Centinelas de la mañana en el santuario de los jóvenes

La JMJ Río 2013 da comienzo con la misa de apertura en Copacabana

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En la tarde de ayer, martes 23 de julio, monseñor Orani Joao Tempesta ha presidido la ceremonia de apertura de la JMJ de Río de Janeiro con miles de jóvenes y centenares de obispos que desafiaron a una sutil e insistente lluvia que recordó al vellón de Gedeón por los desafíos de la nueva evangelización. La lluvia suave se confundía con la espuma del mar de Copacabana sobre cuya playa se reunieron ayer por la tarde miles y miles de jóvenes para la apertura oficial de la JMJ.

Voces fuertes y alegres en diversos  idiomas se mezclaron con los cantos religiosos de los diversos grupos internacionales que pasaron por el escenario oficial,  el mismo donde el papa Francesco el próximo jueves será recibido tan solo a unos metros del océano y de una marea de jóvenes.

A la llegada de la cruz y del icono mariano de la JMJ, cuando casi la luz solar había dado paso a los proyectores y a los focos de colores, una sugerente coreografía dio inicio al evento gracias a jóvenes animando y bailando, que parecían salir de una tierra lejana y responder al tema actual de «id a haced discípulos».

La oración del rosario misionero, en los misterios dolorosos, introdujo la Eucaristía: per Mariam ad Jesum.

Los representantes de los cinco continentes, un jóvenes africano,  un chico argentino, una señora australiana, una joven suizo y un muchacho chino, condujeron la oración en sus distintos idiomas.

Cada continente ha sido un por uno recordado por los diferentes colores reproducidos sobre el escenario con tecno-iluminación: el verde para África, el rojo para América, el blanco para Europa, el azul para Oceanía y el amarillo para Asia.

Inmediatamente después comenzó la santa misa presidida por el arzobispo de Río de Janeiro, monseñor Orani Joao Tempesta que recordó en la apertura y pidió por el eterno reposo de tantos jóvenes muertos a causa de la violencia, sobre todo en Brasil, y la joven parisina fallecida en el trágico accidente en la Guayana francesa, mientras se dirigía a la JMJ de Río.

Impresionante el número de participantes y concelebrantes, con obispos metropolitas ¡convertidos en la ocasión en obispo cosmopolitas!

En su homilía, monseñor Tempesta, refiriéndose a la llamada del publicano Mateo y a la respuesta vocacional de Samuel presente en la primera lectura, invitó a los jóvenes  a salir de sí mismo y a estar preparados a responder al proyecto de Dios.

Hasta el próximo domingo la ciudad carioca se presenta al mundo como un santuario de la juventud y sacramento de una Iglesia joven y siempre sorprendente que contradice todos las catástrofes que suceden y dañan a la misma obra evangelizadora.

Más de una vez el arzobispo se dirigió a los jóvenes como «centinelas de la mañana». El deseo es que después de una noche de su historia, los jóvenes convertidos en adultos puedan despertarse viendo sus sueños hechos realidad.

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Alfonso Maria Bruno

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