La Iglesia en América Latina: COLOMBIA

Una mirada al continente del papa Francisco (XIII)

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Ofrecemos a nuestros lectores un nuevo artículo de la serie sobre la Iglesia en América Latina, tierras que son visitadas estos días por el santo padre. Conscientes del interés que viene suscitando el subcontinente del papa Francisco, ZENIT viene difundiendo el valioso estudio del Observatorio Pastoral del Celam (OPC), que nos acerca a la realidad pastoral, social y devocional de los pueblos latinoamericanos.

En esta oportunidad, conoceremos un poco más a la Iglesia de Colombia, un país ecuatorial del continente americano con una extensión de 1.141.748 km2, que acoge a cerca de 45.273.936 pobladores, de los cuales el 80% serían católicos.

Orígenes de la evangelización

La Diócesis de Santa Marta fue la primera en el actual territorio colombiano. El papa Clemente VII, la erigió el 10 de enero de 1534 y nombró como su primer obispo a Alfonso de Tobes; y luego a Juan Fernando Angulo el 6 de septiembre de 1536.

Posteriormente, el 24 de abril de 1534, el papa Clemente VII erigió la diócesis de Cartagena y nombró al dominico Jerónimo de Loaysa, el 5 de diciembre de 1537, ordenado el 29 de junio de 1538. El 20 de junio de 1900, Cartagena se constituyó como arquidiócesis por mandato de León XIII y fue su primer arzobispo Pietro Adamo Brioschi, PIME, quien venía fungiendo como Obispo desde 1898.

El 22 de agosto de 1546, se creó la Diócesis de Popayán, tomándola de la Diócesis de Panamá por Paulo III, quien nombró a Juan Valle como obispo, el 27 de agosto de 1547. León XIII la elevó a arquidiócesis el mismo día que a Cartagena, 20 de junio de 1900, año en el cual creó las Diócesis de Manizales (11 de abril), Garzón e Ibagué (20 de mayo).

La Diócesis de Santafé en Nueva Granada (Bogotá) fue erigida por Pío IV el 11 de septiembre de 1562, desmembrándola de Santa Marta, y fue elevada a arquidiócesis el 22 de marzo de 1564, nombrando a Juan de los Barrios, OFM, Obispo de Santa Marta, como primer Arzobispo.

Una comunidad que sirve 

Colombia está organizada en 74 jurisdicciones eclesiásticas, 13 arquidiócesis, 50 diócesis, un Obispado Castrense y 10 vicariatos apostólicos. La Conferencia Episcopal de Colombia está conformada por dos cardenales, 13 arzobispos, 49 obispos residentes, un obispo castrense, 12 obispos auxiliares y 10 vicarios apostólicos.

Las 3.831 parroquias que prestan sus servicios son atendidas por un total de 7.920 presbíteros, de los cuales 5.661 son diocesanos y 2.259 son religiosos. Además participan 278 diáconos permanentes, 4.163 Religiosos y 15.178 Religiosas. La Conferencia de Religiosos de Colombia, cuenta con un Centro de Estudios Religiosos – CER y la Escuela para Formadoras y Formadores, con las que contribuyen a la vida consagrada en el país.

Existe también el Consejo Nacional de Laicos y hay presencia de diversos movimientos apostólicos, comunidades eclesiales, grupos de oración, que de acuerdo a su carisma colaboran con la labor evangelizadora.

Relación Iglesia–Estado

Con anterioridad a 1991, las relaciones entre la Iglesia y el Estado se rigieron por el Concordato entre la Santa Sede y el Estado colombiano. Siguiendo la tendencia mundial, la Constitución Política de 1991, consagró la libertad de cultos y un pluralismo religioso, desarrollado posteriormente en la jurisprudencia de la Corte Constitucional.

Según explica el OPC, «la Iglesia continúa profetizando la fe cristiana y la coherencia frente a la defensa de la vida, la familia, la dignidad de las víctimas del conflicto y las personas vulneradas en el país, escenarios en los que la Iglesia es un actor de vital trascendencia».

Se lee también que la Iglesia ha acompañado al Estado y a la sociedad colombiana, principalmente en los procesos de paz y reconciliación, «facilitando escenarios de diálogo a la salida negociada del conflicto, a la defensa de los derechos de las víctimas, el respeto del derecho internacional humanitario, la liberación de los secuestrados».

Presencia en la Sociedad

El OPC informa que la Iglesia colombiana ha tenido una amplia presencia en la sociedad desde sus inicios y a lo largo de su historia, «a través de diversos servicios como educación, atención de enfermos y personas encarceladas, víctimas del conflicto, asistencia social y promoción humana, atención a los niños, jóvenes y familias».

Se resalta en el Informe el trabajo del laicado colombiano, principalmente en las zonas rurales, «en donde tienen un papel protagónico y hasta heroico junto con los sacerdotes, religiosas y comunidades católicas que en oportunidades han perdido la vida en medio del conflicto armado».

En este mismo orden de ideas, se lee, «los obispos, sacerdotes, diáconos, religiosos y otros agentes de pastoral son líderes espirituales que por su entrega, celo apostólico, generosidad y espíritu misionero, realizan sus actividades, incluso en escenarios hostiles al mensaje evangélico».

