En el programa “Claves para un Mundo Mejor” (América TV), monseñor Héctor Aguer, arzobispo de La Plata, Argentina, y miembro de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, destacó el verdadero sentido de la Navidad lamentando que “en la cultura actual las cosas están muy confundidas y, en general, observamos que la Navidad queda como absorbida e un genérico y plural “las fiestas”.
Afirmó que en Navidad el Señor “nos enseña la humildad, la pobreza de corazón, la sencillez, la cercanía a todos, la bondad, la paz”, y el “mensaje de la Nochebuena es, precisamente: a los hombres, la paz. Dios es la gloria y a él corresponde que se le de la gloria y ¿qué le da Dios a los hombres como prenda de su comunicación a ellos? Les da la paz a los hombres que son el objeto de su complacencia, de su amor”.
Dijo que para para referirse “al sentido propio de la Navidad” es necesario recordar que “los Padres de la Iglesia decían que todo acontecimiento de la vida del Señor es misterio y ejemplo”, y señaló: “¡Vaya si la Navidad lo es! Es el hecho de que el Hijo eterno de Dios se hace hombre para comunicar al hombre la vida divina. Entonces se da, como también dicen los Padres de la Iglesia, entre el hombre y Dios, entre Dios y el hombre, un admirable intercambio”.
El prelado comentó que en el acontecimiento de la Navidad “lo que se nota de inmediato en la imagen del pesebre es que el Dios glorioso, el Creador del Universo, el Hijo que es el Logos, la razón, el plan de Dios sobre toda la creación, nace como un niño inerme y en un pesebre, en un lugar marginal, en un lugar donde nadie puede recibirlo con grandes aplausos como los grandes de esta tierra. Nace como pequeño”.
Y de inmediato precisó: “El grandioso nace como pequeño para iniciar al hombre en otra consideración acerca de la vida. El hombre, que es pequeño por sí mismo, quiere hacerse el grandioso. Especialmente eso va para los que viven de aspavientos, de exterioridad, de mundanidad, y vale sobre todo para los poderosos de la tierra. Dios se manifiesta a los pastores que, en aquella época, eran allí gente sospechosa, más bien despreciada”.
Monseñor Héctor Aguer exhortó a “venerar, adorar ese acontecimiento, ese misterio; tenemos que abrir el corazón a la comunicación que Dios nos hace de su vida. Tenemos que aprender de su manera de comunicarse a nosotros” y “el sentido de la Navidad va implícito, debe ir implícito, en el saludo que en estos días intercambiamos. Como yo les digo ahora a todos ustedes: ¡Muy feliz Navidad!”.