decadente». Que así sea.

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ZENIT Staff

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