La Conferencia Episcopal, orienta y anima la acción pastoral de las Jurisdicciones a través de las Comisiones Episcopales y los Departamentos y Secciones, con variados programas, de acuerdo a planes de trabajo y sus orientaciones.

Por otro lado, el OPC revela que en la Iglesia colombiana funcionan diversos medios de comunicación bajo la dirección de las diócesis o movimientos apostólicos u organismos eclesiales. «Numerosos periódicos y revistas, con cubrimiento local, regional y, algunos, nacional nutren la vida de sus creyentes, e incluso son documentos de referencia en escenarios de defensa de derechos principalmente de las víctimas. Son de especial importancia las emisoras de radio que cubren las diferentes regiones del país», reza el documento del Celam.

Santidad colombiana

Colombia ha sido territorio propicio para la santificación de tres grandes evangelizadores que nacieron en España: san Luis Beltrán (1526–1581), presbítero dominico, evangelizador entre los indígenas, que fue canonizado en 1671 por Clemente X.

También san Pedro Claver (1581–1654), presbítero jesuita, defensor de los esclavos africanos llegados a Cartagena, donde fue ordenado. Su canonización se dio en 1888 por León XIII. Y el obispo agustino recoleto san Ezequiel Moreno (1848–1906), quien fuera vicario apostólico de Casanare y obispo de Pasto. Fue canonizado por el beato Juan Pablo II en 1992 y se le venera como intercesor por los enfermos de cáncer, enfermedad que le causó la muerte.

La primera santa de origen colombiana es santa Laura Montoya (1874–1949), misionera, fundadora de las Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena, más conocida como «Misioneras de la Madre Laura». La congregación de misioneras contaba con 90 casas en el momento de su muerte y estaba conformada por 467 religiosas que trabajaban en tres países. El papa Francisco la canonizó en la plaza de San Pedro el 12 de mayo de 2013.

Se añaden a la lista en el cielo el beato Mariano de Jesús Euse Hoyos (1845–1926), párroco rural ejemplar, conocido como el «Padre Marianito», fue beatificado por Juan Pablo II en el año 2000.

Y hay siete beatos mártires, jóvenes pertenecientes a la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, que fueron asesinados el 9 de agosto de 1936, en España por odio a la fe. Estos son: Esteban (Gabriel) Maya Gutiérrez, Rubén de Jesús López Aguilar, Arturo (Luis) Ayala Niño, Juan Bautista (José) Velásquez Peláez, Melquiades (Ramón) Ramírez Zuloaga, Gaspar (Luis Modesto) Páez Perdomo y Eugenio (Alfonso Antonio) Ramírez Salazar.

A ellos se suma Jesús Aníbal Gómez Gómez, misionero claretiano, quien fue beatificado en el 2010 por Benedicto XVI quien murió también como mártir en 1936 en la Guerra Civil Española.

Amor a María

El más famoso y concurrido centro de devoción a la Virgen de los colombianos es el Santuario Mariano Nacional de Nuestra Señ
ora de Chiquinquirá, al que hay que sumar los bogotanos de Nuestra Señora de la Peña, Nuestra Señora del Carmen, Nuestra Señora de las Angustias, Monserrate y Guadalupe.

El Santuario de Chiquinquirá acoge una rústica tela de algodón de procedencia indígena, sobre la cual en el siglo XVI el pintor español Alonso de Narváez pintó una imagen de la Virgen del Rosario, flanqueda por san Antonio de Padua y san Andrés Apóstol al ser el primer patrono del encomendero que solicitaba la imagen y el segundo, del fraile que la había mandado a hacer.

La web del santuario nos detalla cómo al lienzo se le han superpuesto dos coronas, un cetro, dos rosarios y 27 escudos de oro que dan un hermoso relieve al cuadro, cuyo marco, formado por semicircunferencias de plata, porta las insignias de la condecoración presidencial.

Pío VII la declaró patrona de Colombia en 1829 concediéndole fiesta litúrgica propia. «La Chinita» como la llama su pueblo, fue coronada canónicamente en 1919 y su santuario declarado Basílica en 1927, hasta donde llegan fieles del país y del extranjero.

Para conocer más de la realidad de la Iglesia colombiana aquí

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José Antonio Varela Vidal

Lima, 1967. Periodista colegiado con ejercicio de la profesión desde 1989. Titulado en periodismo por la Universidad Jaime Bausate y Meza, de Lima. Estudios complementarios en filosofía, teología, periodismo religioso, new media y en comunicación pastoral e intercultural-misionera; así como en pastoral urbana, doctrina social de la Iglesia y comunicación institucional y estratégica, desarrollados indistintamente en Lima, Quito, Bogotá, Roma, Miami, y Washington DC. Ex jefe de oficinas de comunicación institucional en el sector público y eclesial. Asimismo, fue gerente de televisión de un canal y director de dos revistas impresas. Es articulista en publicaciones católicas de su país y del extranjero, entre ellas zenit. Actualmente colabora con los padres palotinos, presentes en el Perú desde el 2014.

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