Ofrecemos a los lectores, en este momento dificil por el que traviesa Venezuela, la carta que el obispo de San Cristóbal ha dirigido a los sacerdotes, en vistas a la próxima fiesta del Buen Pastor, el 21 de abril.
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A MIS HERMANOS SACERDOTES DEL PRESBITERIO DE SAN CRISTOBAL
¡La paz de Cristo Resucitado y Buen Pastor esté con todos Ustedes!
El próximo 21 de abril la Iglesia conmemora el Domingo del Buen Pastor. Además de que se nos invita a orar por las vocaciones, considero que es una hermosa oportunidad para recordar que hemos de ser imagen viva del Pastor Bueno por excelencia. Me dirijo a todos ustedes para reafirmar mi afecto y comunión en el ministerio eclesial que hemos recibido y así también pedir luces para todos nosotros a fin de que actuemos como pastores buenos de nuestra grey diocesana.
Francisco, el Papa de la Nueva Evangelización, en la Misa Crismal del pasado Jueves Santo, hizo referencia a nuestro trabajo como pastores, que requiere de una estrecha comunión con quienes deben recibir nuestro servicio pastoral. De hecho, empleó una hermosa imagen al invitarnos a “oler a ovejas”. Esto tiene que ver muy directamente con nuestra total dedicación al pueblo de Dios para poner en práctica lo que nos enseña el Evangelio: conocer a todas las ovejas y ser conocidos por ellas (Cf. Jn 10,15).
Desde esta perspectiva, quisiera hacerles llegar mi palabra en estos tiempos particularmente difíciles que estamos viviendo en Venezuela y, por tanto, también en nuestra región. Momentos que exigen, por otro lado, no sólo la conciencia de ser pastores de toda la grey, sino también servidores en la caridad pastoral y ministros de la reconciliación.
Se ha podido corroborar, por los resultados electorales más recientes, que se ha agudizado la polarización: el país se encuentra dividido en dos grandes grupos. Por las noticias que hemos podido recibir y ver, por las dificultades ya conocidas y ante la declaratoria de no aceptación de los resultados electorales por uno de los candidatos y la no aceptación del conteo post-electoral del otro, se ha agudizado la tensión existente y ha habido algunas consecuencias nada deseables. A esto se añade el verbo encendido y hasta incendiario de los líderes de las diversas opciones políticas, que no favorecen en nada.
Muchas personas se preguntan, y nosotros también ¿cuál es el papel de los pastores en esta situación? Sin dejar de tener, de acuerdo a la conciencia, nuestra propia opinión, como nos lo ha pedido muchísimas veces la Iglesia, nos toca ser prudentes y no identificarnos con ninguna línea político-partidista. No olvidemos que la inmensa mayoría de los que simpatizan con cada una de las opciones políticas enfrentadas en estos momentos son católicos y miembros de la Iglesia. Sin acepción de personas son fieles de nuestras comunidades. Somos pastores de todos y cada uno de ellos; no de un grupo con el que simpatizamos más. Y esto debe hacerse sentir ahora más que nunca. No resultará fácil, pues cada quien querrá llevarnos a su propio terreno. Pero el terreno en el que nos debemos mover es el de la caridad pastoral y promover entonces la reconciliación de todos. No resultará fácil y al hacerlo podremos recibir todo tipo de críticas, incomprensiones y acusaciones. Allí está nuestra tarea más importante: el ministerio de la reconciliación.
¿Cómo hacerlo? Ciertamente que con la ayuda y la luz del Espíritu Santo. Así podremos ejercer nuestro ministerio. Es necesario alimentarnos con la oración, la Palabra y la Eucaristía y ante posturas de creciente confrontación socio-política por parte son católicos, los principios y valores de la Doctrina Social de la Iglesia han de ser un medio que nos ayuden a iluminar a todos en sus luchas sociopolíticas. También allí encontraremos las luces necesarias y la fortaleza para salir al encuentro de nuestros hermanos. Precisamente, si en algún momento es urgente ir al encuentro de las ovejas es ahora, para resguardarlas en el redil. Sin distingos, sin discriminaciones, a fin de hacerles entender que todos somos hermanos aún con las diferencias de pensamiento. Es necesario que todos sean capaces de escucharse sin temores los unos a los otros. Este es un paso importante para la reconciliación.
