En una cena benéfica realizada días atrás por las Religiosas Hospitalarias de la Misericordia, nos dejamos asombrar por varias cosas. Una de ellas fue la cantidad de gente que llenó todas las mesas en dos salones inmensos, que a una sola voz llegaron para dejar su contribución. Y no solo eso, sino a probar platillos multiétnicos, es decir, un menú simple de comida india, filipina, africana e italiana preparada por las mismas religiosas. Otro aspecto fue ese, ver una numerosa comunidad de religiosas jóvenes de varios países, que después de haber cocinado, servían y recogían en las mesas, cantaban, bailaban y sonreían en todo momento.
Otro punto interesante fue constatar cómo decidieron recoger a familias enteras de leprosos en la India, que eran parte de la obra de un presbítero italiano que se había quedado sin financiamiento allá por el año 1992… Aprobaron entonces que su nuevo destino sería el poblado de Dondapudi, en el estado centro oriental de Andhra Pradesh, donde se extiende la Diócesis de Eluru.
Y lo asumieron sin dudar, porque sabían que esas vidas y esos cuerpos –que se mutilan por sus propias carnes–, terminarían en las calles, a merced de insectos y roedores. Lamentablemente hoy, los que se quedan aún afuera, se consumen en una muerte lenta por calles, covachas y trasteros, sin que nadie haga cosas efectivas y de modo veloz. Supimos inclusive, que ni la ONU ha podido erradicar esta epidemia bíblica, a pesar que los países se propusieron hacerlo en el año 2000…
Pero felizmente, un grupo de 29 familias tiene a la Iglesia, que muestra su rostro visible a través de esta congregación fundada en Italia en 1821 por una princesa, la madre de familia Teresa Orsini Doria Pamphili. Hoy las noblezas se han invertido, y los reyes y monarcas son los leprosos de la comunidad Santa María, quienes tienen contacto con el exterior solo a través de las religiosas, quienes les procuran alimento, vestido, medicamentos y alegría en medio de tanta desolación.
Añado al asombro justamente eso, la sana alegría que transmitían las hermanas durante la cena benéfica y que era el comentario general de los asistentes. Mientras a uno le ha tocado ver gente que no sonríe ni saluda por la calle –a pesar de llevar símbolos religiosos–, o a otros que subrayan de ser lo más distantes posibles, o las más amargadas del mundo, ellas “compiten” por quién es la más alegre, quién sonríe más, o la que motiva mejor a los presentes…
Y fue sobre esto, de sus motivaciones, así como de la obra que nos convocó –con sus necesidades–, de lo que ZENIT conversó con la madre Paola Iacovone, superiora general de las Religiosas Hospitalarias de la Misericordia, y a ciencia cierta, la “locomotora” de este tren imparable, cuyas integrantes hacen vida su cuarto voto: el compromiso por la salud física y espiritual de los enfermos, allí donde estén.
¿Como decidieron empezar este trabajo en el poblado de Dondapudi, allá por el año 1992?
–Madre Paola Iacovone: Estábamos con otro trabajo cerca y descubrimos un conglomerado de leprosos, quienes vivían en un estado indescriptible, inhumano, por lo que dijimos: ¡tomamos esta misión! Así que renovamos las casas para hacerlas más habitables, que sea algo más humano para ese grupo de leprosos.
Si no hubieran abierto este servicio, ¿cuál hubiera sido el futuro de estas personas?
–Madre Paola Iacovone: Hubiera sido volver a las calles a pedir limosna, como se ve aún en las calles de la India. Comúnmente los leprosos se encuentran en el suelo, llenos de moscas y animales, y aunque pasa la gente no le importa, o incluso los botan.
¿La lepra sigue siendo un tabú y un estigma, no?
–Madre Paola Iacovone: La difícil situación de los leprosos en la India, como en todas partes del mundo, es una condición de rechazo. Esta enfermedad sigue atada a un gran tabú, a pesar de que la lepra no es contagiosa. La lepra se adquiere al vivir en condiciones insalubres, tal como estas personas pobres viven.
¿Cuál es el principal apoyo financiero que reciben para este trabajo?
–Madre Paola Iacovone: El apoyo ha venido de los donantes, especialmente de Italia. Pero ahora, en los últimos años ha sido muy frío. Al ir a la India en octubre, me di cuenta de que los fondos se han terminado (4.000 euros anuales… ndr), y es por eso que hemos querido relanzar este trabajo. La congregación no les negará sus medios de vida, pero la generosidad de las personas es importante para ayudarnos.
En esta cena vi una alegría desbordante entre las hermanas … ¿Cuál es el «motor», la razón principal que las mueve?
–Madre Paola Iacovone: En realidad, no conocemos la respuesta, aunque es una cosa que la señalan muchos. Nos dicen: «Ustedes no son como las otras hermanas», pero para mí ser monja es dar la alegría al mundo. No me he hecho religiosa para ser un huraño entre los huraños.
Cuando usted habla con las jóvenes que quieren ingresar a su congregación, ¿qué es lo que ellas buscan?
–Madre Paola Iacovone: Servir al Señor en el mundo del sufrimiento con dedicación, responsabilidad y alegría.
Finalmente, ¿Cuál sería su llamado a colaborar con la obra de los leprosos en la India?
–Madre Paola Iacovone: Yo diría que conozcamos la realidad, ya que muchos no son conscientes de que esta enfermedad todavía existe. Si hasta se dice, ¿cómo es posible la lepra en el 2012? El programa de las Naciones Unidas habló de erradicar la lepra en el 2000, pero esto no ha sucedido… Es cierto que se ha hecho mucho, y que aún queda mucho por hacer. Nosotros, con nuestra propia pequeñez, echamos tan solo una gota en el océano de necesidades. Pero con la ayuda de personas sensibles a este problema, esperamos ser capaces de hacer aún más.
Medios para colaborar (en italiano): www.lacometaonlus.eu/
Para conocer más a las religiosas (en italiano): www.consom.it