Entre octubre y diciembre de 2013, Roma estuvo literalmente tapizada con manifiestos que contenían el siguiente escrito: «Al descubrimiento de Arabia Saudí, la tierra del diálogo y de la cultura». Para celebrar los ochenta años de relaciones diplomáticas entre Italia y el Reino Saudí el ministerio de Asuntos Exteriores, el Ayuntamiento de Roma y la Embajada Saudí, han promovido una serie de iniciativas dirigidas a demostrar cuánto el país es bello, abierto y atractivo. Se instaló una tienda en la plaza del Popolo dentro de la cual se podía escuchar músicas, degustar té y dulces tradicionales, donde mujeres con velo pintaban las manos de las visitantes (¡solo mujeres!) con henna.
Cualquiera que conozca, aunque sea superficialmente, la realidad saudí sabe bien que se ha tratado de una enésima operación de fachada, de la enésima hipocresía. Un país en el que las mujeres no pueden ni conseguir el carné de conducir ni conducir, un país en el que los cristianos no pueden llevar la cruz ni construir una iglesia, un país en el que los chiís son discriminados, un país en el que se aplica la interpretación más rígidas de la sharia como la ley del talión, la flagelación y pena de muerte. Un país en el que un blogger de treinta años está en riesgo de pena de muerte solo por haber sido un sincero paladín de la libertad, de la verdadera.
Raif Badawi, detenido desde 2012 en la cárcel de Briman en Gedda, condenado a siete años y 600 latigazos por presuntas ofensas contra algunas figuras religiosas del Islam, ahora tendrá un proceso por apostasía. Badawi no es el primero y no será lamentablemente el último «espíritu libre» en sufrir el terrorismo contra la libertad y el libre pensamiento en Arabia Saudí. En febrero de 2012 la misma suerte sufrió el blogger Hamza Kashghari, también él acusado de apostasía y liberado recientemente después de haber pedido perdón oficialmente.
El caso Badawi se presenta más complejo porque sin duda el problema no concierne solo algunos de sus tuits, sino sobre todo al hecho de haber fundado en 2006 la «Red liberal libre saudí» y de haber criticado en más de una ocasión no solo el extremismo islámico de los predicadores wahabitas, sino también el régimen saudí que no ha querido nunca frenar la deriva de estos últimos. En una entrevista publicada en agosto de 2007 a la web liberal Aafaq, Badawi denunciaba sin medios términos que «los liberales residentes en el Reino viven entre el yunque del Estado y el martillo de la policía religiosa». En esa ocasión, el blogger se describe como sigue: «Raif Badawi no es más que un simple ciudadano saudí. Mi compromiso está dirigido al avance de la sociedad civil en mi país, a rechazar cualquier represión en nombre de la religión, a promover los liberales saudís iluminados cuyo primer objetivo es la presencia en la sociedad civil, objetivo que alcanzaremos pacíficamente y respetando la ley».
Concepto que reafirma poco después: «El pensamiento liberal está profundamente arraigado en la realidad y el pragmatismo, considera la patria como sagrada, no se contrapone al Islam, es más, deriva y se desarrolla por los nobles principios de este último. Estamos convencidos de que la evolución hacia el pensamiento liberal requiera una formación, una conciencia y sentimientos abiertos al bien común, al deber y a la responsabilidad». Las palabras de Badawi son claras y no dejan lugar a dudas: ninguna apostasía, solo reforma para el bien del propio país. Las dudas surgen al contrario sobre la sinceridad de quien lo acusa. A partir de la pena de muerte prevista para el delito de «abandono del Islam».
La apostasía sigue siendo uno de los temas más importantes cuando se habla de la relación entre Islam y derechos humanos. El intelectual tunecino Mohammed Charfi en su ensayo «Islam et liberté» (Casbah Editions, Algeri 2000) recuerda, afrontando el tema de la apostasía, algunos versos del Corán a favor de la libertad de conciencia a partir de «que no haya compulsión en la fe» (II, 256). Para demostrar que «Dios no es fanático, mientras los ulemas de ayer, así como los ulemas y los fundamentalistas de hoy lo son». El Corán no prescribe que la apostasía deba ser sancionada con la condena a muerte. Los que justifican la condena a muerte para el delito de apostasía lo hacen con el dicho del profeta Mahoma: «El que cambia de religión, matadle» pero que es una tradición poco fiable, ya que pertenece a la categoría de los dichos transmitidos por una sola persona.
Por todo ello, la asociación de la comunidad marroquí de mujeres en Italia (ACMID), junto con a Nessuno Tocchi Caino, han organizado una manifestación el jueves 9 de enero frente a la embajada saudí. Estarán presentes italianos y no italiano, musulmanes y no musulmanes, para pedir la inmediata liberación de Raif Badawi y para recordar que si existe un apóstata es el Reino Saudí que ha apostatado contra los derechos humanos, en primer lugar el derecho a la vida y a la libertad de culto.
Traducido del italiano por Rocío Lancho