Por H. Sergio Mora
ROMA, lunes 18 junio 2012 (ZENIT.org).- Los tres cardenales encargados de escuchar a Paolo Gabriele, el ayudante de cámara del papa encontrado con fotocopias de correspondencia privada, entregaron el sábado 16 de junio a Benedicto XVI los primeros resultados de la investigación.
Los tres purpurados – el eslovaco Jozef Tomko, el italiano Salvatore De Giorgi y el español Julián Herranz – tienen una edad superior a la necesaria para participar en un futuro cónclave, de manera que no quedarán dudas sobre su rol super partes.
Son cardenales que recubrieron cargos de gran responsabilidad y con la facultad de convocar incluso a los jefes de dicasterios para recoger la mayor cantidad posible de informaciones.
El informe contiene las confesiones de Gabriele, detenido hace 27 días y quien parece haya colaborado ampliamente con las autoridades vati canas.
Con discreción fueron recogidos también testimonios de algunos cardenales, no como investigados sino en cuanto personas informadas sobre lo que sucede en el Vaticano. Entre ellos el cardenal Giovanni Battista Re, por su experiencia de veinte años en la Curia, antes en la Secretaría de Estado y después como prefecto de la Congregación de los Obispos.
Las investigaciones dispuestas por los magistrados del Vaticano fueron confiadas a la Gendarmería, que arrestó a Gabriele con la acusación de hurto de documentos reservados en el departamento pontificio.
Los documentos sustraidos a Gabriele son muchos, como comprobó la Gendarmería en el registro domiciliario en su casa en donde el mayordomo vivía con su esposa y tres hijos. Algunos de los documentos ya fueron publicados y otros, según consideró el portavoz del Vaticano, padre Federico Lombardi, seguirán saliendo en los medios de comunicación.
Gabriele, de 46 años, entró en el Vaticano cuando era joven, hacía la limpieza en la Secretaría de Estado. Su fortuna fue la de entrar a servicio del prefecto de la Casa Pontificia, el estadounidense monseñor James Harvey y en 2006 le fue confiado el cargo de ayudante de cámara del pontífice.
Por el hurto agravado de la correspondencia del papa Gabriele podría sufrir una pena de hasta ocho años. Pero desde cuando inició a colaborar con los investigadores su posición judicial se ha aligerado. Si se muestra sincero y dice todo lo que sabe la pena podría ser menos pesada, y el papa incluso tiene la facultad de indultarlo.
Es evidente que el mayordomo del papa actuó por pedido de alguien, cuya identidad el público no conoce.
Los medios hipotizaron todo todo tipo de escenarios sobre organizaciones o grupos de poder a los cuales Gabriele habría servido y se presume que la investigaciones darán respuesta a estos y otros interrogantes.
Por su parte Benedicto XVI en la audiencia general del 30 de mayo rechazó “ ilaciones gratuitas” formuladas por los medios de comunicación y reiteró la confianza en sus colaboradores”.
“Se han multiplicado – dijo el papa – ilaciones, amplificadas por algunos medios de comunicación, absolutamente gratuitas y que fueron mucho más allá de los hechos, ofreciendo una imagen de la Santa Sede que no corresponde a la realidad”.
“Deseo por ello – concluyó Benedicto XVI – renovar mi confianza, mi apoyo a los colaboradores más cercanos y a todos aquellos que cotidianamente con fidelidad, espíritu de sacrificio y en el silencio me ayudan a cumplir mi ministerio”.
En una entrevista a L'Osservatore Romano, el cardenal Ángel Sodano explicó: “La insinuación de maniobras varias me ha maravillado, porque diversidad de opinión no significa división. Cuántas veces he votado en reuniones de cardenales, sin nunca asombrarme porque un hermano votara a favor y otro en contra. Amigos eramos y amigos quedábamos. Al final, a la luz de los varios votos, el Santo Padre podía entonces decidir libremente con los los elementos de juicio que le eran ofrecidos. Esto sucede también en los concistorios, al cual participan todos los purpurados del mundo”.
Concepto reiterado por el cardenal argentino Leonardo Sandri, prefecto de la Congregación de las Iglesias Orientales. El exsustituto para los Asuntos Generales de la Secretaría de Estado indicó que vivió las últimas semanas “en gran unión con el santo padre, con una adhesión total como le he prometido el día que me hicieron cardenal: estar con él usque ad effusionem sanguinis (hasta derramar la sangre).
La polvareda levantada parece destinada a chantajear al papa, quien está dando una gran demostración de solidez, coraje y deseo de cambio y transparencia.
Baste recordar las palabras que el cardenal Ratzinger pronunció en el via crucis del 2005, antes de ser elegido papa. “Cuanta suciedad --dijo- hay en la Iglesia, incluso entre aquellos de en el sacerdocio deberían pertenecer enteramente a Él. ¡Cuánta soberbia, cuánta autosuficiencia!”
Las cartas robadas que han publicado no demuestran faltas del papa, como querrían algunos medios ideológicamente alineados, sino que por el contrario dejan en evidencia la gran dedicación del papa en su tarea de pastor.