¿Somos hospitalarios con los demás?

Catequesis para la familia, semana del 22 de julio de 2013

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Tanto las lecturas como las memorias, fiesta y solemnidad de esta 16ª semana del tiempo ordinario nos recuerdan nuestra obligación de ser hospitalarios con los demás. La plenitud de nuestra acogida se realiza con Dios, porque Su caridad nos enseña a ser caritativos y Su abrazo nos enseña a abrazar.

Conocer cómo ha de ser el perfil de quien es acogido por Dios es la mejor preparación para la capacidad de recibir a los demás: honradez, justicia, intenciones leales, no calumniar, no hacer mal ni difamar al prójimo, fidelidad a la palabra dada,… (Sal 14). Abrahán se comporta así en su atención al mismo Dios y es recompensado con el don de la descendencia en Isaac (Gén 18,1-10a).

En la acogida, la inquietud y la preocupación para que los invitados estén a gusto han de ceder respecto de su presencia. Así aprendió Marta, que habrá de corregir esa primera actitud, mientras que su hermana María de Betania escogía esa segunda mejor de la compañía y escucha, junto a los pies de Jesús (Lc 10, 38-42).

San Pablo nos explica que acoger el misterio de Dios revelado en Cristo es la mayor de las riquezas (Col 1, 24-28). Ése es el trabajo que nos corresponde. Debemos reconocer nuestra necesidad de convivir con Jesús para dar testimonio de Él ante los demás y ser felices. De lo que abunda el corazón habla la boca. Es decir, no se puede dar fe verdadera de aquello que no se vive auténticamente.

En ese servicio o trabajo apostólico se sitúa Santa María Magdalena, testigo del sepulcro vacío de Jesús, y modelo de fidelidad y conversión, cuya memoria celebramos el 22 de julio. Frente a una conspiración para guardar silencio, ella “amó, ungió, vio y escuchó al Señor, y no pudo permanecer en silencio, incluso sabiendo que su historia puede sonar increíble y su testimonio, de dudosa reputación”, como dice Amy Welborn en “Decodificando a María Magdalena. Verdad, leyendas y mentiras”.

El 23 tenemos la fiesta de Santa Brígida de Suecia, copatrona de Europa, que, como dice el Martirologio Romano, dejó “varios escritos en los que habla de la necesidad de reforma, tanto de la cabeza como de los miembros de la Iglesia”. También en ella la Pasión del Señor se convirtió en el centro de su vida espiritual.

La solemnidad de Santiago, patrón de España, es el primer apóstol que murió por el Evangelio, y se celebra el día 25. Por cierto, a resultas de la peregrinación a Compostela que hizo Santa Brígida de Suecia con su marido éste decidió terminar sus días en un monasterio cisterciense.

Por último, el día 26 tenemos la memoria de San Joaquín y Santa Ana, padres de la Virgen María. Pidámosles a ellos también mejorar la capacidad de acogida con los que más lo necesiten, mayores, enfermos, los que están o se sienten solos,… y que ésta sea ejemplo para los niños y jóvenes a los que atendemos y educamos.

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Luís Javier Moxó Soto

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