ROMA, jueves 13 septiembre 2012 (ZENIT.org).- El hospital pediátrico 'Bambino Gesu' “ con sede en Roma y perteneciente al Estado del Vaticano ha firmado hoy con el Instituto Italo Latino Americano (IILA) un acuerdo marco de cooperación para ayudar a la formación de personal sanitario, dar asistencia en los casos de Sida pediátrico, de enfermedades graves o por necesidades particulares.

El protocolo fue firmado en la sede del IILA, por el Dr. Giuseppe Profiti, director del hospital, y por el secretario general del IILA, Giorgio Malfatti di Monte Tretto, en presencia del secretario de la Santa Sede para las Relaciones con los Estados, Dominique Mamberti, y el ministro de Exteriores de Italia, Giulio Terzi.

Un acuerdo con los países de América Latina, el continente de la esperanza --ha explicado el ministro de la Santa Sede- que para la Iglesia no es solamente una cuestión humanitaria o médicosanitaria, sino un deber nacido de su misión que sigue el ejemplo de Cristo, que en su predicación no se quedaba a nivel enunciativo, sino que era acompañada con gestos de liberación del dolor y de la enfermedad.

El ministro de Exteriores de Italia, por su parte, indicó que “Italia comparte con los países latinoamericanos un patrimonio de valores fundado sobre raíces culturales y religiosas comunes”. Y que los nuevos desafíos puestos por la globalización de los mercados y del conocimiento tienen que conducir a una mayor colaboración multilateral.

Y concluyó recordando “que al conjugar la validez científica con la humanitaria se reafirman principios fundamentales del diálogo intercultural”.

Antes de la firma, monseñor Mamberti ha indicado que “este acuerdo quiere ser de nuestra parte un signo tangible de la atención de la Santa Sede en favor de la formación del personal médico sanitario calificado y de la investigación científica”.

El prelado consideró que dar formación al personal sanitario tiene como finalidad la curación de las personas marcadas por el sufrimiento físico y espiritual y “por lo tanto su contenido no es solamente médico sanitario, sino que tiene en vista el desarrollo integral de la persona”.

“Siguiendo el ejemplo de Cristo --prosiguió monseñor Mamberti- la Iglesia pone en el centro de su mensaje y como horizonte de su acción salvadora, el reconocimiento de la dignidad de la persona humana que sufre en el alma y en el cuerpo”.

El ministro de la Santa Sede añadió que “el corazón de la misión de Jesús fue la salvación y no la condena. Por ello su enseñanza no se quedaba a nivel de mera enunciación, sino que era acompañado por gestos de liberación del dolor y de las enfermedades, que volvían real su reconocimiento y la liberación anunciada”.

“Por lo tanto la Iglesia --concluyó- siguiendo el mensaje de Cristo y su mandato, se ha prodigado durante la historia en el anuncio de la salvación, sin sustraerse al empeño concreto para promover y curar a las personas enfermas”.

Una misión la de la Iglesia -dijo- que en nuestros días aún es más profética cuando pide no solamente che la dignidad inalienable de cada hombre sea concretamente respetada en la curación y en la asistencia de las personas enfermas.

Y consideró que durante las enfermedades el ser humano “advierte la necesidad de dar sentido y significado con el cual interpela al mundo de la ciencia médica. La medicina debe restablecer la salud en dónde sea posible, pero sobre todo deber ser el arte de curar a la persona de manera integral”.

En esta perspectiva, cada acto médico “no puede reducirse a una mera respuesta técnica y especialista, considerando al paciente como un objeto a evaluar y curar sólo científicamente porque si así fuera la medicina ignoraría la dimensión más profunda de la persona y por lo tanto la dimensión ética”.