Aunque todas las personas somos iguales en dignidad, esta se vuelve esquiva ya sea por la falta de oportunidades o ante lo que te impide ser feliz. Por otro lado hay quienes tienen ante sí la posibilidad de hacer felices a los demás, aún en desmedro de su propia vida, con todos los riesgos que esto conlleva.
El filme «Un día tienes que ir» (Un giorno devi andare, Italia-Francia 2013) narra la historia de una joven, interpretada por Jazmine Trinca (Roma, 1981) quien, abandonada por su marido que no acepta su infertilidad, deja su ciudad del norte de Italia y parte al Brasil amazónico junto con sor Franca, una curtida misionera.
Durante el viaje, Augusta tratará de entender el alto sacrificio de la religiosa, quien guiando ella misma un lanchón, llega con apoyo material y espiritual para los pobladores de las riberas del río, con quienes habla su propia lengua; esto le permite llevarles la palabra de Dios, pero también desalentarlos cuando se dejan «atrapar» por un grupo protestante desde que los visitó por última vez.
En medio de paisajes paradisíacos de la selva amazónica, exaltados por una fotografía impecable, Augusta se rinde ante tal majestuosidad mientras trata de recuperar las ganas de vivir y encontrar motivos para seguir adelante.
Los diálogos con la religiosa sobre lo «útil» de la misión que esta desarrolla, así como los escasos contactos –y cada vez más fríos– con su madre a través de mensajes de texto al móvil o por el chat, despiertan en la joven un deseo por encontrar la «vida» que le es esquiva en su cultura, y que su naturaleza de mujer no le ha favorecido.
Son interesantes las escenas en paralelo con que trabaja el director Giorgo Diritti (Boloña, 1959), y que le permiten al espectador trasladarse al convento de la congregación misionera en el norte italiano. Allí, en medio del trabajo artesanal que realizan para sostener las misiones en la Amazonía, leen y comentan las emotivas cartas de sor Franca.
Nos quedamos con tres escenas. Una es durante la comunicación vía chat de Augusta con su madre, quien no sale de la sorpresa y emoción de ver en la webcam a su hija, y la angustia posterior al tener que cortar la breve comunicación y asimilar la noticia recibida.
También la alegre escena en que la joven hace sonar los platillos que su finado padre usaba en una orquesta, mientras corre seguida de los niños del pueblo, quienes junto a los adultos, conocerán también un poco de la música y danzas italianas.
Otra es aquella en que la joven Augusta, con una navaja caliente, drena la herida que tiene la religiosa debido a una picadura tropical; un hecho que empieza a hacerle cuestionar la utilidad –o no–, de tanto sacrificio por los demás, muy ajeno a lo que ella vive.
Trailer del film (en italiano): www.mymovies.it/ungiornodeviandare/