Beata Marí­a Anna Blondin

«Esta fundadora de las Hermanas de Santa Ana fue hartamente incomprendida en su labor apostólica por miembros de la Iglesia. Acogió los contratiempos de forma tan heroica que bien puede considerársela una mártir del silencio»

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Hoy día de san Basilio Magno y de san Gregorio Nacianzeno celebramos la vida de Maria Esther Blondin Soureau que nació el 18 de abril de 1809 en Terrebonne, Québec, Canadá. Sus padres eran unos humildes agricultores sin formación alguna, que sacaron adelante a sus doce hijos; ella fue la tercera y llegó a la edad adulta siendo iletrada como sus progenitores. Sin embargo, ante esta deficiencia que cerraba las puertas a quienes se hallaban en su situación, reaccionó positiva y activamente poniendo todo de su parte para erradicar esa exclusión que padecían tantas personas de su época sumidas en la ignorancia, como ella.

A los 20 años consiguió empleo para servicio doméstico de una familia, labor que realizó después con las religiosas de la Congregación de Notre-Dame. Fue una ocasión de oro, que no desaprovechó, para aprender a leer y escribir, como era su deseo. Yendo más lejos, se integró con la comunidad, pero al caer enferma no pudo concluir su noviciado y la dejó, aunque poco tiempo después respondió a la invitación de otra antigua novicia que regentaba una escuela y solicitaba su colaboración. A partir de entonces se aplicó a los estudios con tanto afán que ella misma llegaría a asumir la dirección del centro. Después, sensibilizada por las carencias educativas que percibía en su entorno, en 1850 puso en marcha la Congregación de las Hermanas de Santa Ana y tomó el nombre de Marie Anna. Valiente y audaz, en la escuela comenzó a dar clases simultáneamente a niños y niñas sin recursos reunidos en el mismo aula, decisión pionera esta educación mixta que no convenció a todos. Frente a las críticas, su fortaleza espiritual, emanada de la oración, era su más preciado tesoro: «Yo rezo después de largo tiempo y siento que es la oración sola que ha podido darme la fuerza de presentarme aquí hoy día».

La amargura llegó a su vida después de establecerse en Saint-Jacques-de-l’Achigan (actual Saint-Jacques-de-Montcalm) para dar acogida a la numerosa comunidad que se había acrecentado. Los contratiempos surgidos con el capellán del convento, P. Maréchal, fueron los causantes de su renuncia como superiora que se produjo a demanda del prelado, Mons. Bourget. Pero el empecinamiento del joven sacerdote la perseguía y de nuevo fue apartada de la dirección del pensionado de Sainte-Geneviève, misión que ostentó después de su cese como responsable de la comunidad.

En Saint Jacques la fundadora fue sacristana y realizó las humildes tareas que iban encomendándole para dar respuesta puntual a las necesidades que iban produciéndose. No ocultó su situación que expuso en una carta a Mons. Bourget en 1859: «El año pasado, como su Grandeza lo sabe, yo no tuve ninguna función en los oficios, yo permanecí reducida a cero durante todo ese tiempo; este año fui suficientemente digna de confianza para que se me confiaran dos de ellos, dándoseme como ayuda a aquellas que habían trabajado en esos dos oficios el año pasado. Estos oficios son la sacristía de la parroquia y el guardarropa».

En esa situación, oculta y menospreciada, vivió durante tres décadas hasta que llegó su muerte. Humilde y paciente, supo vivir una heroica caridad. Cuando se le negó mantener correspondencia con el prelado acogió la indicación con visible espíritu de obediencia, llena de fortaleza. Sabía que estaba en manos de Dios. Fue una «mártir del silencio», título que su biógrafo, el P. Eugène Nadeau, dio al relato de su vida en 1956. Había abanderado un ambicioso y fecundo movimiento de solidaridad ejercido a través de la educación para devolver la dignidad a los excluidos por razones culturales y también sociales. Ayudó a viudas, campesinos, los huérfanos supervivientes del tifus, los abandonados, etc., y puso a su alcance las herramientas para su formación. De ese modo ejercía su caridad con ellos y encarnaba la obra de misericordia «enseñar al que no sabe». «Yo rezo después de largo tiempo y siento que es la oración sola que ha podido darme la fuerza de presentarme aquí hoy día», manifestaba. Lo confió todo a la divina providencia y extrajo su fortaleza de la Eucaristía. Murió perdonando al P. Maréchal el 2 de enero de 1890, en Lachine, Canadá, cuando su Instituto estaba ya extendido a varios países americanos y había 428 religiosas dedicadas a la formación de los niños. Fue beatificada por Juan Pablo II el29 de abril de 2001.

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Isabel Orellana Vilches

Isabel Orellana Vilches Misionera idente. Doctora en Filosofía por la Universidad Autónoma de Barcelona con la tesis Realismo y progreso científico en la epistemología popperiana. Ha cursado estudios de teología en la Universidad Pontificia de Salamanca. Con amplia actividad docente desde 1986, ha publicado libros como: Realismo y progreso científico en la epistemología popperiana, Universitat Autònoma de Barcelona, 1993; El evangelio habla a los jóvenes, Atenas, Madrid, 1997; Qué es... LA TOLERANCIA, Paulinas, Madrid, 1999; Pedagogía del dolor. Ensayo antropológico, Palabra, Madrid, 1999; En colaboración con Enrique Rivera de Ventosa (†) OFM. Cap. San Francisco de Asís y Fernando Rielo: Convergencias. Respuestas desde la fe a los interrogantes del hombre de hoy, Universidad Pontificia, Salamanca, 2001; La "mirada" del cine. Recursos didácticos del séptimo arte. Librería Cervantes, Salamanca, 2001; Paradojas de la convivencia, San Pablo, Madrid, 2002; En la Universidad Técnica Particular de Loja, Ecuador, ha publicado: La confianza. El arte de amar, 2002; Educar para la responsabilidad, 2003; Apuntes de ética en Karl R. Popper, 2003; De soledades y comunicación, 2005; Yo educo; tú respondes, 2008; Humanismo y fe en un crisol de culturas, 2008; Repensar lo cotidiano, 2008; Convivir: un constante desafío, 2009; La lógica del amor, 2010; El dolor del amor. Apuntes sobre la enfermedad y el dolor en relación con la virtud heroica, el martirio y la vida santa. Seminario Diocesano de Málaga, 2006 y Universidad Técnica Particular de Loja, Ecuador (2007). Cuenta con numerosas colaboraciones en obras colectivas, así como relatos, cuentos, fábula y novela juvenil, además de artículos de temática científica, pedagógica y espiritual, que viene publicando en distintas revistas nacionales e internacionales. En 2012 culminó el santoral Llamados a ser santos y poco más tarde Epopeyas de amor prologado por mons. Fernando Sebastián. Es la biógrafa oficial del fundador de su familia espiritual, autora de Fernando Rielo Pardal. Fundador de los Misioneros Identes, Desclée de Brouwer, Bilbao, 2009. Culmina la biografía completa. Tiene a su cargo el santoral de ZENIT desde noviembre de 2012.

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