El Proyecto Diocesano PARROQUIA PARTICIPATIVA, COMUNIDAD DE COMUNIDADES, es un gran instrumento para ello. Hoy es necesario convocar a todos al encuentro fraterno para allí buscar las soluciones a los graves problemas que estamos y deberemos enfrentar en el futuro cercano. Por eso, nuestras comunidades parroquiales, nuestras comunidades eclesiales de base, nuestras instancias eclesiales han de ser lugar de encuentro y de acogida para todos. El Papa Francisco nos dice al respecto: «En este momento necesitamos apostar por la cultura del encuentro, una cultura que supone que el otro tiene mucho para darme. Toda persona puede aportarnos algo, y toda persona puede recibir algo de nosotros».
Nos tocará reanimar, reforzar y reafirmar nuestra vocación de hermanos, por el hecho de ser hijos de Dios. Durante todos estos días, como ha sido siempre, hemos de ir a “sanar corazones afligidos”, proteger la grey de quienes quieran dividirla o desviarla por senderos de violencia e invitarles a que sean capaces de demostrar que son discípulos de Jesús en la práctica del amor fraterno. Por eso, que nuestras homilías, catequesis, liturgias, encuentros comunitarios no sean causa de disgusto y división sino impulso motivador al crecimiento como personas y el compromiso con la construcción de una sociedad más fraterna y llena de los valores del Evangelio. En esta misma línea es urgente promover espacios para un diálogo que no busca apabullar al que no piensa igual, sino escuchar y aprender de lo que tiene para aportar.
A los dirigentes políticos debemos pedirles que diriman todos los asuntos, siempre en sintonía con sus simpatizantes pero siguiendo lo que indica el ordenamiento jurídico. Los dirigentes políticos, en todas sus actuaciones tienen el deber de educar “políticamente” a toda la ciudadanía. Pedirles de corazón que no inviten a la violencia con su verbo incendiario o con comportamientos y actitudes sectarias. Los dirigentes del Gobierno deben realizar en estos tiempos su voluntad de diálogo. Los poderes públicos deben abrir las posibilidades de todos los ciudadanos para ser escuchados y atendidos en sus reclamaciones y saber que la protesta, cívica y ciudadana, es una voz que deben escuchar, ya que son servidores de la ciudadanía en general.. Y todos los dirigentes, los de la oposición y los del Gobierno deben buscar también encontrarse teniendo como horizonte el que son servidores del mismo pueblo.
Como pastores de nuestra Iglesia, nos corresponde la tarea, pues, de invitar a la paz, al encuentro y a la superación de las dificultades mostrándonos hermanos. Para ello, debemos valernos de todos los medios: las predicaciones, las apariciones en la radio y la TV, las redes sociales… A través de estos medios, así como de los encuentros que hemos de propiciar debe manifestarse nuestra voluntad de ser auténticos pastores, a imagen de Cristo el Señor. Demostremos que nuestro único interés es el Evangelio, por el cual hemos sido consagrados al servicio de todos, sin acepción de personas. Tengamos también muy presente que la Doctrina Social de la Iglesia es un instrumento muy privilegiado para la formación ciudadana de nuestra gente.
Al saludarles fraternamente, les invito para que nuevamente reafirmemos nuestra vocación de pastores buenos, para lo cual hemos sido configurados a Cristo Sacerdote. Es lo que necesita hoy nuestra gente y es lo que nos pide Dios y la Iglesia.
Con mi afectuosa bendición y la reiteración de mi aprecio fraterno.