La revista Civiltà Cattolica ha publicado hoy en exclusiva la conversación en el Vaticano que el Papa Francisco concedió a la Unión de Superiores Generales (USG) de los Institutos religiosos masculinos al final de su 82a Asamblea General.
"Viendo a los religiosos la gente debe entender: “¡Estas personas van más allá del horizonte mundano! Es decir --ha continuado el Papa, citando a Benedicto XVI-- la vida religiosa debe permitir el crecimiento de la Iglesia por el camino de la atracción”. Y les pidió “¡Sean testimonio de un modo distinto de hacer, de actuar, de vivir!”.
Para entender los problemas, dijo Franciso, “no sirve estar en el centro de una esfera. Para entender, nos debemos 'descolocar', ver la realidad desde más puntos de vista diferentes. Tenemos que habituarnos a pensar”.
Y ejemplificó con un caso concreto, el apostolado juvenil: “Quien trabaja con los jóvenes no puede detenerse a decir cosas demasiado ordenadas y estructuradas como un tratado, porque estas cosas les resbalan a los jóvenes. Se necesita un nuevo lenguaje, un nuevo modo de decir las cosas”.
“Entonces, ¿cuál es la prioridad de la vida consagrada? Respondió el Santo Padre: “La profecía del Reino, que no es negociable”.
Y sobre la nueva geografía que se va diseñando en la Iglesia con más personas de Asia y África indicó: que "esto nos obliga naturalmente a repensar la inculturación del carisma”. Y sobre el miedo de cometer errores invitó al coraje y recordó que “tenemos que pedir siempre perdón y mirar con mucha vergüenza las frustraciones apostólicas que fueron causadas por falta de coraje. Pensemos, por ejemplo, en las instituciones pioneras de Matteo Ricci que en sus tiempos las dejaron caer”. Y matizó que no es solamente una cuestión de folklore, sino que es necesario entender la mentalidad de cada pueblo.
El Papa Francisco reconoció los riesgos, también en términos de “reclutamiento vocacional”, de las Iglesias más jóvenes. Y recordó que en 1994 en un sínodo “los obispos filipinos denunciaron la 'trata de novicias', es decir, la masiva llegada de Congregaciones extranjeras que abrían casas en el Archipiélago con el fin de reclutar vocaciones y transplantarlas a Europa”.
Sobre las vocaciones indicó que la formación "es fundamental. Los pilares de la formación son cuatro: espiritual, intelectual, comunitario y apostólico. El fantasma que se debe combatir es la imagen de la vida religiosa entendida como refugio y consuelo ante un mundo “externo” difícil y complejo”. Por ejemplo dijo, “no se resuelven los problemas simplemente prohibiendo hacer esto o aquello. Es necesario mucho diálogo, mucha confrontación”.
Invitó por ello a evitar a todo costo la hipocresía y recordó que “la formación es una obra artesanal, no policíaca. Tenemos que formar el corazón. De otro modo formamos pequeños monstruos”. Y añadió que “el formador tiene que pensar que la persona en formación será llamada a cuidar el Pueblo de Dios”. Y que en los seminarios se pueden aceptar a los pecadores, porque todos lo somos “pero no a los corruptos”.
Sobre la vida de comunidad recordó la experiencia de la comunidad de Taizé. Y si bien reconoció que “a veces es difícil vivir la fraternidad, si no se la vive, no somos fecundos”. Si bien “La fraternidad religiosa --ha continuado el Papa-- más allá de todas las diferencias posibles, es una experiencia de amor que va más allá de los conflictos”.
Sobre las relaciones entre los obispos y los religiosos, el Santo Padre consideró que los tiempos están maduros para rever los criterios de 1978 y que ha ha confiado a la Congregación para los religiosos la tarea de retomar la reflexión y de trabajar en una revisión del documento Mutuae relationes.
Porque: “es necesario salvar el diálogo entre el obispo y los religiosos para evitar que, no entendiendo los carismas, los consideren simplemente como instrumentos útiles”.
Sobre el salir a las fronteras el Pontífice indicó que si bien quedan las geográficas hay también fronteras simbólicas, las cuales no son prefijadas y no son iguales para todos, sino que “deben buscarse sobre la base de los carismas de cada Instituto”.
Y ha citado otros dos desafíos siempre importantes: el cultural y el educativo en las escuelas y universidades. Los pilares de la educación dijo son: “transmitir conocimientos, transmitir modos de hacer, transmitir valores. A través de ellos se transmite la fe. Indicó también la preparación que se requiere para recibir en contextos educativos, a niños, adolescentes y jóvenes que viven en situaciones complejas, especialmente en familia".
Al concluir el encuentro el papa Francisco le dijo a los presentes: “Les agradezco, les agradezco por este acto de fe que han tenido en esta reunión". Gracias por aquello que hacen, por su espíritu de fe y la búsqueda del servicio. Gracias por su testimonio, por los mártires que continuamente dan a la Iglesia, y también por las humillaciones por las que tienen que pasar: es el camino de la Cruz. Gracias de corazón”.
En el texto se puede descargar también del sitio: www.laciviltacattolica.it, en italiano, ingles y español.