ROMA, viernes 28 septiembre 2012 (ZENIT.org).- Los jóvenes migrantes están entre dos culturas, con las ventajas y dificultades que esto significa, con el desafío de integrarse sin perder su cultura de origen. Ellos necesitan puntos de referencia particularmente si están lejos de sus familias. El hecho de que muchos tengan estudios superiores debe llevarles no solamente a mejorar su situación, sino también a ser considerados un recurso en sus países de origen.
Lo indicó el cardenal Antonio Maria Veglió, presidente del Pontificio Consejo de la Pastoral para los Migrantes e Itinerantes en sus palabras a la Primera Conferencia de los Filipinos en Europa, con el título “De la diáspora al diálogo” que se realiza del 26 al 29 del presente mes en esta ciudad.
La inmigración procedente de América Latina es un factor relativamente reciente respecto a la procedente desde las Filipinas, que inicia varias décadas antes, si bien varios de los problemas planteados registran muchas características similares, en particular por lo que se refiere a los jóvenes.
“Les aseguro -dijo- el apoyo y soporte del Pontificio Consejo para fortalecer la comunidad filipina de inmigrantes, en su desarrollo e integración en los países y la reintegración de quienes vuelven a sus casas en las Filipinas”.
Cifras en la mano indicó que en la actualidad las Filipinas son el octavo país por el número de inmigrantes fuera de su país, de los cuales dos tercios se encuentran en los países europeos, la mayoría de los trabajadores tienen entre 15 y 44 años y las mujeres son el mayor número de ellos.
La mayoría llegaron a Europa buscando oportunidades de trabajo o en casos de reunificación familiar. Muchos de ellos son niños que nacieron en los países de inmigración y nunca conocieron las Filipinas.
“El santo padre está muy preocupado por la situación de los jóvenes inmigrantes”, dijo, y explicó que por ello “en los últimos cinco años les ha dedicado dos de sus mensajes, en el Día del Refugiado y el de los Migrantes”.
“En ambos mensajes indicó el papa, que los jóvenes migrantes están entre dos culturas, con las ventajas y dificultades que esto significa. De un lado ofrece la oportunidad de enriquecerse con la experiencia de los encuentros entre diversas culturas y tradiciones. Y de otro lado delante del desafío de no perder su cultura de origen al integrarse en la sociedad que los acoge” añadió el purpurado.
“Por ello – prosiguió el cardenal- el papa Benedicto señaló en su mensaje de 2010 que ‘vivir en un país extranjero sin puntos de referencia eficaces genera un sinnúmero de dificultades, muchas veces graves para los jóvenes migrantes, especialmente si se encuentran privados del apoyo de sus familias”.
“La comunidad filipina -recordó el purpurado- es verdaderamente una familia acogedora hasta para aquellos que no tienen parientes aquí en Europa. La seguridad que ofrece a estos jóvenes migrantes filipinos facilita su apertura a los otros grupos étnicos y al diálogo intercultural”.
Subrayó también “la necesidad de dar a los jóvenes inmigrantes la posibilidad de asistir a la escuela e ir a la universidad”, además de “estructuras sociales que son importantes para su posterior integración en el mundo laboral y la inclusión social”.
Entretanto dejó claro que “la clave para una integración comienza por conocer el idioma del país que les recibe”, y que la integración requiere conocer bien las leyes de sus países y respetarlas, para así obtener el respeto de las poblaciones locales y facilitar la vida conjunta de manera armoniosa.
Recordó que muchos filipinos que trabajan como empleados del hogar o en labores sencillas, tienen títulos de estudio, lo que debe hacerles plantearse la posibilidad no solamente de mejorar su situación en la vieja Europa, sino ser considerados un recurso para el desarrollo de sus países.
La crisis económica global que golpea a Europa pone además a los jóvenes inmigrantes en riesgo de marginalización y discriminación. Riesgo de xenofobia, lo que hace necesario encontrar canales para integrar y proteger a los jóvenes migrantes contra la discriminación.
“Que esta Conferencia -concluyó- ayude a encontrar los medios para lograr esta fraternidad entre los migrantes y las poblaciones locales”, pues la ciudad del hombre que se basa en la unidad y la paz, “en cierta medida es una anticipación y una prefigura de la única ciudad de Dios».
La conferencia está organizada por el Consejo Global de Filipinos en la Diáspora, por la Comisión Filipinos en el Exterior, con el apoyo de la Embajada de Filipinas en Roma y patrocinada por la Organización Internacional de las Migraciones, por el Instituto de los escalabrinianos para las Migraciones y por el Municipio de Roma.