El próximo 11 de febrero, fiesta de Nuestra Señora de Lourdes, se celebrará en toda la Iglesia la XXI Jornada Mundial del Enfermo, durante la cual se reflexiona y se reza por los que sufren y por quienes trabajan en este delicado campo.
En su mensaje de este año, Benedicto XVI centró el tema a partir de la frase de Jesús al final de la parábola del Buen Samaritano: «Anda y haz tú lo mismo» (Lc. 10,37).
Para profundizar más sobre esta celebración y acerca de las “enfermedades modernas” de la sociedad, ZENIT entrevistó al arzobispo Zygmunt Zimowsk, presidente del Consejo Pontificio de la Pastoral de la Salud.
¿Cómo surgió la Jornada Mundial de los Enfermos?
–Mons. Zimowski: La Jornada Mundial del Enfermo, según lo especificado por el beato Juan Pablo II, en una carta del 13 de mayo 1992 en que instituye la celebración, nace a partir de la conciencia de que la Iglesia, «a ejemplo de Cristo, siempre ha sentido a través de los siglos, el deber de servir a los enfermos y a los que sufren, como parte de su misión (Dolentium Hominum, 1), y que al ofrecer atención y cuidado desinteresado a la persona que sufre «experimenta hoy un momento fundamental de su misión» (Christifideles Laici, 38). Todo esto teniendo en cuenta que «el carácter salvífico del ofrecimiento del sacrificio, que, vivido en comunión con Cristo, pertenece a la esencia misma de la redención (cf. Redemptoris missio, 78).»
¿Él también instituyó la fecha?
–Mons. Zimowski: La Jornada, según lo determinado por el beato Juan Pablo II en la misma carta, se celebra el 11 de febrero, memoria litúrgica de Nuestra Señora de Lourdes y en la tierra de santa Bernadette Soubirous, donde tuvo lugar en 1993 la primera edición de la Jornada.
¿Cuál es el propósito de la Jornada?
–Mons. Zimowski: Sus objetivos son varios. Sensibilizar al pueblo de Dios y a toda la sociedad, ayudar a los enfermos a valorizar el sufrimiento, involucrar a las comunidades cristianas y a las familias religiosas en la pastoral de la salud, así como favorecer el trabajo del voluntariado. También se quiere promover la formación espiritual y moral de los agentes de la salud, y recordar la importancia de la asistencia religiosa hacia los enfermos.
¿Y a quienes se dirige?
–Mons. Zimowski: Como también lo ha señalado el papa Benedicto XVI en su mensaje de este año, se debe tener en cuenta que esta Jornada es para los enfermos, para los agentes de la salud, para los fieles cristianos y para todos los hombres de buena voluntad, y “un momento fuerte de oración, de compartir, de ofrecer el sufrimiento por el bien de la Iglesia y de recordar a todos que se debe reconocer en el rostro del hermano enfermo, el santo rostro de Cristo que, sufriendo, muriendo y resucitando, le dio la salvación a la humanidad».
En pocos días el Santuario de Altötting será anfitrión de la XXI Jornada Mundial del Enfermo. ¿Qué actividades se llevarán a cabo allí?
–Mons. Zimowski: Como es tradición, también esta Jornada Mundial del Enfermo se dividirá en diferentes actividades. La liturgia eucarística del 11 de febrero, que se celebrará en el Santuario mariano de Altötting, estará precedida, los días 7 y 8 de febrero en la Universidad Católica de Eichstätt-Ingolstadt, por un importante simposio internacional titulado: «Hacer el bien al que sufre» (Salvifici Doloris, n.30). Por otra parte, están previstas varias visitas a pacientes en hospitales y en otras instituciones de salud de la zona, así como celebraciones y oraciones en las iglesias más importantes de Mónaco y sus alrededores. También habrán encuentros con líderes políticos y civiles de la Baviera.
Vemos que los papas han dirigido cada año sus mensajes a los que viven con la enfermedad y también a los que trabajan con los enfermos, ¿no?
–Mons. Zimowski: La «tradición» del mensaje anual del santo padre para la Jornada Mundial del Enfermo fue voluntad del beato Juan Pablo II, quien quiso darle a la celebración este sentido relevante y de continuidad en el tiempo. Cada mensaje es luz e inspiración para los enfermos, quienes son los verdaderos “protagonistas” de la Jornada. Asimismo, para las personas que cuidan de ellos como agentes de la pastoral de la salud, los voluntarios y los familiares de los enfermos.
El Buen Samaritano sigue siendo un modelo para los agentes de la salud ¿Cuáles son las características que hoy nos presenta esta figura?
–Mons. Zimowski: Ciertamente, el Buen Samaritano es el modelo evangélico del alivio al sufrimiento, ofrecido de un modo verdaderamente altruista, exento de prejuicios y desinteresado. Como tal, no cambia ni con el paso del tiempo ni con el cambio de los comportamientos. Por lo tanto es necesario que, como lo ha señalado el papa Benedicto XVI en su mensaje para la Jornada Mundial del Enfermo de este año, todos puedan crecer en la conciencia de que “en la aceptación amorosa y generosa de todos los seres humanos, sobre todo de los que son débiles y enfermos, la Iglesia vive hoy una parte fundamental de su misión».
En su opinión, ¿cuáles son los «dolores» del hombre moderno, que van más allá de lo físico?
–Mons. Zimowski: El dolor no tiene significados relacionados con el tiempo, sino que involucra a cada hombre, en todas las latitudes y en todas las épocas históricas. En particular, en la era moderna, además del dolor físico en sí, se asiste a un empeoramiento de las patologías “del espíritu”, relacionadas a las emociones, como es la depresión que surge en tiempos de crisis –incluidos los financieros–, que actualmente experimenta gran parte del mundo occidental. Aparece igualmente un fuerte aumento de las enfermedades crónicas-degenerativas del sistema nervioso, tales como la enfermedad de Alzheimer y otras formas de demencia senil.
Hay tantas otras dependencias…
–Mons. Zimowski: Habría que añadir las adicciones a las drogas y a otras sustancias como el alcohol y el tabaco. No dejan de aparecer otras formas obsesivo-compulsivas como la adicción a los juegos de azar o ludopatía, que se considera en alza en las capas de la población más joven de muchos países económicamente avanzados.
Benedicto XVI subrayó en su mensaje la importancia de la oración para los que trabajan con los enfermos. ¿Qué tan importante es esto?
–Mons. Zimowski: El agente de pastoral de la salud con frecuencia se enfrenta a decisiones éticas importantes, o ante pacientes para quienes no se vislumbran posibilidades de curación o incluso que han llegado al final de su camino terrenal. En las zonas más remotas del mundo, por otra parte, un trabajador de la salud puede verse obligado a estar ante un enfermo condenado a muerte por la simple falta de medicamentos y de equipos básicos. Estas son algunas de las muchas situaciones en las que la fe y la oración son fundamentales para guiar a quienes cuidan de los enfermos, y para darles la fuerza para seguir desempeñando con abnegación y convicción su propia misión.
Para leer el mensaje del santo padre para la XXI Jornada Mundial del Enfermo 2013: www.zenit.org/article-44080?l=spanish