Lumen Fidei, la primera encíclica del papa Francisco ha sido presentada hoy en una repleta Sala de Prensa del Vaticano.
Intervinieron el cardenal Marc Ouellet, prefecto de la Congregación de los obispos; el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Gerhard Ludwig Müller; y el presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, Mons. Rino Fisichella, además del director de la Oficina de Prensa del Vaticano, padre Federico Lombardi.
El papa explica “en un lenguaje accesible lo que es la fe”, dijo el cardenal Ouellet y subrayó que se trata de “una encíclica que tiene mucho de Benedicto XVI y todo de papa Francisco”.
Indicó además “que a la trilogía de Benedicto XVI sobre las virtudes teologales le faltaba un pilar. La Providencia ha querido que la columna faltante fuera un don del papa emérito a su sucesor y al mismo tiempo un símbolo de unidad, pues al asumir y cumplir la obra iniciada por su predecesor, el papa Francisco da testimonio con él de la unidad de la fe”.
“Una encíclica –añadió– que presenta verdaderamente la fe cristiana como una luz proveniente de la escucha la palabra de Dios en la historia”.
Y el cardenal Ouellet, que es también presidente de la Pontificia Comisión para América Latina citó la encíclica: «La fe no es una luz tal de disolver todas nuestras tinieblas, pero la lámpara que guía nuestros pasos en la noche, y lo que nos basta para el camino”.
Precisó que la fe es una apertura al amor de Cristo que extiende el «yo» a las dimensiones de un «nosotros» que en la Iglesia no es solamente humano, pero que es propiamente divino, con una participación al “nosotros” en la Trinidad de Dios.
Y que “la encíclica se engancha de manera enteramente natural al “nosotros”, la familia, que es el lugar por excelencia de la transmisión de la fe”.
La encíclica, recordó el purpurado, indica que el fiel se encuentra “involucrado en la verdad por él confesada” y por este mismo hecho transformado “e introducido en una historia de amor que aferra, dilata su ser volviéndolo miembro de una gran comunión”.
“Acogemos con gran alegría y gratitud –concluyó el cardenal Ouellet– esta confesión de fe integral bajo la forma de catequesis a cuatro manos de lo sucesores de Pedro. Estos exponen juntos la fe de la Iglesia en su belleza que “se confiesa el interior del cuerpo de Cristo, como comunión concreta de los fieles”.
Mons. Fisichella subrayó que en el texto “está puesto en el binomio ‘luz y amor’ y nos enseña el camino que el papa Francisco le propone a la Iglesia, para recuperar su misión en el mundo de hoy”.
Lumen Fidei, prosiguió el presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, “es una encíclica con una fuerte connotación pastoral en la que el papa Francisco, con su sensibilidad de pastor logra traducir muchas cuestiones de carácter perfectamente teológico en temáticas que pueden ayudar la reflexión y la catequesis”. Y añadió: “Por eso es importante la invitación conclusiva de la encíclica: no nos dejemos robar la esperanza”.
Mons. Fisichella recordó que “Lumen Fidei es publicada en el Año de la Fe, lleva la fecha del 29 de junio. “Aquí se encuenta su estilo, y la peculiaridad da la que nos ha acostumbrado Francisco en estos primeros meses de su pontificado, sobretodo con sus homilías cotidianas” en las cual “vuelven tres verbos que el papa empleó en su primera homilía: camminare, costruire, confessare” dijo.
Y Mons. Fisichella recordó que sobre el Concilio Vaticano II, Francisco reitró: Fue “un concilio sobre la fe”. Y sobre el catecismo dijo que es “un instrumento válido a través del cual la Iglesia cumple su obra de transmisión de la fe” además del “gran valor que posee la profesión de fe del Credo”.
El prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Mons. Müller, por su parte subrayó que la enciclica Lumen Fidei nos invita a reconocer que “la fe, gracias a la luz que viene de Dios, ilumina ‘todo el recorrido del camino’ y toda la existencia del hombre’. Esta ‘no nos separa de la realidad pero nos permite entender todo el significado más profundo, de descubrir cuanto Dios nos ama y de este modo lo oriente hacia sí mismo”.
Mons. Müller clasificó como “una fortuna” que el texto haya sido “por así decir escrito con la mano de dos pontífices” y si bien se pueden notar las diferencias de estilo y sensibilidad, también “la sustencial continuidad del mensaje del papa Francisco con el magisterio de Benedicto XVI”.
Texto de la encíclica publicado por la Conferencia Episcopal Española