En Cuba, la Iglesia, a través de Caritas, se ha abierto un espacio propio de actuación, de acuerdo a la doctrina social que ha roto desconfianzas en ámbitos gubernamentales. A pesar que la demanda de ayuda crece, las obras caritativas realizan un encomiable esfuerzo por responder a las necesidades de más y más cubanos.
ZENIT conversó con la doctora Maritza Sánchez Abiyud, directora de Caritas Cuba, quien estuvo en esta ciudad para participar en la Asamblea del Consejo Pontificio Cor Unum. Ofrecemos a nuestros lectores la segunda y última parte de la entrevista.
Si revisamos las estadísticas de los últimos veinte años en Cuba, ¿Aumentaron las personas que tocan a la puerta de Caritas pidiendo ayuda?
--Maritza Sánchez:Ciertamente que hay más demanda. Y no podemos crecer más porque no tenemos los recursos, y porque debemos cuidar la calidad de las intervenciones, pues no es solo un asistencialismo, sino que hay que acompañar bien los procesos de transformación. No tenemos la capacidad de llegar a todos, pero sí, sentimos que más gente toca y hay más presión.
Muchos recuerdan las visitas de los papas. ¿Se dio un avivamiento de la fe?
--Maritza Sánchez: Ambas visitas, principalmente la de Juan Pablo II, fueron un regalo de Dios. Vivimos aquella vez cinco días especiales, distintos…, lo que se sentía en el ambiente. Sí provocó cambios, ya que vinieron más personas a la Iglesia, otras perdieron el miedo y se acercaron. Pero hubo como una meseta, algunos entraron a una iglesia por primera vez, tuvieron interés en conocer algo nuevo, lo trascendental, y si bien muchos se quedaron, otros se fueron.
¿Y con Benedicto XVI?
--Maritza Sánchez:Va por la misma línea, de fomento del diálogo, de tratar que la Iglesia vuelva a tener los espacios que por derecho y naturaleza le toca, ya sea en la educación, en los medios de comunicación, en la acción social de la Iglesia, y buscar un trabajo conjunto con otros actores para asegurar la sostenibilidad. Su visita fue un regalo; nunca pensamos que en tan poco tiempo una isla tan pequeña tuviera el regalo de la visita de dos papas.
Otro regalo es la Virgen de la Caridad del Cobre, que acaba de celebrar 400 años, ¿no?
--Maritza Sánchez: La Virgen significa para nosotros la Madre de Dios, nuestra madre, la madre espiritual y signo de la nacionalidad cubana. Es un signo de unión, y cuando se habla de ella todos lo hacen con cariño, con respeto. Esto se vio en el Trienio preparatorio, donde hubo muchas manifestaciones de devoción popular hacia esta advocacion. Con la peregrinación, que recorrió todo el país, la Iglesia quería ir más allá, pretendía que las personas y el pueblo llegaran a Jesús a través de Ella, que hubiera una transformación en la vida de las personas, y que reinara la paz y la comprensión en las familias.
La veo optimista sobre la libertad religiosa en Cuba…
--Maritza Sánchez:Sí, cómo no. Hay que tener confianza en Dios. Hay que aprovechar este Año de la Fe para crecer en la fe, porque la verdadera esperanza se afianza en la fe. Nuestra primera responsabilidad es asumir la tarea de transmitir la esperanza a todo el pueblo cubano. Debemos acompañarlo para que no pierda la esperanza, para que tenga una participación consciente y responsable hacia una sociedad mejor, donde podamos colaborar todos a través del diálogo, seamos creyentes o no. Esa es la misión de la Iglesia, buscar el diálogo a fin de que todo se encamine hacia la construcción del bien común.
La primera parte de la entrevista puede leerse en: www.zenit.org/article-44225?l=spanish.