El Concilio Vaticano II fue una obra hermosa del Espíritu Santo. Entretanto no hemos hecho todo lo que nos dijo el Espíritu Santo en el Concilio. Queremos festejar estos 50 años del Vaticano II y a veces queremos hasta hacerle un monumento, siempre que no nos de fastidio. Y peor aún hay algunos tercos que quieren volver atrás, someter al Espíritu Santo, o sea que se obstinan en su ser necios y duros de corazón.
Estos conceptos los expresó hoy el papa Francisco, durante su homilía en la residencia de Santa Marta, en la misa concelebrada con el cardenal Giuseppe Bertello, presidente del Gobierno de la Ciudad del Vaticano y con el patriarca latino de Jerusalén, Fouad Twal.
Fueron ideas que el santo padre unió a la primera lectura del día, que habla del martirio de san Esteban que antes de ser lapidado anunció la resurrección de Cristo, amonestando a los presentes con palabras fuertes: “¡Tercos! Ustedes oponen siempre resistencia al Espíritu Santo”.
Y el papa recordó que “Esteban se lo recuerda a quienes persiguieron a los profetas y después de haberlos asesinados le construyeron una ‘hermosa tumba’ y recién entonces los veneraron”.
“También Jesús –indicó el santo padre- amonesta a los discípulos de Emaus: ‘¡Necios y duros de corazón porque no creen en todo lo que dijeron los profetas!’. Siempre y entre nosotros existe esa resistencia al Espíritu Santo. Para decirlo claramente el Espíritu Santo nos da fastidio. Porque nos mueve, nos hace caminar, empuja a la Iglesia a ir hacia adelante”.
Y el papa profundiza la problemática: “Y nosotros estamos como Pedro en la Transfiguración: ‘¡Ah, que bello estar todos así juntos!’… pero que no nos de fastidio. Queremos que el Espíritu Santo se duerma… queremos someter al Espíritu Santo. Y esto no va, porque Él es Dios y Él es aquel viento que va y viene y uno no sabe desde donde. Es la fuerza de Dios, es lo que nos da la consolación y la fuerza para ir adelante. ¡Ir adelante! Y esto da fastidio. La comodidad es más linda”.
Y el papa añadió: “Hoy parece que estamos todos contentos por la presencia del Espíritu Santo, pero no es verdad. Esta tentación existe hoy. Un sólo ejemplo: pensemos al Concilio” dijo.
Y reivindicó el Concilio como “una obra hermosa del Espíritu Santo. Piensen al papa Juan XXIII, que parecía sólo un párroco bueno. Él fue obediente al Espíritu Santo e hizo aquello”.
Y Francisco planteó una interrogación: “¿Pero después de 50 años hemos hecho todo aquello que nos dijo el Espíritu Santo en el Concilio? ¿En aquella continuidad de crecimiento de la Iglesia que fue el Concilio?” y categóricamente respondió: “No”.
Y denunció cuál es la tentación más profunda: “Festejemos este aniversario, hagamos un monumento, pero que no nos de fastidio. No queremos cambiar. Aún más, hay voces que dicen que quieren ir hacia atrás. Esto se llama ser tercos, se llama querer someter al Espíritu Santo, esto se llama volverse necios y duros de corazón.
“Sucede lo mismo -prosiguió Francisco- también en nuestra vida personal” cada vez que “el Espíritu nos empuja a tomar una vía más evangélica” y nosotros oponemos resistencia.
Y concluyó con una invitación: “No opongan resistencia al Espíritu Santo. Es el Espíritu que nos hace libres, con la libertad de Jesús, con aquella libertad de los hijos de Dios”.
Y reiteró: “No oponer resistencia al Espíritu Santo, esta es la gracia que yo querría que todos nosotros pidiéramos al Señor: la docilidad al Espíritu Santo, aquel Espíritu que viene a lo de nosotros y nos hace ir adelante en la vía de la santidad. ¡Esa santidad tan hermosa de la Iglesia!