Zimbabue: "Hablar como profetas, ser predicadores"

Entrevista a monseñor Munyanyi, obispo de Gweru

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ROMA, domingo 18 marzo 2012 (ZENIT.org).- Durante tres décadas el destino de Zimbabue ha estado ligado al presidente Robert Mugabe. Un acuerdo para compartir el poder ha aumentado la esperanza para el destino político del país, pero poco ha cambiado hasta ahora. Marie Pauline Meyer para Donde Dios llora, en colaboración con la fundación pontificia internacional Ayuda a la Iglesia Necesitada, entrevistó a monseñor Martín Munyanyi, obispo de la diócesis de Gweru, en Zimbabue.

¿Cuál es el clima político de Zimbabue en este momento?

–Mons. Munyanyi: Puedo decir que después del acuerdo político las cosas han mejorado. Las tensiones entre las personas se han calmado. La gente tiende a centrarse en lo que están haciendo, por ejemplo, trabajando en la promoción de un acuerdo nacional, de reconciliación y desarrollo.

A veces parece que no es fácil para los obispos católicos de Zimbabue hablar sobre la situación política en el país. ¿Por qué?

–Mons. Munyanyi: No estamos, por así decirlo, participando en la política, pero nos estamos ayudando mutuamente para encontrar una solución a nuestros problemas. E incluso el gobierno, a veces dice: “Necesitamos su ayuda. Necesitamos sus oraciones; todos trabajamos por el bienestar de la gente”.

Aunque a veces los dirigentes políticos afirmen que ustedes deben dedicarse a la palabra de Dios, con la Biblia y no deben interferir con la política. ¿Cuál es su respuesta?

–Mons. Munyanyi: Tocamos las áreas que implican la moral. Tratamos de juzgar si lo que está ocurriendo es moralmente bueno o malo. Desaconsejamos lo que es moralmente malo y alentamos lo que es bueno, por ejemplo en nuestra carta pastoral; allí hemos hecho hincapié en la necesidad de un acuerdo nacional, con reconciliación y desarrollo.

¿Cuáles son las razones?

–Mons. Munyanyi: Queremos la reconciliación por el bien del desarrollo y la paz. Lo que estamos diciendo es que si queremos la paz debemos trabajar por la justicia, no en términos de «diente por diente», sino por la justicia que siempre incluye el perdón y la reconciliación. Esta es nuestra enseñanza.

¿Puede dar ejemplo de lo que va mal?

–Mons. Munyanyi: Tenemos diferencias entre las tribus, lo que ha causado sufrimiento a ambas partes. Lo que estamos diciendo es que debemos perdonarnos unos a otros. Estuvimos juntos durante la guerra de la independencia cuando teníamos un enemigo común, el régimen blanco. Después de la independencia otro conflicto se desarrolló entre las tribus Shona y Ndebele. Fue terrible verlos peleando y matándose. Luego hubo otro conflicto armado, que se debió a la afiliación a los diversos partidos políticos. Estamos diciendo una vez más: vamos a superar este conflicto y a reconciliarnos.

¿Las personas están dispuestas a superar estas diferencias?

–Mons. Munyanyi: Algunas lo están y otros dicen que este no es el momento adecuado, porque el conflicto está todavía en curso. Pero nosotros estamos diciendo lo mismo, de que no hay momento más oportuno que ahora; no es como soplar un silbato y decir, ‘reconciliénse’, no. Es un proceso como cualquier familia en la que hay una pelea de marido o esposa y les pedimos que se reconcilien, pero eso no significa que mañana no estarán de nuevo en conflicto. Así es que estamos tratando de hacer las cosas bien fomentando este proceso de reconciliación, que debe incluir la práctica del sacramento de la reconciliación.

¿Cuál es el mayor desafío que enfrenta en su diócesis de Gweru?

–Mons. Munyanyi: Un desafío permanente es cómo echar a andar la diócesis; los recursos financieros son difíciles de obtener. La gente está dispuesta, pues han crecido en confianza espiritual, pero no tienen los medios financieros. Las minas rodean mi diócesis pero están cerradas debido al bajo precio de los minerales. Las personas que componen la comunidad son en su mayoría desempleados. Como resultado de ello, no pueden apoyar nuestros proyectos; están muy dispuestos, pero no tienen recursos. Incluso en las zonas rurales, donde las personas dependen de la agricultura, a menudo son afectados por una mala cosecha debido a la falta de lluvia durante ciertas épocas del año. Estas son las dificultades que enfrentamos.

¿Qué se les puede dar que no sea comida?

–Mons. Munyanyi: Esta era mi preocupación como sacerdote y como seminarista, pero me di cuenta de que tienen hambre de la Palabra, y cuanto más se les da la palabra, se van a casa satisfechos y siguen adelante con la Palabra como su guía. Esta les trae esperanza, incluso en los momentos de sufrimiento y es por eso que gozamos de paz en medio de los problemas en nuestro país.

¿Sin embargo muchas personas, especialmente los jóvenes, salen del país?

–Mons. Munyanyi: Sí, muchos han abandonado el país desde el año 2000, incluyendo a muchos profesionales. Algunos están contemplando la posibilidad de volver debido a la situación, lo cual es prometedor, pero no mucho.

¿Usted ha contemplado la posibilidad de salir?

–Mons. Munyanyi: Esto nunca vino a mi mente porque yo quería estar con mi gente así «estuviera lloviendo o no lloviendo». Siempre he tenido una pasión por mi pueblo.

¿Cuál es su lema episcopal?

–Mons. Munyanyi: «La Palabra de Dios nos da la vida» es mi lema y me gustaría que todos los hombres y las mujeres tengan vida, la vida que viene de la predicación de la Palabra. Mi pasaje bíblico favorito está en Números 11, 25-30, porque me gustaría que todo el mundo se llenara con el Espíritu Santo. Me gustaría que todos fueran fieles al espíritu de Dios, para «hablar como profetas, ser predicadores». Y esto va a ayudar a todo el pueblo de Dios para llegar a la tierra prometida. Con la palabra de Dios predicada por todos, esto debería ayudarnos a llegar al cielo.

Realizado por Marie Pauline Meyer para «Donde Dios llora», un programa semanal de radio y televisión producido por la red de Radio y Televisión Católica, en conjunto con la fundación pontificia internacional Ayuda a la Iglesia Necesitada.

Para obtener más información en la Red: www.WhereGodWeeps.org y www.acn-intl.org

Traducido del inglés por José Antonio Varela V.

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ZENIT Staff

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