El obispo de Alcalá de Henares y presidente de la Subcomisión Episcopal de Familia y Vida de la Conferencia Episcopal Española, Juan Antonio Reig Pla, ha presentado esta mañana el Encuentro Internacional por la Vida que se celebrará este fin de semana en la Universidad madrileña CEU San Pablo con el lema «La Iglesia católica por la vida. Ofreciendo respuestas concretas». El encuentro, que se sitúa dentro de la Semana por la Vida que organiza la Provincia Eclesiástica de Madrid (Madrid, Alcalá de Henares y Getafe) con la colaboración de Human Life International y la asociación Spei Mater, recogerá las aportaciones de los profesionales que ya están trabajando a favor de la vida en España y de las distintas experiencias diocesanas a través de talleres y mesas redondas.
En una entrevista exclusiva con ZENIT el obispo Reig Pla ha explicado cuáles son esas respuestas concretas que la Iglesia católica promueve a favor de la vida. Nos ha contado que dentro de la Jornada por la Vida que indicó el papa Juan Pablo II y que en España se ha estado celebrando tradicionalmente, se ha pensado extender a una Semana por la Vida. En esta Semana han introducido el Encuentro Internacional en el que se quieren compartir las experiencias de la Iglesia en Estados Unidos y tratar los temas sobre la amenaza contra la vida, tanto naciente como terminal, y generar entre todos la cultura por la vida.
Son tres proyectos concretos los que se quieren difundir para construir la «cultura de la vida». El proyecto Raquel, acoge a mujeres que han realizado un aborto o han sufrido el síndrome del posaborto. Este proyecto, ha explicado el obispo, ya se está realizando en 14 diócesis de España. Con esto no se quiere ofrecer sólo una respuesta de carácter psicológico, sino abarcar la integridad de la persona y su entorno familiar.
El segundo proyecto que se conocerá como Ángel, realizará un acompañamiento a mujeres que se encuentran desorientadas durante el embarazo y se las ayudará para que no aborten. Esta iniciativa ya ha comenzado en la diócesis de Alcalá gracias a voluntarios que se acercan a estas mujeres y les ofrecen ayuda.
El tercer proyecto llevará el nombre de Effetha (ábrete) cuyo objetivo es fomentar los movimientos provida en la pastoral de las parroquias, promoviendo la formación en las distintas áreas de trabajo y orando por la vida.
En el acto de presentación de esta mañana, el obispo ha asegurado que el día que se deroguen las leyes que en España permiten el aborto será un día de «grito por la libertad» como cuando se abolió la esclavitud. «Que un día, ojala sea pronto, podamos decir que todas las leyes que en España permiten la muerte de seres inocentes en el seno de sus madres o todas aquellas que puedan por acción u omisión promover la muerte de ancianos o enfermos, al final, van a ser abolidas en España. Ese día sería un día de grito de libertad como el día que se aprobó la abolición de las leyes de la esclavitud».
Ha asegurado que aunque estamos frente a una batalla que puede ser muy larga confía en que vencerá la «cultura de la vida».
Sobre el paradigma cultural actual ha añadido que «no favorece precisamente el respeto a la dignidad de la vida humana desde el momento de la fecundación hasta la muerte natural». Al respecto ha citado tres leyes que amenazan la vida humana en nuestro país: La Ley de Reproducción Asistida y de Investigación con Embriones; la ley de Investigación Biomédica; y la Ley orgánica de Salud Sexual y Reproductiva y de la Interrupción Voluntaria del Embarazo.
Además, sobre ésta última ha precisado que al hablar de «derecho al aborto» se utiliza un «lenguaje trampa» ya que «habla de la interrupción del embarazo pero no se interrumpe nada sino que se aborta la posibilidad» y «de derecho a decidir cuando lo que se decide es la muerte de un inocente».
Reig Pla también ha señalado como dos «buenas noticias» la sentencia del Tribunal de Justicia Europeo a favor de la exclusión de los embriones como fuente de células madre para la investigación de octubre de 2011 y la resolución del Consejo de Europa en contra de la eutanasia de enero de 2012.
Ha resaltado que «una sociedad no se organiza para matar sino para defender y proteger la vida y por tanto si mantenemos la hipocresía de leyes que atentan contra la vida naciente o terminal o permitimos estados de pobreza y de miseria que destruyen la vida humana, la vida de las familias, no estamos en la buena dirección. Queremos generar una cultura de la vida para que los matrimonios puedan custodiar desde el amor a sus hijos, los enfermos sean custodiados, los niños no sean maltratados, las mujeres no sean maltratadas y desaparezca la lacra del terrorismo si es que queda algo».
Se ha detenido también para matizar un aspecto del que no se habla con mucha frecuencia, el «síndrome posaborto». Al respecto ha asegurado que muchas mujeres desarrollan este síndrome y que incluso acuden personas con 70 años «que no se han podido quitar nunca ese sufrimiento» o «chicas que han abortado siete, ocho y hasta diez veces y que están destrozadas». Por eso, considera que «el gran movimiento por la vida en España tiene que nacer de las mujeres».
Nuevamente ha salido a la palestra la polémica que levantó su homilía del Viernes Santo del año pasado, en las que se le acusó de arremeter contra la homosexualidad. Ha explicado que en su homilía habló de niños que «llevados por ideologías pueden dudar de su condición, de su identidad sexual y que a veces pueden llevar a que uno pruebe si es de una manera o de otra y probando pueden llegar incluso a prostituirse», es más, se refería a «casos concretos que conoce personalmente».
El obispo ha afirmado que la Iglesia Católica «no se permite entrar en juicio de personas» y que, cuando se trata de enjuiciar, siguen las palabras de Jesús: ‘No juzguéis y no seréis juzgados’. «Miramos siempre a la persona con un cariño particular, siempre, sea quien sea esté en la situación en que se encuentre», ha querido matizar.
Finalmente ha explicado que él nunca utiliza la palabra «homosexual» porque está compuesta por ‘homo’ que significa ‘igual’ y ‘sexual’, que viene del latín y significa ‘diferente’, y considera que «unir en la misma palabra igualdad y diferencia es ya una batalla política, no cultural».