Los voluntarios de la Jornada Mundial de la Juventud vienen de todos los rincones del mundo y hablan diferentes idiomas, pero tienen algo en común: la generosidad. Aunque cada uno habla una lengua diferente, no es impedimento para actuar eficazmente para contribuir en el evento que recibe al papa Francisco en Brasil.
Karina Estrela está desde el miércoles 17 en el Centro Internacional de Prensa que se encuentra en Copacabana, atendiendo a los periodistas. «Volví de la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid decidida a ser voluntaria para ayudar a otros y colaborar», dice esta estudiante de medicina.
El boliviano David Servin y la mexicana Lorena Lelarge contaron con el apoyo económico de otras personas de sus países para llegar a Río de Janeiro. «Dios me quiere aquí, y Él ha puesto a gente generosa para ayudarme y permitirme ayudar a otras personas formando una cadena de amor», dice el joven que viene acompañado por un amigo. Ambos están en el mismo equipo. «Estar aquí es un sueño hecho realidad porque tengo tiempo para trabajar, para orar, disfrutar de los sitios turísticos y asistir a otros eventos», detalló el joven de 34 años.
El clima motivador de la JMJ es lo que movió a la francesa Julia Madec, de 24 años. Y la voluntad de ayudar y ser útil fue decisiva para participar en la Jornada como voluntaria. «Estoy muy feliz aquí y encontré a Dios en la gente», dice.
Los voluntarios recibieron una formación específica antes de desempeñar sus funciones en sus puestos de trabajo. Son un promedio de 6 horas al día trabajando en diferentes partes de la ciudad.