Este domingo se celebra a nivel mundial la 99 Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado, fecha que servirá para reflexionar sobre esta delicada realidad que por un lado ayuda a construir sueños, pero a la vez tiene un rostro de injusticia y de falta de oportunidades.
Para analizar esta realidad, así como el mensaje del papa Benedicto XVI por esta Jornada, ZENIT conversó con el padre Luis Olivos, escalabriniano chileno, actual capellán de la Comunidad latinoamericana en Roma, cuya sede siempre activa y llena de migrantes está ubicada en la Iglesia de Santa María de la Luz. Ofrecemos la primera parte de esta esclarecedora entrevista.
En el mensaje del papa de este año, se lee que hay que ayudar a los migrantes a construir un mundo mejor. ¿Cómo acompaña la Iglesia en esto?
–Padre Olivos: No hay duda de que este mundo nuevo que la Iglesia propone a la sociedad, no es más que lo que Cristo hizo. El amor de uno al otro es lo que guía a la Iglesia, y no solo a la jerarquía, sino también a todo el pueblo de Dios que es la Iglesia realmente. Y aquí está el milagro del amor, que es sin lugar a dudas lo que menciona el santo padre en su mensaje. La Iglesia responde a todas las áreas del desarrollo humano, de todas las personas.
¿Qué decirle a los migrantes que dejaron todo atrás por un sueño?
–Padre Olivos: Que sigan soñando, porque los que tienen sueños, tienen fe. ¿Quien no ha soñado un día que puede hacer algo un poco mejor? Y si tiene fe en que saldrá, con esfuerzo, es porque cree. Quien gana el pan con el sudor de su frente –que a menudo parece demasiado amargo–, siente un sabor especial, una nutriente especial, y eso es un signo maravilloso del amor.
Entonces hay que seguir confiando en tiempos mejores…
–Padre Olivos: Aquellos que siguen soñando es porque tienen un sueño. Y deben seguir esperando por aquello que tienen que esperar, ya que Dios no les dejará nunca solos, ¡Nunca! Dios está con nosotros, Dios camina con los migrantes, ya que él mismo ha sido un extraño en su tierra, que se vio obligado a huir cuando estaba cerca de la muerte.
En otra parte del mensaje del papa se dice que la solidaridad es un deber de los cristianos hacia los migrantes. ¿Cómo entender esto?
–Padre Olivos: La solidaridad es ciertamente un deber, ya que es el amor. Si decimos que amamos a Dios, debemos amar a los demás, porque ese es el mandamiento que Jesús nos dejó. Por lo tanto, es un deber e incluso un placer hacer el bien en el nombre de Dios. Y meterse la mano en el corazón para decir “te voy a dar una mano”. Porque sabemos muy bien que lo que hacemos hoy por el otro, luego el otro mañana sin duda lo hará por mí o incluso por otro que esté necesitado. Porque la solidaridad crece de vez en vez y de mano en mano.
La solidaridad entre los migrantes es evidente, ¿no?
–Padre Olivos: Usted sabe muy bien cuán solidarios son nuestros migrantes frente a las necesidades de alguno que está en dificultad, porque saben que un día les puede tocar a ellos y no estarán solos. Así que, para aquellos que tienen la oportunidad de echar una mano a un inmigrante necesitado o en dificultad, ¡bendito sea el Señor! Porque Él mismo los toca con su gracia para hacer el bien, para ser solidarios, ya sea por el amor de Dios como por el respeto a la dignidad de la persona humana. Todo esto está absolutamente de acuerdo con lo que Cristo nos pide.
El mensaje habla del riesgo de asistencialismo… ¿Cómo tratar los diversos casos para no crear una dependencia?
–Padre Olivos: En la Iglesia latinoamericana de Roma, no existe el asistencialismo. Lo que hay es la comunión y el compartir de los bienes. Los migrantes son solidarios entre ellos. Toda la Iglesia, con el Vicariato de Roma a la cabeza de la organización, asiste de la manera más justa a cada una de las circunstancias, como promotor del ser humano, que debe desarrollarse siempre. Es oportuno hacer un llamado a aquellos que creen que dando dos o tres ayudas ya se libran de pensar en aquello.
El emigrante siente que todo lo tiene en contra, que todo es cada vez más difícil de obtener, los cobros suben… ¿No es importante que los países receptores mejoren su actitud hacia ellos?
–Padre Olivos: Sin lugar a dudas, de esto se comenzó a hablar al inicio de la Unión Europea. Porque no debe ser solo el interés de esta, sino el interés común. Cada uno quiere gobernar cada vez más al otro y sabemos muy bien que los chivos expiatorios son los migrantes, porque alguien tiene que asumir la responsabilidad de lo que pasa… No falta quien señala: “Fïjense, son los migrantes que malogran el servicio de salud, o que no trabajan”. O se dice que se llevan las cosas. ¿Qué cosa se llevan? Se debe hablar con claridad y hechos concretos.
¿No es así?
–Padre Olivos: Toda la sociedad sabe muy bien que en Europa hay inmigrantes ilegales, porque a los países les conviene para obtener más ingresos. Y por esta razón es que allí está la Iglesia para atender a los migrantes en aquello que debería estar cubierto por otros… Se deben tener las cosas claras y no generar esta confusión diciendo «el migrante trae problemas, o la crisis es culpa de los migrantes». ¿Cómo se fundamenta esto? ¿O acaso se miente? Porque sabemos muy bien que uno más uno es dos…
¿Nos encontramos ante una explotación, entonces?
–Padre Olivos: Sin duda, pero ¿de quién? ¿Quién hace estas cosas? Es este otro hombre que no promueve al hombre, sino que se promueve a sí mismo. Esta no es la Iglesia, esto no es comunión, y no es amor. Espero que algunos puedan hacerse con tranquilidad la señal de la cruz…
El mensaje del papa por la Jornada Mundial del Emigrante y Refugiado 2013 puede leerse en: www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/messages/migration/documents/hf_ben-xvi_mes_20121012_world-migrants-day_sp.html