San Juan de Letrán es la primera y más antigua de las cuatro basílicas pontificias, junto con San Pedro, Santa María la Mayor y San Pablo extra muros. Todas ellas extraterritoriales, o sea bajo la jurisdicción del Vaticano.
Es la catedral de la diócesis de Roma, la sede del obispo de la ciudad, la primera que contuvo la inscripción ‘Vicario de Cristo’. En ella está la cátedra papal, de la que Francisco hoy ha tomado posesión en cuanto obispo de Roma, a menos de un mes de haber sido elegido papa.
De la primitiva iglesia queda muy poco. El primer edificio nace en seguida después del edicto de Milán, cuando el emperador Constantino otorga la libertad religiosa en el Imperio Romano. Le sigue una reconstrucción en el siglo X, la sucesiva debida al incendio de 1360 y las diversas transformaciones durante los siglos.
Poco antes del inicio de la ceremonia el papa participó junto al alcalde de Roma, Gianni Alemanno, a la titulación de la ‘Plaza Juan Pablo II’ el área contigua a la basílica que contiene uno de los varios obeliscos egipcios de la capital italiana.
En el atrio de la basílica de ‘San Giovanni in Laterano’, como indica la ceremonia en la que un obispo toma posesión de una basílica, Francisco besó la cruz, hizo un señal de la cruz en su frente y sobre la del cardenal Agostino Vallini, su vicario para Roma.
Cuando Francisco entró en la catedral de Roma con el bastón pastoral y la mitra, el coro entonó con vigor ‘Aclamen todos ustedes al Señor en la Tierra’, dando así inicio a la ceremonia de toma de posesión y a la sucesiva liturgia.
Tras incensar el altar, el papa se acercó al ápside de la catedral, en la que se encuentra el antiguo trono de mármol blanco con adornos cosmatianos, en el que tomó asiento.
El cardenal Vallini, le dijo: “La santa Iglesia hoy exulta de alegría en el Señor al acoger a su obispo, el sucesor del apóstol Pedro que toma posesión de su cátedra. Este es el lugar elegido y bendecido en el cual -con fidelidad durante el correr de lo siglos- la roca sobre la cual está fundada la Iglesia confirma en la verdad de la fe a todos los hermanos”.
El papa saludó a diversas autoridades eclesiásticas pasando por religiosos y concluyéndolos conuna familia italiana.
A continuación, con el Kyrie, inició la misa, con las lecturas y le siguió la homilía.
En la misma Francisco recordó la misericordia y paciencia de Dios. Y como «Jesús no abandonó al terco Tomás en su incredulidad», quien quiere ver y meter su mano en la señal de los clavos y del costado. ¿Cuál es la reacción de Jesús? se preguntó el papa, y respondió: ¡La paciencia!
Y a Pedro, que tres veces renegó a Jesús, con paciencia, sin palabras, le dice: Pedro, no tengas miedo de tu debilidad, confía en mí. Recordó también la parábola del Padre misericordioso, que abraza al hijo pródigo con ternura, la ternura de Dios, sin una palabra de reproche. Y a Adán que después del pecado sintió vergüenza, y como Jesús quedó desnudo por nosotros, y cargó con la vergüenza de Adán.
Por ello concluyó el papa, “la paciencia de Dios debe encontrar en nosotros la valentía de volver a Él, sea cual sea el error, sea cual sea el pecado que haya en la vida”. Y como Tomás “también nosotros podemos entrar en las llagas de Jesús, podemos tocarlo realmente; y esto ocurre cada vez que recibimos los sacramentos”. E invitó a entrar en las llagas de Jesús, diciéndole: “Señor estoy aquí, acepta mi pobreza, esconde en tus llagas mi pecado, lávalo con tu sangre”.